José Rodríguez Elizondo: “El proceso electoral peruano está mostrando un país dividido por mitades amargas”

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Pedro Castillo en Cuzco. Foto: Ernesto Benavides/AFP

En entrevista con La Tercera, el abogado señala que “no es descartable” que la estrategia del expresidente de EE.UU. Donald Trump en las elecciones del año pasado, “inspire la de otros perdedores”. Al mismo tiempo, el destacado escritor sostiene que la polarización y las mitades son evidentes: “Una tiene en su vanguardia a un conjunto de abogados y la otra a campesinos armados con machetes. Una espanta con el fantasma de Sendero Luminoso y la otra con el espanto de Vladimiro Montesinos”.


El periodista, abogado y escritor José Rodríguez Elizondo es un agudo observador de la política peruana. En 1976 se fue a vivir a Perú por una década, periodo en el que trabajó como editor internacional en la revista Caretas y por el cual recibió el Premio Rey de España 1984 a la mejor labor informativa, por sus trabajos en dicha publicación. Además fue corresponsal de Hoy y el diario El País y también comentarista del Canal 9.

En entrevista con La Tercera, el autor de Chile y Perú: el siglo que vivimos en peligro (2004) y de Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile (2014), hace un análisis sobre la situación política de Perú tras la segunda vuelta del 6 de junio pasado, que enfrentó a Pedro Castillo y Keiko Fujimori. El candidato de Perú Libre se impuso con el 50,1% de los votos, mientras que la líder de Fuerza Popular obtuvo un 49,8%. Hasta ahora no se ha declarado un ganador porque se están revisando actas impugnadas principalmente por Fuerza Popular. El JNE ya declaró infundadas las impugnaciones de 10 actas presentadas por esta colectividad.

A juicio del actual nominado a Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2021, “no es descartable” que la estrategia de DonaldTrump tras las elecciones de noviembre en EE.UU. “inspire la de otros perdedores. De hecho, analistas independientes han marcado el símil y afirman que hay método en el rechazo de Keiko Fujimori a la victoria de Pedro Castillo”, indicó.

¿Qué conclusión saca de la segunda vuelta en Perú?

La información más seria y neutral disponible, interna y externa, indica que fue un proceso legal y eficientemente conducido por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el organismo peruano equivalente a nuestro Servel.

Teniendo en cuenta la presencia en las elecciones de observadores internacionales, la seriedad de un organismo como la ONPE, el hecho de que los partidos tengan observadores en las mesas, ¿cree factible que haya habido irregularidades serias en el proceso?

Irregularidades hay en todos los procesos electorales y, por lo general, se solucionan en el cortísimo plazo. El que las irregularidades sean serias depende de su constancia en las actas y la comprobación de la ONPE dentro del plazo y según un procedimiento reglamentado. Aquí no estamos ante ese caso. La Misión de la OEA ha sido enfática para avalar la normalidad del proceso y elogiar la labor del organismo electoral. También han avalado el proceso el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Unión Europea.

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Foto: AFP

¿Considera que Keiko Fujimori y sectores afines estén entorpeciendo el desarrollo post electoral? ¿Cree que la estrategia es como la utilizada por Donald Trump en las elecciones del año pasado?

Sin duda, Trump es el peor perdedor y el más importante, en la historia de las elecciones democráticas. Por tanto, no es descartable que su estrategia inspire las de otros perdedores. De hecho, analistas independientes han marcado el símil y afirman que hay método en el rechazo de Keiko Fujimori a la victoria de Pedro Castillo. Es una secuencia en desarrollo, que se inicia con la impugnación de algunas actas, pasa a impugnaciones masivas, sigue con acusaciones de “indicios” o “evidencias” de fraude, induce manifestaciones de protesta en las calles y abre un espacio para dudas y murmuraciones de militares en retiro. En paralelo, hay rumores sobre coimas y se produce la renuncia de un miembro del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), que deja sin quórum al organismo encargado de proclamar al ganador. Todo esto ha creado un ambiente de miedo social que se recicla con las contramanifestaciones masivas, en Lima, convocadas por Castillo.

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El escritor y abogado, José Rodríguez Elizondo

¿Cree posible que para el 28 de julio Perú pueda tener Presidente?

