La creciente rebelión de las mujeres en Irán tras la muerte de Mahsa Amini
Ciudades como Teherán, Qom, Isfahan han visto sus calles con manifestantes que queman sus hijabs y protestan contra el régimen. Una situación similar se ha registrado en colegios y universidades. Sin embargo, existe escepticismo sobre si esto puede significar un cambio en el país islámico.
Asus 27 años, Hanieh -como prefiere ser identificada- ha desafiado las leyes integristas, discriminatorias del régimen iraní. Su cara se volvió viral en 2016 luego que divulgara cómo se había disfrazado de hombre para poder ir a ver un partido de fútbol y ahora tampoco ha quedado ajena a las protestas que desde hace semanas se suceden en el país. “Basta de jerarquías religiosas y dogmáticas que releven a las mujeres a un segundo plano.Estamos en el siglo XXI, los jóvenes estamos cansados de esto, de las reglas en este país. Lo que pasó con Mahsa Amini ocurre siempre acá”, comenta a La Tercera.
“No me extraña la represión de las protestas, siempre es así. No tenemos esperanza aquí, los jóvenes están muy enojados y por eso protestamos”, añade.
Hace casi tres semanas, las mujeres iraníes comenzaron a inundar las calles de Teherán, Qom, Isfahan y otras ciudades para reclamar por más derechos, luego de la muerte de Mahsa (Zhina) Amini ocurrida el 16 de septiembre. La joven de 22 años fue detenida por la policía de la moralidad por no usar “correctamente” su hijab, en lo que se trató de una operación de rutina en Irán, debido a que decenas de mujeres son detenidas casi a diario por lo que el Estado iraní considera violaciones del código de vestimenta.
El hijab, el velo islámico, es obligatorio en Irán, aunque algunos ven esta regla como “relajada”, ya que a veces se ve parte del cabello de las mujeres.
En algún momento durante la detención de Amini, la joven kurda fue torturada. Un día después, fue declarada muerta. Poco sabían las autoridades que el destino de Amini desencadenaría una protesta única que se extendería desde su provincia natal de Kurdistán hasta la mayoría de las principales ciudades de Irán.
La participación de mujeres de todos los ámbitos de la vida iraní y el simbolismo de quitarse el hijab y luego quemarlo, no tiene precedentes, explicó en un artículo Rasha Al-Aqeedi, subdirectora de Medio Oriente de la revista New Lines.
Desde entonces, los manifestantes se han estado enfrentando a las fuerzas de seguridad por semanas. En algunos lugares se ha visto a mujeres bailando, celebrando los pocos momentos de fugaz libertad con vítores y aliento de los hombres. Las imágenes de las protestas se han difundido rápidamente a través de las redes sociales y tradicionales, con énfasis en la eliminación y quema del hijab. Las colegialas iraníes se han quitado el velo, y han mostrado el dedo a los líderes del régimen al tiempo que cantan “muerte al dictador”, mientras que las celebridades y los políticos se han cortado el pelo para apoyar el levantamiento. Las escenas recordaban las imágenes virales de 2017 de mujeres sirias que se quitaban los velos y les prendían fuego después de huir del grupo Estado Islámico.
Las fuerzas de seguridad han tratado de dispersar las manifestaciones con gases lacrimógenos, perdigones de metal y, en algunos casos, con fuego real, según grupos de derechos humanos. La televisión estatal iraní reportó que los violentos enfrentamientos entre manifestantes y la policía se han cobrado la vida de al menos 41 personas. Sin embargo, grupos de derechos humanos han confirmado 53 muertes, mientras que la agencia de noticias Fars calculó el número de fallecidos en “alrededor de 60″ la semana pasada.
El Consejo Nacional de Resistencia de Irán ha elevado la cifra, diciendo que al menos 400 personas han muerto y 20.000 más han sido arrestadas.
