A casi 11 meses de la entrada de Joe Biden y Kamala Harris a la Casa Blanca, es un hecho que la conocida “luna de miel” de los gobiernos entrantes terminó, y la administración demócrata enfrenta cada vez más problemas para mantener la opinión pública de su lado. Para la vicepresidenta estadounidense, la primera mujer y afroamericana en ocupar el cargo en la historia del país, el desgaste natural de la administración le está pasando más factura de lo normal.
La renuncia de dos asesoras de comunicaciones de Harris solo vino a coronar una tensión que venía tiempo conformándose en el ala oeste de la Casa Blanca. Un reportaje de CNN mostró la frustración reinante entre sus consejeros, que hablan de una vicepresidenta “marginada” y “maniatada” dentro de la administración Biden. Para peor, Harris recibió entre sus encargos una de las peores batallas: la crisis migratoria en la frontera con México.
En general, el rol del número dos en el gobierno de EE.UU. comporta una ambivalencia tramposa: si para Nelson Rockefeller solo se trató de “ir a funerales y terremotos”, y otros lo describieron como la oficina más insignificante de la historia, para las administraciones más recientes ha servido como figura capaz de establecer un contrapunto con el presidente, llegando a perfilar futuros candidatos como fue el caso del propio Biden con Barack Obama y Al Gore con Bill Clinton.
Los sondeos dan cuenta de una pérdida de popularidad tanto del presidente como de la vicepresidenta: mientras Biden tiene un porcentaje de apoyo de 42%, Harris registra un 40%, según Real Clear Politics, sitio que promedia distintas encuestas. El diario Los Angeles Times analizó distintos datos del portal, y concluyó que la baja en la popularidad de Harris es más grave que la que vivieron, en el mismo período, los últimos cuatro predecesores: Mike Pence, Joe Biden, Dick Cheney y Al Gore.
Una de las razones que esgrime el medio para esta particular baja es la mayor polarización de Estados Unidos: “A medida que el país está más dividido entre demócratas y republicanos, los vicepresidentes la tienen más difícil para contar con la aprobación del gran público”.
A pesar de que el gran factor que define la aprobación o rechazo es de índole partisana, el género y raza de los encuestados juega un rol importante. Mientras el 44% de las mujeres consultadas apoya a Harris, solo un 34% de los hombres lo hace. En tanto, el 74% de los votantes negros se declaró favorable a la vicepresidenta.
La importancia de estos números resalta de cara a noviembre de 2022, cuando ocurran las elecciones de medio término en Estados Unidos. En ellas, se elegirá a un tercio del Senado, conformado hoy por 50 legisladores demócratas y 50 republicanos.
Pero esta baja, natural en el período, se refuerza con las tensiones que ocurren al interior del equipo de la vicepresidenta. Este 18 de noviembre, la jefa de prensa de Harris, Ashley Etienne, renunció al cargo “en busca de otras oportunidades”, según indica Vanity Fair.
A esta baja se le sumó la semana pasada la de Symone Sanders, principal portavoz y asesora de Harris, que dejará el cargo definitivamente a finales de año. Sanders había sido una colaboradora de confianza para la vicepresidenta, acompañándola durante la campaña electoral y el período de transición entre gobiernos.
En un reportaje de CNN, en que se entrevistaron a más de 30 funcionarios y asesores de la Casa Blanca, se habló de “exasperación y disfunción”, indicando que muchos dentro del círculo de la vicepresidenta consideran que no ha sido lo “suficientemente posicionada” dentro del gobierno. “Ella misma ha llegado a decir a algunos confidentes que se siente restringida respecto a lo que es capaz o no de hacer política”, señala la investigación.
“Aquellos alrededor (de Harris) se mantienen cautelosos de siquiera mencionar ambiciones políticas futuras, viendo al staff de Biden altamente atento con los signos de deslealtad”, indica CNN. En entrevista con la cadena ABC, la vicepresidenta comentó respecto al paquete de ayuda en infraestructura que se estaba aprobando: “No tengo la sensación de que me estén infrautilizando. Estamos sacando esto adelante, y lo estamos haciendo juntos”.
Por otro lado, CNN destaca el tema de las expectativas respecto a la vicepresidencia de Harris: “Es un acertijo único para ella. La gente está esperando que una vicepresidenta histórica esté haciendo historia todos los días, cuando el hecho es que está tratando de cargar con los deberes de un rol secundario”.
Ahora bien, un encargo que sí recibió la vicepresidenta es el de la gestión de la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos. Harris ha tenido reuniones con el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y tuvo una polémica en su visita a Guatemala, donde dijo abiertamente a quienes estuviesen pensando en llegar a su país “no vengan a Estados Unidos”. Con eso, se ganó las críticas de las alas más progresistas del partido demócrata.
Además de su viaje a Centroamérica, Harris voló a París a reunirse el mes pasado con el Presidente Emmanuel Macron, en lo que se vio como una reconciliación entre Estados Unidos y Francia luego de la crisis de los submarinos, en que Australia suspendió un contrato de compra de armamento galo para adquirir el norteamericano. En ese entonces, Francia afirmó sentirse “traicionado” por su aliado.
“No debemos dar las relaciones por sentadas (...) Es indudable que estoy aquí como representante de mi país y mi presencia es señal de la prioridad que EE.UU. otorga a Francia”, dijo entonces la vicepresidenta.