En 1991, Medellín se vio sumergida en una ola de homicidios (11.000 al año) marcados por el narcotráfico y violencia a manos de Pablo Escobar. Ante esto, el gobierno local inició un plan de empoderamiento social para rescatar la ciudad antioqueña a través de inversión, mejoramiento territorial y social que en tres décadas ha permitido la disminución de homicidios y otras mejoras.
Jorge Melguizo fue parte de la iniciativa como secretario del gobierno comunal hasta 2010. Este jueves se presentó en el Seminario Internacional Acción Municipal para un Chile más seguro, organizado por la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM), con el fin de entregar las claves del “Modelo Medellín” a los alcaldes y así intentar disminuir la violencia y crimen organizado en el país.
¿Cuál fue el plan que se ideó para desactivar esa situación?
Supimos que había que cambiar el enfoque de seguridad pura y dura, porque esto no se resolvía solo con más policías. Si bien en un comienzo empezamos a mejorar a las policías, nos dimos cuenta de que los homicidios y las muertes no bajaban en el corto plazo. Tampoco si eran aplicadas solo por un alcalde, gobernador o presidente. Por eso decidimos trabajar en una política integral de todo el gobierno municipal y en alianza con toda la sociedad.
¿Cómo fue esa alianza? ¿Con qué actores se hizo fundamental dialogar?
Desde el gobierno local de Medellín impulsamos alianzas público-privadas-comunitarias que nos entregaron un conocimiento profundo del territorio, de la ciudad y de las comunidades, especialmente infanto-juveniles. Durante seis años los gobiernos locales y alcaldías nos sentamos a conversar con el sector empresarial, las ONG, las organizaciones comunitarias de base, las iglesias, las universidades y generamos el proyecto “Medellín Alternativa de Futuro” que al 2015 ya contaba con resultados sólidos. Nos interesamos en inversión en salud, en educación para los jóvenes y participación ciudadana. Todo eso acompañado de indicadores para saber si estábamos obteniendo resultados en mejorar la calidad de vida. Nos dimos la tarea de cambiar la forma de hacer la gestión pública. Sin eso no tenemos resultados.
Treinta años después, ¿qué resultados obtuvieron?
Medellín es la ciudad que ha bajado 97% su tasa de muerte violenta. Somos la ciudad con mejor calidad de vida del país, donde dos millones y medio de habitantes, el 100%, cuenta con servicios básicos, agua potable, educación, un sistema de movilidad público y equipamientos culturales. El Estado debe hacer presencia en el barrio de una manera integral y no solo como acción policial.
¿Qué es lo que da garantía de seguridad? Usted dijo que ni policías ni ejército lo hace...
Nosotros hicimos un cambio de paradigma: lo contrario de la inseguridad no es la seguridad, lo contrario de la inseguridad es la convivencia. ¿Ustedes se irían de vacaciones a una ciudad que estuviera militarizada? Lo dudo. Si las ciudades más militarizadas y con mayor número de policías fueran ciudades turísticas, Afganistán, Irak, todas serían paraísos turísticos. La gente pide eso como una medida, pero luego se va a pasear donde no vea un policía, donde se sienta segura por razones de convivencia y no simplemente de seguridad.
En Chile se ha utilizado la militarización en zonas conflictivas para crear seguridad. ¿Es una estrategia errada?
No conozco qué hay detrás de la militarización en Chile. Nosotros en Colombia hemos tenido malas experiencias en barrios que han sido militarizados. En cambio, lo que nosotros como autoridades hicimos fue intentar dar un abrazo a ese barrio con lo que llamamos “Proyecto Urbano Integrado”, que permitió generar otro tipo de estrategias y convertir esos barrios en objeto de oportunidades. Si llevas a mil policías, al mismo tiempo lleva a mil educadores, a mil gestores culturales, a mil psicólogos, lleva a mil trabajadores sociales. Porque si solo llevas la fuerza, ¿cuál es la respuesta que estás entregando? Más violencia.
El gobierno comenzó un plan que une a municipalidades y subsecretarías para el combate de la delincuencia. ¿Es suficiente?
Se avanza por buen camino. Lo que se hizo en Iztapalapa, México, es un buen ejemplo. La alcaldesa Clara Urugada inició un proyecto llamado “Caminos para Mujeres Libres y Seguras” que consistía en habilitar caminos de 300 metros o dos kilómetros con mejoramiento de andén, bancas, iluminación, murales y un trabajo con la comunidad y policías para fortalecer las relaciones entre ellos. Este año se cumplen 198 caminos para mujeres, a cinco años de su implementación. Todos los indicadores de criminalidad bajaron drásticamente en dos años. En ese momento tú conviertes a toda la comunidad en una comunidad que está pendiente de los demás.
Chile se ha visto marcado por el aumento del crimen organizado y delitos violentos. ¿Cómo replicar el “Modelo Medellín”?
Hay que tratar este tema no solo con quienes manejan la seguridad. Si Chile comienza a pensar la seguridad como un asunto de todo el gabinete nacional y de todas las secretarías municipales, puede dar un vuelco importante. Así se construye una política de seguridad.
¿Comparte el “Modelo Bukele”?
Detesto el “Modelo Bukele”, porque no es solo un modelo de seguridad, sino que de poder. Este tiene un problema y es que sus medidas son efectistas, no efectivas. La pregunta es, ¿estas medidas de hoy se sostienen en el largo plazo? Es decir, si Bukele deja de ser presidente, ¿se sostienen? Y si Bukele se mantiene como presidente, ¿hasta cuándo se sostiene? Lo de Bukele no es sostenible en el largo plazo.
¿Cómo evitar que las autoridades caigan en el narcotráfico?
El narcotráfico permea todo, permea la política, permea las empresas, permea los estamentos de seguridad, ejércitos, policías, en fin, hay que hacer un trabajo permanente de formación, de cuidado, de cuidar al cuidador y de hacer todo lo posible para que la policía no se haga parte de la criminalidad. En caso de que ocurra, se generará el barajuste total.