“El hijab ha sido, y continúa siendo, utilizado como una herramienta de opresión en demasiados estados de mayoría musulmana. Pero la quema del hijab en Irán no se alinea con lo que afirman los exmusulmanes e islamófobos. No es necesariamente un ataque al Islam o a la religión en general. Por supuesto, es imposible saber lo que cada manifestante cree en su corazón, pero creo que es justo decir que quitarse el velo obligatorio y prenderle fuego es, ante todo, un rechazo a las leyes forzadas, la opresión y la brutalidad impuestas al pueblo iraní por la República Islámica, incluida la criminalidad sancionada por el Estado que mató a una joven inocente e indefensa por mostrar un poco de su cabello”, añadió Al-Aqeedi.
En la misma línea, la escritora iraní-estadounidense Nina Ansary señaló en el portal Sunday Paper que las manifestaciones han ido “más allá de querer cambiar las leyes de uso obligatorio del velo”. “Lo que estamos presenciando hoy refleja décadas de represión brutal y los iraníes luchan por la libertad, los derechos básicos y la dignidad humana. Han soportado penurias inimaginables debido a la inflación, la corrupción, la mala gestión económica y la falta de libertad social y política. El modus operandi del régimen siempre ha sido silenciar a la oposición y la disidencia mediante medidas coercitivas, tácticas de intimidación, tortura y duras penas de prisión”, indicó.
“Mahsa Amini pagó el precio más alto por las políticas de género misóginas y anticuadas del régimen. Las protestas provocadas por la muerte de Mahsa Amini han provocado indignación mundial. Esta no es la primera vez que los iraníes expresan su descontento. La última protesta, allá por 2019, fue principalmente contra los altos precios de la gasolina y el aumento del costo de vida. En lugar de abordar las quejas de la gente, el régimen tomó represalias cerrando internet y masacrando a más de 1.500 iraníes. Hoy, una vez más han tomado represalias cerrando internet y emprendiendo una violenta represión con más de 100 muertos y 1.800 encarcelados hasta ahora. Además, han detenido a periodistas, artistas y deportistas que han mostrado su apoyo a los manifestantes”, sostuvo.
¿Cambio de régimen?
Si bien existe el consenso de que estas manifestaciones no tienen precedentes en los últimos años en Irán, existe la duda entre los analistas sobre si puedan gatillar a un cambio de régimen. En ese sentido, el experto Titra Parsi, vicepresidente del Quincy Institute, escribió una columna en el portal de la cadena MSNBC en el que recordó lo ocurrido en 1978 cuando después de meses de crecientes protestas y huelgas contra su gobierno despótico, el sha de Irán trató desesperadamente de apaciguar a las masas en una transmisión televisada del 6 de noviembre de ese año. “Escuché la voz de su revolución”, dijo el sha mientras reconocía los errores del pasado y prometía enmendar sus costumbres. Pero en lugar de salvar su gobierno, ese fue el momento, según la narrativa de los revolucionarios, en que el sha selló su propia desaparición.
“Lo que hizo el sha en 1978 es lo que los líderes de la República Islámica de Irán se niegan a hacer hoy, mientras los iraníes continúan expresando su indignación por la muerte de Mahsa Amini. Debido a que piensan que el intento del sha de encontrar a los manifestantes a mitad de camino fue su error más decisivo, los gobernantes de línea dura de Teherán han regido durante más de 40 años con la máxima de nunca ceder ni un centímetro, para que no caiga todo el régimen revolucionario”, escribió Parsi.
“Los líderes actuales de Irán sacaron de la percibida blandura del sha: al obstaculizar la reforma, reducir el espectro político de Irán y encarcelar a los disidentes, la República Islámica se ha asegurado de que los iraníes no tengan cada vez más fe en la reforma y les ha hecho concluir que no tienen otra opción que pedir mucho más: el fin del gobierno clerical. A pesar del coraje inspirador de los manifestantes, hay pocas señales de que, en el futuro inmediato, logren derrocar al régimen. No ha surgido un liderazgo claro para el movimiento, y la voluntad del régimen de usar la fuerza bruta es inquebrantable. Lamentablemente, la insensatez del régimen garantizará que haya más Mahsa Aminis y abundantes razones para protestar”, concluyó.
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