Para los “castillistas”, el objetivo de Fujimori sería ese precisamente: montar obstáculos encadenados, hasta que llegue ese día, que debiera ser el de toma de posesión del ganador proclamado. Muchos piensan que, en ese contexto, los abogados fujimoristas podrían pedir la anulación de todo el proceso y presionar para que se convoque a nuevas elecciones. Sería más gasolina para apagar el fuego. En síntesis, mientras el JNE no proclame ganador, la legitimidad formal de Castillo como jefe de Estado electo está en suspenso.

¿Se puede decir que Perú está más dividido después de esta segunda vuelta de las elecciones?

Es una evidencia. El proceso está mostrando un país dividido por mitades amargas. Una tiene en su vanguardia a un conjunto de abogados y la otra a campesinos armados con machetes. Una espanta con el fantasma de Sendero Luminoso y la otra con el espanto de Vladimiro Montesinos. Por lo mismo, más allá de las impugnaciones y manifestaciones callejeras, hay que ir al fondo social de las cosas. A la efervescencia y tensiones propias de una sociedad en polarización extrema, pero sin partidos políticos con tradición democrática.

Peru's presidential candidate Keiko Fujimori addresses supporters, in Lima
Foto: Reuters

¿Visualiza una ruptura institucional?

Alberto Vergara y Steven Levitsky, analistas destacados, han escrito en el diario The New YorkTimes que “los rumores sobre un posible golpe no son mera especulación”. No es casual que muchísimos fakes (noticias falsas) en circulación tengan como destinatarios a los militares. Es una realidad que convoca a complementar la aritmética electoral con la geometría de la fuerza que yace bajo el miedo “al otro”.

Considerando lo estrecho de los resultados y la composición del Congreso tras los comicios, donde no existe una mayoría, ¿cuál será la legitimidad del nuevo gobierno?

Podríamos discurrir mucho sobre la legalidad, la legitimidad y las posibilidades de gobernabilidad de quien asuma. Pero me parece más urgente profundizar en cuatro grandes temas: la teoría de la democracia, el rol de los partidos políticos que le sirven -le deben servir- como plataforma, el rol de la Fuerzas Armadas en la mantención del orden constitucional y las posibilidades de acción de Francisco Sagasti, el Presidente en funciones. En la actual coyuntura no son temas académicos.

¿Considera que el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, moderó su discurso tras las elecciones?

Ha tratado de dejar en claro que no es el subrogante de Vladimir Cerrón -el líder prontuariado de su organización- y que no es tan fiero como lo pintan. Naturalmente, dado el clima imperante, los de la otra mitad piensan que es un retroceso táctico.

¿Ve posible que en un eventual gobierno de Castillo haya un cambio respecto de los medios de comunicación (como una legislación restrictiva al respecto)?

Foto: AFP

De momento, diría que es posible pero poco viable. Primero, porque Castillo no tiene el carisma de los protodictadores elegidos. Además, los periodistas independientes del Perú son mucho más influyentes que los políticos y el Congreso podría aprovechar para ponerlo en trance de “vacancia”. Su partido, liderado por Cerrón, solo tiene 37 de los 130 escaños que componen el Congreso y que corresponden, en su mayoría a políticos de centroderecha. A mayor abundamiento, los grandes medios tienen experiencia histórica en la materia y cierta inteligencia negociadora.

¿Cuál es su visión sobre el rol que tuvo Mario Vargas Llosa y su hijo Álvaro en la campaña electoral al entregar su apoyo a Keiko Fujimori?

Creo que el gran novelista se apresuró al designar a Keiko como el mal menor y, luego, al apoyarla “fervientemente”. Quizás confió demasiado en el éxito que tuvo como Gran Elector en dos o tres elecciones anteriores. Quienes lo admiramos hubiéramos preferido una reflexión más profunda sobre los límites del “malmenorismo” en el marco de una democracia. Los resultados de la primera vuelta ya dejaban en claro que el poder presidencial sería para una minoría, sin vocación de coexistencia con las otras minorías y que las organizaciones que apoyaban a los candidatos en pugna no calificaban como partidos estructurados. En ese contexto, el escritor pudo jugar un rol más “papal” y aprovechar su autoridad para emitir una convocatoria a la paz y a la reflexión ciudadanas. Su hijo Álvaro, a quien estimo mucho, lo siguió lealmente y, de paso, fue el único buen orador que tuvo Fujimori en su campaña.

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