La Hacienda Gaucha: a pesar de los detalles
Cuando hay antojo de carne, visitar esta parrilla ya clásica suele ser una buena opción. Instalado en una terraza en plena Plaza Pedro de Valdivia -debido a la pandemia- partí pidiendo un pisco sour nacional y una botella de agua sin gas. Llegó todo prontamente, junto a un platito con un pan, mantequilla individual y una pequeña empanada de pino. Aquí el primer detalle, o dos. El agua sin gas venía acompañada de un vaso con hielo, cuando la ortodoxia dice que el agua mineral jamás se acompaña de hielo, pues estaríamos mezclando dos tipos de agua. Lo otro es que al no explicitar qué agua quería, llegó la más cara. Más allá de todo eso, hay que destacar el sour que -aunque un pelín pasado al dulce- tenía la frescura y potencia que uno siempre le pide a este cóctel y que rara vez encuentra en los restaurantes.
Luego vino el momento de pedir. Me decidí por unas mollejas para picar, una costeleta y una ensalada verde. No había mollejas, costeleta ni rúcula ni berros para la ensalada. Mala cosa. Ante la insistencia del mozo opté por un chuletón Angus y una ensalada de lechuga, palta y palmitos más unas papas fritas. Luego de revisar una carta de vinos que aunque está dominada obviamente por los cabernet sauvignon y los carmenere tiene también algunos cinsault, carignan e incluso país, lo cual se agradece; opté por una copa de pinot noir, muy generosa, porque a esa hora el sol pegaba fuerte en la terraza. Sin mucha espera llegó todo. Y aunque no se me consultó el punto de cocción de la carne ésta llegó como a mí me gusta: poco hecha, jugosa.
La verdad es que el chuletón estaba perfecto, ni siquiera un toque de sal necesitaba. Y cuando uno va a un lugar básicamente por la carne, no se puede fallar en este ítem. Menos cuando el corte cuesta $ 16.990. La ensalada venía aliñada con limón y yo prefiero el vinagre, así que no la pesqué mucho. Las papas fritas, tremendas. Corte grueso a cuchillo, crujientes por fuera y casi un puré por dentro. Saladitas y ricas, como hace mucho no probaba. En resumen, un almuerzo simple pero perfecto en lo que a la carne se refiere (y las papas), que es lo que se buscaba. El resto hace un poco de ruido, pero no logra empañar un gran momento.
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