Las huellas, cual migas de Hansel y Gretel, han quedado esparcidas a lo largo de varios países de Latinoamérica: bolsas con cuerpos destrozados en Bogotá, prostíbulos con inmigrantes y menores de edad obligadas a realizar comercio sexual en Perú y un cuerpo enterrado en el norte de Chile son solo algunas de las trazas que la megabanda venezolana conocida como el Tren de Aragua ha dejado en la región.

Presentes en al menos otros seis países de América Latina, esta banda ha ganado notoriedad en el continente durante 2022 por su violento cometido y la heterogeneidad de la economía delictiva que sustenta a la organización, donde destaca la trata de personas, la explotación sexual, el tráfico y microtráfico de drogas, el contrabando, el secuestro, la extorsión y el sicariato.

Su internacionalización, explicaron a La Tercera investigadores y periodistas que han seguido sus pasos, se dio por factores como la masiva salida de venezolanos de su país, sumado a su particular estructura organizacional. La lealtad, el degradado sistema penitenciario de Venezuela y la habilidad de la banda para adecuarse al contexto donde operan son otros factores que explican su expansión.

La historia de la megabanda

Abordar el cómo se formó el Tren de Aragua es hablar de la historia penitenciaria de Venezuela. El origen de esta megabanda ha sido constantemente ligado a un supuesto sindicato de obreros que iba a participar de la construcción del Ferrocarril de Venezuela, proyecto que buscaba unir al país a través de un tren.

Sin embargo, la periodista de investigación venezolana Ronna Rísquez asegura que no existe sustento que pruebe dicha historia. Más bien, sería la aparición de una figura dentro de las prisiones llamada el “pran”, que surgió como resultado del descontrol del Estado sobre las cárceles, lo que habría catalizado su creación.

“Lo concreto es que había una banda que operaba fuera del Centro Penitenciario de Aragua (conocido como Tocorón) liderada por ‘Chino’ Pedrera. Esto coincide con el nacimiento de los ‘pranes’ y su control de las cárceles. Algunos de los miembros de la banda pasaron por la prisión de Tocorón, donde conectaron con sus líderes, dando inicio al Tren de Aragua”, explica Rísquez, experta en crimen organizado y derechos humanos.

Imagen satelital del Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como Tocorón. Cárcel desde la que Héctor "El Niño" Guerrero lidera al Tren de Aragua.

Consultado por La Tercera, el director del Observatorio Venezolano de Violencia, el sociólogo Roberto Briceño-León, aseguró que fue en 2005 cuando el gobierno de Hugo Chávez decidió “entregarles el control interno de las cárceles a los propios presidiarios a través de un acuerdo en el que se eliminaba el control externo y ellos se encargaban de mantener el orden interno de la cárcel y evitar muertes”. Con el paso del tiempo, se hizo evidente que la política falló, pues durante tres años las autoridades no sabían cuántos internos tenía cada cárcel, detalla Briceño-León.

Entre los máximos exponentes de esta nueva autoridad estaba Wilmer José Brizuela, alias “Wilmito”. En su celda de la prisión de Vista Hermosa, detalla el periodista Alfredo Meza en 2013, tenía colgado un rifle de asalto AR-15 y una pistola 9 mm. Era el amo y señor del lugar.

En Tocorón, un año más tarde, otra fuerza se alzó. “La primera vez que surge el nombre Tren de Aragua es en 2014″, explica Rísquez. Su líder -según lo que se sabe, hasta el día de hoy- sería Héctor “El Niño” Guerrero, aunque no se descarta que haya más cabecillas. Tres años después de la entrevista de “Wilmito”, este fue trasladado a Aragua, el 9 de marzo de 2017. Veintitrés días más tarde, cuatro reos entregaron en silencio el cuerpo del “pran” a la guardia. Tenía una bala en la frente que, según la prensa local, llegó por encargo de “El Niño”. Esa noche, innumerables tiros se escucharon desde la azotea de Tocorón. Sus hombres lo despidieron disparando sus AK-47 y AR-15, y “El Niño” Guerrero consolidó su control en la infame cárcel.

La operación del Tren de Aragua

Además de armas de alto calibre, los reos también poseen una piscina, restaurante (El Sazón del Hampa), visitas que se pueden quedar por días, una discoteca llamada Tokio (que un entrevistado de Roberto Briceño-León definió como “la mejor del país”) y un banco con acceso a pago con tarjetas bancarias, donde muchas víctimas acuden para transferir el pago de extorsiones, secuestros y robos de autos. Es en este lugar, en Tocorón, donde se inician las operaciones de la temida agrupación. El “pran” o “principal”, como se le dice al interior de las cárceles, es el encargado de movilizar las actividades económicas, cargo ocupado por “El Niño” Guerrero.

Parte importante de los lujos carcelarios los paga la propia población penal a través de un impuesto llamado “la causa”, que aceptan “para no ser agredidos, atacados ni desterrados de ciertas zonas de la prisión”, dice Ronna Rísquez.

Briceño-León detalla que “empezaron a operar como lo que en la sociología llamamos una mafia: una venta de protección personal. El delito común, donde las bandas robaban a los comerciantes, fue sustituido por la extorsión, donde les cobran a los vendedores para que no sean robados por ellos mismos o por otros grupos”.

“Inicialmente esta banda tenía una forma clásica y piramidal, que en las cárceles venezolanas tiene al ‘pran’ en su tope, luego están los lugartenientes o luceros que gobiernan ‘carros’. Pero la banda ha mutado. De acuerdo con evaluaciones de la Policía Nacional, es ahora una especie de confederación de grupos o células, lo que extiende su cobertura geográfica y la posibilidad de incursionar en otras actividades más allá de la extorsión”, afirma el periodista venezolano especializado en criminalística Javier Mayorca Ramos.

