“Estamos bien con los pies en la tierra respecto de lo que se puede avanzar en este período”, enfatiza el timonel de Revolución Democrática (RD), Juan Ignacio Latorre. El senador se distancia de la idea de que la alocución del Mandatario del pasado jueves represente una renuncia al programa original. Sin embargo, sí aclara que en el ejercicio de gobernar el Ejecutivo ha debido priorizar.
Durante la semana, distintas voces dijeron que la cuenta pública sería un punto de inflexión en el rumbo del gobierno, incluso se habló de los primeros “legados”. ¿Cómo resolvió el Mandatario esas expectativas?
El Presidente fue bien claro en decir que acá tenemos convicciones, una hoja de ruta para avanzar, pero que también tenemos flexibilidad táctica para ir ponderando las prioridades ciudadanas. Y a veces, en temas que tal vez no estaban tan considerados en el programa. Pasó con los incendios en el verano, la crisis de seguridad pública o migratoria.
Y esta repriorización, ¿no implica una derrota respecto de la hoja de ruta original?
Ir constantemente revisando las prioridades no implica renunciar o dejar atrás las convicciones que tienes para todo el período. Un ejemplo es la Ley de Royalty Minero. Salió un proyecto distinto al original y distinto al que programáticamente hubiésemos querido. Nosotros queríamos recaudar más, pero el acuerdo con las mineras, con la oposición, sabiendo que no se tienen las mayorías, fue suficiente para implementar un royalty gradual y mucho más acotado que el del programa original. ¿Eso es una renuncia? Yo creo que no. Tenemos claro hacia dónde queremos llegar: a un Estado de bienestar social para Chile y eso va a implicar diálogo, moderar algunas cosas, gradualidad, ceder para llegar a acuerdos.
Siempre vuelve a la memoria política lo ocurrido en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, el “realismo sin renuncia”.
Acá no hay ninguna renuncia como ocurrió con el gobierno de la Presidenta Bachelet, estamos en otro contexto. Del “realismo sin renuncia” se ha hablado mucho, y yo no aplicaría esa misma categoría. Acá hay un compromiso de avanzar lo más que se pueda en la hoja de ruta y con las fuerzas que se tienen. Somos minoría, pero al mismo tiempo tenemos claridad que las cosas en las que creemos son buenas para Chile.
Esa gradualidad en ciertos temas, ¿no significa un ajuste en las expectativas del sector?
Nosotros, mi partido, el oficialismo y el Frente Amplio tienen claridad en el contexto en el que estamos. Estamos con los pies bien en la tierra respecto de lo que se puede avanzar en este período y lo que vamos a empujar lo más posible para cumplir con lo comprometido a la ciudadanía. Discrepo de la visión que plantea que no hubo tantos anuncios.
Varios de ellos ligados a la aprobación de la reforma tributaria.
Claro, muchos de ellos están condicionados a la reforma tributaria, pero son de corto plazo. En julio pretendemos avanzar en el Senado con la reforma tributaria y ojalá este 2023 cerrarlo con un pacto fiscal. Se empezaría a recaudar y a implementarse cosas bien concretas, como los compromisos en materia de cuidados, el fin a las listas de espera en salud, el Crédito con Aval del Estado (CAE), la deuda histórica de los profesores. Son varias las cosas condicionadas a un pacto fiscal, pero que son de corto y mediano plazo. No son cosas para la próxima década.
Pero se asoma una reforma distinta, con ciertas concesiones. ¿Eso va a implicar dejar algunos pendientes del programa?
Eso lo veremos en el desarrollo de la tramitación. Creo que este segundo intento de pacto fiscal viene más acotado que el primero, en términos de expectativa de recaudación. Se habla de alrededor 2,5 puntos del PIB como meta de recaudación y con distintos mecanismos. Hay criterios que el gobierno va a empujar, que tienen que ver con la justicia tributaria, la equidad de que quien más tiene, aporte más, pero con flexibilidad y pragmatismo.
¿Y si se vuelve a rechazar?
Si se vuelve a rechazar, si no hay voluntad política, si la derecha bloquea -que lo puede hacer, porque tiene los votos-, es malo para Chile y genera un escenario de inestabilidad para adelante y habrá que buscar un plan B. Yo no tengo ahora la receta y no quiero ponerme en ese escenario.
Enfocándonos en el CAE, algunos extrañaron que no se deslizara un mecanismo concreto, gradual, de inicio de la condonación. ¿Fue resentido en su sector?
El Presidente ha sido muy claro, tanto en el discurso del año pasado como ahora que, aprobada una reforma tributaria, él va a presentar un proyecto para reemplazar el crédito, sacar a la banca y condonar parcialmente, sobre todo a quienes están más precarizados por deuda educativa. Hay propuestas que las tiene bien elaboradas la Subsecretaría de Educación Superior, pero lo responsable es hacerlo una vez aprobada la reforma tributaria. En eso, nosotros vamos a insistir.
Retomando lo anterior, ¿no es anticipado hablar de “legado”? La misma vocera dijo que fue un error.
Los legados son cosas en las que un gobierno logra avanzar, una ley que es permanente, que es muy difícil de revertir (...). No da para una polémica ni para una división al interior del oficialismo. Son distinciones que no son tan relevantes. Yo no pondría todo en categoría de “legado”, sino que cosas que -insisto- son significativas por las cuales va a ser recordado este gobierno.
Con la nueva insistencia en la reforma tributaria, se requerirá al oficialismo coordinado para dialogar con sus pares en el Parlamento. ¿Cómo se reordenarán las fuerzas oficialistas?
Esa reforma y la de pensiones van a implicar mucho diálogo político, donde hay que disputar culturalmente el sentido de las reformas (...). Esto se está discutiendo en los distintos partidos, y nosotros como RD lo hemos discutido también, sobre avanzar hacia una sola alianza de gobierno. Los bloques, Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático, son fruto de pactos electorales que llevamos hace algunos años, en las parlamentarias y presidenciales de 2021. Hoy, bajo el liderazgo del Presidente Boric, ya se han desdibujado esos pactos.