El exdiputado y exministro Jorge Insunza (PPD) volvió a la primera línea política. Su último rol protagónico lo tuvo como titular de la Segpres cuando tuvo que renunciar luego de una polémica generada por sus asesorías realizadas a empresas mineras.

Años después, con esa causa cerrada luego de que la Fiscalía decidiera no perseverar, estas semanas ha sido uno de los negociadores clave del PPD para habilitar un nuevo acuerdo constituyente. Tanto así que no descarta competir como consejero o integrar la futura Comisión Experta. “Soy un hombre de partido y me gusta serlo. Me gusta participar e influir, pero puedo no participar en nada y me siento igual de tranquilo”, comenta.

Además de partir desde la posición de derrotados luego del resultado del plebiscito, ¿con qué otra complejidad se topó en esta negociación?

No era solo estar derrotados, sino que también teníamos que revertir esa derrota. A eso se sumó que hubo una inercia, sobre todo de Apruebo Dignidad, de creer que el proceso podía seguir tal cual como antes y, por lo tanto, costó mucho que asumieran que habían cambiado las condiciones. También fue complejo desarmar la pretensión de la derecha de que el 62% era de ellos.

¿Qué tan difícil fue que Apruebo Dignidad saliera de esa inercia?

Todavía lo es. La fase jacobina del proceso constituyente sucumbió el 4 de septiembre y eso es una derrota y las derrotas cuesta procesarlas.

¿Cree que ese diagnóstico está más claro en Socialismo Democrático que en Apruebo Dignidad?

En Apruebo Dignidad todavía están viudos de la Convención. E insisto, cuesta procesar las derrotas. Ellos no han llevado a fondo el análisis de esa derrota. A mi juicio, el mayor error de la Convención y los liderazgos que la encabezaron, y aquí hablo de, por ejemplo, (Fernado) Atria, (Jaime) Bassa, (Marco) Barraza, (Patricia) Politzer, es que de alguna u otra manera ellos quisieron ser como Jaime Guzmán, es decir, dejar plasmado en la Constitución un cuerpo ideológico y programático respecto de su proyecto.

¿Eso solo se lo atribuye a Apruebo Dignidad?

Por lo menos en el Socialismo Democrático veo que hay una convicción profunda distinta. Una Constitución no es un programa de gobierno, es un marco común que establece derechos y sus garantías, como también toda la organización del poder que permita el ejercicio de la democracia. Este principio de Jaime Guzmán, de que la Constitución tiene que impedir que los gobiernos hagan algo muy distinto de lo que está establecido ahí, es un principio antidemocrático que supone dejar incorporada una concepción ideológica y un programa dentro de la Constitución.

¿Esa idea guzmaniana de la Constitución como un programa de gobierno lo ve en Apruebo Dignidad?

Por lo que he visto, el PC y el FA siguen pensando la Constitución como un programa de gobierno. A veces lo hacen como propuestas y a veces lo hacen como lamento. Lo hacen como propuesta cuando dicen que este es el programa que van a seguir empujando para que esté en la Constitución. Lo dicen como un lamento, que es algo que me parece mal, cuando se quejan que la Constitución no va a ser tan programática como ellos quisieran.

¿Cree que la fórmula final quedó con mecanismos de control que siguen esa lógica de proteger la propuesta de nueva Constitución?

La fórmula final todavía tiene un déficit desde ese punto de vista. La solución final que establece un sistema de revisión, una especie de cámara revisora que tiene el Comité de Expertos, todavía tiene esa aspiración de control que, insisto, no era necesario, pero que creo que finalmente permitió una solución.

¿Terminaron cediendo ante esa lógica de tutelaje? Así lo han criticado partidos oficialistas.

Diría que uno de los elementos que impidió el éxito de la Convención es que no tuvo ese marco político. Un comité de admisibilidad para hacer respetar ese acuerdo también es absolutamente democrático. No tiene ningún menoscabo. La tutela más seria que logramos revertir era la tesis del órgano mixto.

En algún momento estuvieron a punto de aceptar el órgano mixto.

En algún momento estuvimos dispuestos a aceptarla como una solución para darle continuidad al proceso, pero, a mi juicio, tenía el carácter de antidemocrático ya que los expertos designados iban a alterar la mayoría que resultara de la elección. Desde esa perspectiva, por lo tanto, operaban como un símil de los antiguos senadores designados. El mecanismo final que está en el acuerdo tiene una tutela, pero es una tutela moderada porque opera más bien como un balance de poder.

¿El diseño del proceso garantiza resolver los problemas de legitimidad que tiene la Constitución?

El proceso garantiza una Constitución legítima y podemos y tenemos condiciones para construir un acuerdo que sea sólido en el tiempo. Sin embargo, todos tenemos que actuar con la conciencia de que el proceso no está asegurado y que, incluso, aunque todas las fuerzas políticas estemos de acuerdo, el triunfo de la votación a favor del proyecto en el plebiscito de salida no está garantizado. No podemos cometer el mismo error de la Convención que pensó que hicieran lo que hicieran iba a ganar el Apruebo.

¿Cómo se resguarda eso?

Esto tiene, a mi juicio, dos patas. Creo que el trabajo del Comité de Expertos como el del Consejo tienen una enorme responsabilidad de legitimar el proceso ante un segmento importante de la ciudadanía que quedó desilusionada de la Convención. Y, hay una segunda pata, que es cómo el gobierno y el Presidente Boric van a acompañar el proceso. El Presidente Boric está frente a una disyuntiva estratégica. A veces lo vemos con la puesta en escena del diputado que logró ser Presidente y reivindica el éxito que lo llevó a la Presidencia, pero que muchas veces era empujar, correr cercos, pero también una posición radical y maximalista que impide acuerdos. Muchas otras veces lo vemos como un hombre de Estado que plantea que es mejor un acuerdo imperfecto a que no haya acuerdo. Entonces, el Presidente debe acompañar este proceso con un pacto social y un diseño en que su agenda de reformas la construya con acuerdos transversales.

¿Hay madurez política de la alianza de gobierno para hacerse cargo de esta disyuntiva?

Cuando yo digo que la fase jacobina del proceso constituyente terminó, también a lo que apunto es que el PC y del FA tienen que asumir el cambio de las condiciones y que su propio maximalismo ha generado una regresión conservadora en sectores importantes de la sociedad (...). Si el PC y el Frente Amplio mantienen el diseño que nos llevó a la derrota con la Convención están poniendo en peligro este proceso constituyente y el éxito del gobierno de Boric.