Tras su derrota en la segunda vuelta de gobernadores de la RM ante el DC Claudio Orrego, Karina Oliva (Comunes) comenzó un proceso de reflexión. Se tomó un tiempo para estar con su familia, y luego retornó con sus equipos para hacer un diagnóstico autocrítico.
Con ganas de dejar el pasado atrás, Oliva se tienta ahora con una candidatura al Senado e impulsará una plataforma política para articular distintas visiones, desde Apruebo Dignidad, pasando por la Lista del Pueblo y dirigentes ciudadanos.
Según la encuesta Pulso Ciudadano del 29 de mayo, un 32,5% decía votar por usted y un 21,7% por Orrego. Tenía la primera opción. ¿Qué pasó?
Nuestra campaña creció mucho. Logramos ganar con una gran diferencia en comunas como Maipú y Puente Alto, La Florida. Sin embargo, creo que hay variables que tienen que ver con que nos costó movilizar a la gente el día de la elección. El momento de la elección fue difícil por las variables que había alrededor. El contexto de la pandemia, la cuarentena decretada días antes, el agobio y cansancio de una fatiga electoral. Todavía la gente nos ve como la alternativa. Pero para llevar a las personas a la urna hay que hacer un ejercicio mayor.
En Maipú, por ejemplo, Ud. sacó 59 mil votos y el Frente Amplio sumó 90 mil en las municipales. ¿Es culpa de su coalición?
No. En eso soy bien autocrítica. Yo no soy alguien que va repartiendo culpas. Siempre me sentí muy respaldada y apoyada. Tiene que ver con que son contextos distintos. Si uno revisa las cifras a nivel metropolitano, Karina Oliva tuvo más votación que Apruebo Dignidad. Y no es lo mismo una elección municipal a una de gobierno regional. No existe esto de los traspasos de votos directo. El proceso de convocar a la gente, que vaya a votar. Eso requiere un trabajo de despliegue territorial mucho más grande del que logramos hacer. No quiere decir que nuestra evaluación sea que hubo un error o una culpa, tuvo que ver con el contexto.
Pero Jorge Ramírez, presidente de Comunes, acusó que hubo sectores del Frente Amplio que no la apoyaron.
Cada uno puede evaluar cuánto pudo y debía hacer. Esa evaluación es muy personal, e implica también conocer lo que están viendo los otros. Pero, por ejemplo, a mí me acompañaron siempre Gabriel Boric y Daniel Jadue, permanentemente. Crecimos mucho. Yo soy hoy la candidata con la mayor votación en la Región Metropolitana en la historia de la izquierda chilena.
¿No hay en el Frente Amplio dos almas, una más elitista que otra que no la quiso apoyar?
No, no. Yo creo que cuando se habla de clasismo y machismo, sobre todo viene de los sectores más conservadores del país. Evidentemente, genera ruptura, tensión y temor entre quienes siempre han estado en el poder. Yo no lo circunscribo al Frente Amplio. Sin embargo, creo que el Frente Amplio tiene la responsabilidad de llegar más fuerte a los sectores populares. Tenemos que llegar con más ahínco como proyecto político, y eso significa que la gente se sienta frenteamplista. Yo sentí una campaña agresiva por parte de los sectores de la derecha. Muy clasista. Caricaturizando mi historia, mi trayectoria, mi militancia política.
Se le acusan errores propios. Una foto con Pablo Maltés, un video con una influencer.
Cuando se enfrentan estos procesos, evidentemente se cometen errores, y uno tiene que ser muy autocrítico y autocrítica de esos momentos. Yo pude darme cuenta de que el impacto que tuvo la foto con Pablo Maltés no lo tuvo en la mayoría de la ciudadanía. A él lo evalúan bien, pero sí tuvo un impacto en nuestro mundo político. Reflexionaba cómo uno es autocrítico de socializar más las decisiones, cómo transmitirlas, cómo generar seguridad. Creo que ahí está el error. Cómo tú lo transmites, el lugar que tú escoges, el momento, el timing. Uno tiene que prever siempre.
También se le criticó no estar preparada para el cargo.
Las competencias que tengo son bastantes. Nunca tuve dudas de tenerlas. Hay una lógica permanente de los liderazgos masculinos de decir que las mujeres no estamos preparadas. Eso no me sorprende.
¿Y las polémicas como el apoyo de un cuestionado concejal de su partido?
Yo soy una candidata y una militante. ¿Qué espero del Frente Amplio y del sistema político chileno? Es que mejore sus evaluaciones del marco regulatorio para que alguien sea candidato.
¿Siente que se farreó la campaña?
Tengo la sensación de que pudimos haber ganado. No creo que nos la hayamos farreado, porque hace seis meses yo no era conocida. Pudimos haber construido un gobierno regional diferente, y ahí uno dice ‘pucha, no debí hacer esto’ o ‘debí fortalecer esto otro’. El ganar no dependía sólo de mí, también dependía de quién estaba al frente. Y al frente mío tuve que enfrentar no solo a la candidatura de la DC, de Unidad Constituyente, sino también a la correlación de fuerzas que se generó desde el Partido Republicano hasta RN para que yo no ganara.
¿Entonces no es autocrítica?
Esta candidatura nueva, feminista, popular, incomodó a la derecha, y el voto que hubo fue para que no ganáramos. No fue un voto para el proyecto que representaba la Unidad Constituyente. Fue un voto en contra nuestro. Nuestra responsabilidad en no haber ganado es que debimos tener claro que iba a pasar eso con los sectores más conservadores de Chile Vamos. ¿Por qué no lo vimos? Mi autocrítica es que uno nunca puede dejar de ir más allá: debimos convocar a todos los sectores de Unidad Constituyente, y ahí me refiero al PS. Si en Puente Alto sacamos 55 mil votos en primera vuelta, debiesen haber sido 100 mil en segunda. Mi mayor autocrítica es que esta vez me faltó insistir en mis corazonadas políticas, en mi olfato, que nos permitió ganar la primaria y la primera vuelta. Lo otro que me duele mucho es que no logré, en general, controlar este sentido de triunfalismo en la campaña.
¿Ha pensado en una candidatura al Parlamento?
Yo me puse a disposición del partido. A veces digo, ¿para qué? En lo personal fue chocante pasar de ser alguien que no era conocido, a salir y que te pidan fotos, que te reconozcan. Me gustaría aportar en el Parlamento, también podría ser en un posible gobierno. El Congreso va a contribuir mucho a implementar la nueva Constitución, y si el partido me dice que soy mejor candidata para el Senado, estoy disponible. Evidentemente, esa es una alternativa real. Tuvimos el triunfo entre las manos, pero nos ganó el triunfalismo.