La tensión entre China y Taiwán -con Estados Unidos como un actor clave- escaló esta semana y los vientos de guerra parecieran soplar cada vez más fuerte. La visita que la Presidenta taiwanesa, Tsai Ing -wen, hizo a Nueva York y Los Ángeles la semana pasada, como parte de un esfuerzo para cultivar los lazos con Washington -reunión con el titular de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy incluida- terminó por desatar la tormenta. Beijing no tardó en reaccionar y en una contundente respuesta, desplegó el lunes 91 aviones de combate, 12 buques de guerra y un portaaviones en los alrededores de la isla, en el marco de una serie de maniobras militares en esa zona. Las alertas, entonces, se dispararon.

Taiwán se separó de China continental en 1949 y Beijing reivindica su soberanía sobre la isla. Por lo mismo, cuestiona cualquier tipo de acercamiento internacional respecto de Taipei, incluido el de Washington. Sin embargo, además del despliegue militar, el gobierno chino fue más allá al dar a conocer un video que simulaba cómo sería un ataque contra Taiwán, lo que el gobierno taiwanés interpretó como que Beijing está “preparado para lanzar una guerra”.

Además de los asuntos territoriales, la influencia geopolítica y la economía global, el enfrentamiento entre China, Estados Unidos y Taiwán tiene un trasfondo más soterrado: la disputa por el poder tecnológico, plasmada en la fabricación de semiconductores (los chips), considerados como el “nuevo petróleo” y donde los taiwaneses llevan la delantera.

Un trabajador inspecciona chips semiconductores en la planta Berhad de la empresa de embalaje de chips Unisem (M) en Ipoh, Malasia, 15 de octubre de 2021. Foto: Reuters

En enero pasado, durante el Foro Económico Mundial en Davos, Pat Gelsinger -director ejecutivo de Intel, el mayor fabricante de circuitos integrados del mundo- advirtió que si la ubicación de las “reservas de crudo han definido la geopolítica durante las últimas cinco décadas, el dónde se construyan los semiconductores será más importante para las próximas cinco décadas”. Y ese lugar es Taiwán.

Hasta ahora, ninguna empresa fabrica chips con mayor precisión que la firma Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, mejor conocida como TSMC, que produce el 56% de los semiconductores avanzados. A nivel mundial se estima que la isla produce el 92% de los chips.

¿Cuál es la importancia de los semiconductores? Estos chips diminutos son insumos vitales, no solo para los centros de datos y los teléfonos celulares, sino que también para automóviles, infraestructura crítica y electrodomésticos. Pero, además, estos chips son clave para los sistemas de defensa, ya que se utilizan en misiles, vehículos automatizados y drones armados.

En ese sentido, a medida que la economía mundial se digitaliza cada vez más, también se ha vuelto dependiente de los chips, por lo que quien lidere su fabricación dominará tanto el mercado como el campo de batalla, estiman los analistas.

En esta foto publicada por la Agencia de Noticias Xinhua, un avión de combate chino J-15 despega del portaaviones de Shandong durante la patrulla de preparación para el combate y ejercicios militares alrededor de la isla de Taiwán por parte del Comando del Teatro del Este del Ejército Popular de Liberación de China (EPL). ) el 9 de abril de 2023. Foto: AP

Según explica el historiador Chris Miller en su libro Chip War (2022), “la supremacía de Estados Unidos proviene en gran medida de su habilidad de aplicar chips a usos militares. El tremendo auge de Asia en la última mitad del siglo fue construida sobre la base de cómo sus crecientes economías se especializaron en fabricar chips y ensamblar computadores y smartphones”.

Los semiconductores se encuentran entre los productos más comercializados del planeta, junto con los automóviles y el petróleo refinado. La industria va al alza y, según ciertas estimaciones, es un mercado de US$ 600 mil millones.

La relevancia de este tipo de chips quedó expuesta durante la pandemia, ya que en ese momento se interrumpió la cadena de suministro de semiconductores. Durante las largas cuarentenas se hizo muy complejo conseguir una consola de juegos PS5, mientras que empresas como Toyota, Ford y Volvo tuvieron que reducir o detener temporalmente la producción en sus fábricas. Incluso, compañías como Apple advirtieron que la escasez de chips podía afectar las ventas de iPhone en 2021. Este hecho provocó una lección también para los países que ahora buscan ser más autosuficientes.

Esta vulnerabilidad se debe a que el sector de los microchips está dominado por unas pocas empresas exitosas. Además de Taiwán, Corea del Sur fabrica un pequeño porcentaje (8%). Al mismo tiempo, una empresa holandesa fabrica toda la maquinaria necesaria para construir chips de última generación. A su vez, dos empresas de Santa Clara, California, monopolizan el diseño de unidades de procesamiento gráfico, fundamentales para ejecutar aplicaciones de inteligencia artificial en centros de datos.

El “escudo” taiwanés

La guerra de Rusia en Ucrania ha expuesto la vulnerabilidad de Taiwán, isla que Beijing considerada como una “parte inalienable del territorio de China”. Si Beijing bloqueara o la invadiera, Apple -por ejemplo- tendría dificultades para obtener chips para sus iPhones y los M1 y M2 de sus computadores, mientras que Infineon Technologies - fabricante de chips con sede en Munich- tendría problemas para conseguir los microcontroladores para automóviles fabricados por Volkswagen.