Siguiendo un modelo de “tercerización criminal”, dijo a InSightCrime el exmiembro del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Venezuela, Sergio González, los líderes realizan alianzas con bandas menores en el país y les ofrecen “soporte logístico, fuerza adicional y armamento” a cambio de parte de las ganancias del ilícito e inteligencia sobre las operaciones de la policía. Método similar al que aparentemente utilizan actualmente en el extranjero.

Internacionalizando el delito

Su salto más allá de las fronteras de Venezuela se explica por varios motivos. En primer lugar, está su interés por el dinero, el que escasea en ese país tras la crisis humanitaria. Controlar territorios, ya sea para el tráfico de drogas o realizar sus actividades en un lugar controlado es otra razón. Y tercero, la diáspora venezolana que aceleró los procesos para la internacionalización, donde la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha cifrado en seis millones.

Su presencia se ha confirmado hasta ahora en al menos seis países del continente: Colombia, Ecuador, Brasil, Bolivia, Chile y Perú. Hasta hace unos meses, no había demasiada información sobre la forma en que se organizaban fuera de Venezuela. Pero eso cambió con el decomiso de celulares de uno de los lugartenientes enviados a Chile, quien aparentemente llegó por encargo directo de “El Niño” Guerrero.

Como detalló La Tercera en junio de este año, la información que maneja la policía es que fue a fines de 2017 o inicios de 2018 cuando los líderes del Tren de Aragua enviaron a Carlos “Estrella” González hacia Chile para dirigir las operaciones en el país, siendo de los pocos miembros en regularizar su estancia.

Al respecto, Briceño-León calificó el modelo como “una especie de federación delegada o una suerte de franquicia. Es decir, son enviados y financiados para que vayan a instalarse en algunos lugares”. En Arica, “Los Gallegos” serían quienes tomaron la “marca”, y los que torturaron y asesinaron a miembros de bandas rivales y amenazan a pobladores del cerro Chuño con el pago de “la vacuna”, un impuesto que cobraban y luego enviaban a Venezuela, detalló la policía días atrás.

Operativo de la PDI de cuando se encontró un cuerpo en el Cerro Chuño, Arica.

Contrario a la vida ostentosa de muchas bandas delictuales, los miembros del Tren de Aragua en el extranjero se caracterizan por su bajo perfil. Tras la captura de “Estrella”, sus vecinos lo describieron ante este medio como “quitado de bulla”, recordando que a menudo salía a pasear con su perro.

Edison Agustín Ibarra, conocido como “Catire Santa Rita”, era el encargado de las operaciones en la costa Pacífica de América del Sur desde una cárcel peruana, lugar donde se mantiene preso desde 2018. Con este último se reportaba “Estrella”, pero las investigaciones no descartan un trato directo con “El Niño”.

A nivel regional, la policía de Perú fue la primera en dar la alerta en 2018, cuando capturaron a cinco miembros de la banda en un asalto bancario. Luego fueron ligados al desmembramiento de dos sujetos en un hotel y al manejo de seis burdeles, donde dirigían una red de trata de personas y explotación sexual.

Ecuador, el tercer país que más migrantes venezolanos ha recibido en el mundo, ha visto en este tópico la influencia del Tren de Aragua. La extorsión en las inmediaciones de los terminales de transporte eran el centro de operación de los detenidos que fueron asociados a la organización, donde incluso apuñalaron a quienes se les oponían.

Dos de los capturados por la policía colombiana, quienes estarían detrás de la tortura y el asesinato de un "dealer" de la competencia y que se relacionan con el Tren de Aragua.

En Bogotá fueron 16 bolsas las que se encontraron. En su interior había cuerpos fracturados en múltiples lugares. Luego se conocería un video donde los autores grabaron las torturas para infundir terror en las bandas de narcotraficantes de la zona, en una tónica que se repite en la región: atacar a bandas rivales por el control territorial. Los presuntos asesinos se habrían juntado en un bar con miembros del Tren de Aragua tras cometer el delito en la capital colombiana.

De momento, las investigaciones apuntan a que el territorio boliviano se ha utilizado como corredor para el tráfico de mujeres hacia Chile, donde son explotadas sexualmente, informó el diario cruceño El Deber. Pisiga Bolívar, pueblo limítrofe entre ambos países, sería el lugar donde el Tren se estableció, pero emisarios captarían a colombianas y venezolanas en las grandes ciudades para luego ser víctimas de trata de personas.

Sobre Brasil hay reportes que indican una alianza con el Primer Comando de la Capital (PCC), organización con la que habrían planificado el asesinato de fiscal paraguayo en Colombia, Marcelo Pecci, hecho ocurrido el 10 de mayo pasado, mientras pasaba su luna de miel en una isla cerca de Cartagena de Indias. En 2019, el secretario de Seguridad Pública del estado brasileño de Roraima, Olivan Junior, dijo al medio UOL que cuando los miembros del Tren de Aragua eran llevados a las cárceles brasileñas, estos se presentaban como parte del “pranato” de Héctor “El Niño” Guerrero.

La violencia con la que operan les permitió imponer su método ante bandas más pequeñas en lugares donde no hay agrupaciones criminales de ese tamaño, como es el caso de Chile y Perú. En contraste, también resaltan fácilmente en los países sureños por sus métodos violentos y la variedad de los delitos. A diferencia de carteles como el mexicano Jalisco Nueva Generación, el que tiene como principal economía el tráfico de droga y sus derivados, o bandas menores que se dedican al robo y la extorsión, el Tren de Aragua las realiza todas, y más.