El año pasado, el Presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó que su país defendería militarmente a Taiwán si China atacara la isla. Es por eso que en el territorio taiwanés circula un chiste que dice que en caso de un ataque de Beijing, el mejor refugio sería una fábrica de semiconductores.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reúne con el presidente chino, Xi Jinping, al margen de la cumbre de líderes del G20 en Bali, Indonesia, el 14 de noviembre de 2022. Foto: Reuters

“Si hubiera un conflicto, la industria de semiconductores y la cadena de suministro se rompería y perturbaría la vida cotidiana a nivel global. No podría realmente obtener una cifra, ya que se necesitarían billones de dólares para repararla. Y eso si se puede eventualmente reparar, porque se necesita un ecosistema e ingenieros. Esa es la razón porque Estados Unidos ya comenzó a trabajar con Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) en Arizona y esta es la razón por la que la Unión Europea también está invitando a TSMC a invertir en Alemania. Están tratando de protegerse considerando lo que sucedió en la pandemia”, dijo a La Tercera Chun-Yi Lee, directora del programa de estudios taiwaneses en la Universidad de Nottingham.

“Sobre un posible bombardeo (de China continental), eso es probablemente lo último de lo que necesitamos preocuparnos. La razón es que los semiconductores taiwaneses se encuentran en las posiciones de liderazgo y creo que tanto Washington como Beijing no quieren que se bombardee Taiwán”, comentó a La Tercera Miin Wu, presidente y director ejecutivo de la empresa de semiconductores Hsinchu, Macronix International.

“Si hubiera un ataque, la economía global se vería en problemas. Si observas a las personas actualmente, todos tienen un teléfono. Sin un semiconductor no los puedes fabricar. Sin Taiwán no podrías comprar nada. Y por qué pasa esto, porque la tecnología taiwanesa es buena y confiable, y por eso todos producen en Taiwán”, añadió.

El desacoplamiento de EE.UU.

Los expertos han advertido que la fuerte postura de Biden respecto de Beijing, así como la respuesta de China, no sólo apunta a la rivalidad existente entre las grandes potencias, sino que a la posibilidad del desacoplamiento tecnológico de ambos países. Por esto, tanto China como EE.UU. buscan tener una mayor independencia en la producción de los chips. Según los expertos, si esto llegara a ocurrir, podría provocarse un terremoto geopolítico. Y, de paso, Taiwán quedaría expuesto.

El gobierno de Biden ya comenzó a dar pasos en esta línea. No solo TSMC está construyendo una fábrica en Arizona, que permitirá a Estados Unidos ser más autosuficiente, sino que en agosto del año pasado firmó la CHIPS and Science Act, una política industrial de US$ 52.700 millones que tiene como objetivo impulsar la investigación, mejorar la resiliencia de la cadena de suministro y revitalizar la producción de semiconductores en el país.

En esta foto publicada por la Agencia de Noticias Xinhua, una captura de pantalla de video tomada a través de una ventana tomada el 9 de abril de 2023, un avión de combate chino del Comando de Teatro del Este del Ejército Popular de Liberación de China (EPL) está siendo reabastecido durante la patrulla de preparación para el combate y los ejercicios militares. Foto: AP

Pero también impuso unilateralmente una serie de controles de exportación que restringen las ventas a China de chips de computadores avanzados diseñados para ejecutar aplicaciones de inteligencia artificial y supercomputadoras militares, así como los equipos para fabricar esos chips. Dado que las empresas estadounidenses diseñan más del 95% de los chips de inteligencia artificial (IA) que se utilizan en China y también producen equipos de fabricación que se usan en todas las fábricas de chips chinas, estos controles de exportación representan un obstáculo extraordinario para las ambiciones de China de liderar el mundo en tecnología de IA y lograr la autosuficiencia en semiconductores.

En una columna publicada en la revista Time, Gregory Allen, director del Proyecto de Gobernanza de IA en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, señaló que para que esta política tenga éxito, EE.UU. tendría que persuadir a sus aliados -en particular a Taiwán, Países Bajos y Japón- para que siguieran su ejemplo y adoptaran regulaciones de control de exportaciones similares. Taipei fue el primero en señalar que estaba de acuerdo con las restricciones. Luego fue el turno de Ámsterdam y Tokio.

¿Por qué China no ha conseguido el liderazgo en los chips? Beijing ha tratado de ponerse al día e incluso estableció una política “Hecho en China 2025″, que incluye el aumento del contenido nacional chino de los materiales básicos hasta el 40% en 2020 y el 70% en 2025, algo que no se ha concretado.

“A partir de esa iniciativa, se puede ver que China ya comenzó en 2015 su desvinculación con Occidente. El gobierno chino tiene un montón de dinero y gente con talento. Pero ¿por qué no pueden hacer lo que la pequeña isla de Taiwán y TSMC? Mi teoría es que la corrupción es un problema muy grande en China y también la estrategia de verticalidad -de país autoritario-, en el que el gobierno sólo quiere obtener resultados”, advirtió Lee.

Se estima que el objetivo de China es producir el 75% de sus propias necesidades de semiconductores para 2025, pero actualmente solo alcanza el 15% de aquello. Es decir, seguirá dependiendo de Taiwán y otros países.