La historia de una chilena asesinada en Austria
Carla tenía 22 años y se encontraba desde hacía ocho meses en Viena con una visa Working Holiday. Su rutina se repartía entre el trabajo en un restaurante y el departamento compartido que encontró por un aviso para viajeras como ella. En ese lugar fue atacada por su compañero de piso, un ciudadano rumano de 26 años del que había expresado reparos a su madre.
Distrito Floridsdorf de Viena, Austria. Son cerca de las 20:30 del 11 de junio de 2024. La policía recibe un llamado de emergencia en que un joven informa que su compañera de trabajo estaba siendo atacada por un hombre. Los oficiales se dirigen a la escena y encuentran a una chica de 22 años en el piso de su habitación sin vida.
Trabajadora, tierna y alegre, “Carlita” -como le decían sus cercanos- era una joven que ocho meses antes de viajar a Austria estudiaba cocina internacional en el Instituto Profesional Culinary. Estando en su tercer año de carrera le dijo a su familia que quería viajar a Viena mediante la visa Working Holiday.
“El proceso lo hizo sola, porque yo no sabía mucho cómo era ese tema. Cuando trató de hacerlo en la fecha establecida no había ni un solo cupo, entonces empezó a revisar todos los días la página web hasta que se liberó un cupo”, dice a La Tercera Laura, su madre, quien se encuentra en Austria realizando los trámites propios de un suceso como este antes de regresar a Santiago.
Ella recuerda que su hija, una vez que se aprobó toda la documentación para acceder a la visa, viajó en noviembre de 2023 rumbo a Viena, donde tenía un lugar a donde llegar: “Carlita ya tenía a gente conocida que estaba allá, por lo tanto llegó a una casa. Eso era más fácil para ella”. Fácil porque además de instalarse en la capital austríaca debía, aparte de adaptarse, encontrar trabajo.
Eso, recuerda Laura, a su hija le costó mucho al principio: “Fue difícil y estuvo en trabajos esporádicos que le pagaban muy poco, pero ella siempre ha sido muy trabajadora, muy esforzada, sin hacerle asco al trabajo, entonces no le importaba que le pagaran poco mientras pudiera tener algo para solventarse”.
Después de una ardua búsqueda consiguió establecerse en un restaurante que “le cambio la vida”. Así lo asegura su madre, que en un momento pudo visitar el lugar. El ambiente allí, recuerda, era “maravilloso”, lo que llevaba a Carla a quedarse más tiempo en el local que el que le exigía el trabajo, para compartir con sus compañeros. “Ella tenía turnos de mañana y de noche, y cuando terminaba seguía estando en el trabajo. Eso para mí era como ‘¿pero por qué no te vas a la casa a descansar?’. Era tan lindo el ambiente que se vivía ahí que ella estaba feliz”.
Todos los días Laura acompañaba a su hija, a través de videollamada o teléfono, en el trayecto a casa o el trabajo. Incluso, recuerda que si la joven tenía más tiempo libre podían llegar a hablar dos veces al día. Una de sus preocupaciones era cuando su hija se iba muy tarde: “Mamá, Viena es superseguro, la gente es distinta, aquí no pasa nada”, le repetía una y otra vez para calmarla y darle seguridad a su madre.
Se busca departamento
Durante su paso por Austria, Carla vivió en tres lugares distintos: primero en una casa ocupada por un grupo que tenía contrato de un año, luego en un departamento que compartía con una pareja y que también tenía un límite de tiempo, por lo que se vio obligada a buscar otro sitio. Así dio con uno en Floridsdorf.
A Carla, rememora su madre, le apremiaba encontrar un lugar para vivir: no solo estaba con el tiempo en contra, sino que otros sitios que indagó eran sencillamente imposibles de pagar.
-Mamá, está bien, tiene un dormitorio en un extremo, y (el segundo) en el otro, además de una pequeña cocina. Creo que vive un chico, que no lo conocí, pero tiene como mi edad.
-¿Pero cómo vas a vivir con un chico que ni conoces?
-Es lo que encontré, es lo que hay.
Laura recuerda vívidamente el diálogo que tuvo con su hija cuando le contó que había dado con un lugar para vivir. También que pasado un tiempo le contó que ese joven era de otra nacionalidad, pero que no sabía cuál. Con él, un rumano de 26 años de nombre Eduard, nunca hablaba -solo respondían a la cortesía de un saludo-, y jamás se detenían para entablar una conversación. Encima, como Carla trabajaba, no pasaba mucho tiempo en el departamento y “al parecer él tampoco”, dado que cuando ella llegaba a casa estaba casi siempre sola.
Según su madre, pasado poco más de un mes, Carla empezó a contar que su nuevo compañero de departamento no le gustaba. “Me decía ‘es como sucio, pero me da lata decirle algo porque no quiero tener problemas con él’”, comenta Laura, quien agrega que su hija notaba “algo de él que no le gustaba, pero no sabía bien qué era”.
Laura relata que su hija encontró el departamento mediante una publicación donde la dueña lo promocionaba para personas que estaban en Working Holiday, pero su compañero rumano no se encontraba bajo este tipo de visa: “Carlita se metió en estas aplicaciones para buscar departamentos que usan todos los jóvenes que están con Working Holiday. En los otros dos departamentos ella estuvo con puros chicos en la misma”.
A sangre fría
La noche del 11 de junio, dos compañeros de trabajo de Carla recibieron mensajes de texto por parte de la joven, quien, según el relato de la policía, estaba muy asustada: su compañero de piso, el rumano con quien poco hablaba y con quien apenas tenía unas semanas de convivencia, había intentado entrar a su habitación.
Carla y sus compañeros estaban en medio de una videollamada cuando Eduard ingresó a la pieza atacándola con un hacha. Mientras los jóvenes llamaban a la policía se dirigieron al departamento, y al llegar ambos encontraron al atacante a torso desnudo moviendo el hacha de un lado a otro en la calle.
En paralelo, dos agentes de policía que se encontraban haciendo un control de tráfico cerca del sector acudieron inmediatamente al lugar. Al divisar a los oficiales, el ciudadano rumano se dirigió corriendo hacia ellos para atacarlos y segundos después fue abatido por un disparo.
Cuando el agresor cayó se le aplicaron medidas de primeros auxilios y un médico de la unidad operativa WEGA (Departamento de Alarma del Grupo de Trabajo de Viena) intentó salvarle la vida. Posteriormente, tomó la posta el servicio de rescate profesional de Viena. Sin embargo, el hombre de 26 años falleció en el lugar.
De manera simultánea, la policía entró al departamento y encontró a Carla sin vida, con heridas en su cabeza.
El arma homicida fue confiscada por los oficiales y la investigación quedó en manos del Departamento Provincial de Inteligencia Criminal de Viena. Asimismo, detectives de OCN Interpol Santiago y OCN Interpol Viena estuvieron en coordinación y comunicación para esclarecer tanto la identidad de la víctima como los antecedentes de lo ocurrido.
Las huellas dactilares de la joven fueron enviadas a la policía de Viena, con lo que se logró confirmar su identidad, y de esta forma poder contactar a su familia.
De acuerdo con la prensa local, el joven rumano tenía “graves problemas psicológicos”, y estuvo internado en un centro psiquiátrico, donde solo se agredía a sí mismo y no a terceros.
Respecto a las investigaciones, el vocero de prensa de la policía de Viena, Philipp Haßlinger, explicó que las investigaciones se dieron por concluidas, por lo que todos los resultados de estas fueron reportados a la Fiscalía del país, la cual mantiene contacto con la Embajada de Chile en Viena. También con Laura, quien cuenta que al hablar con la policía se le ha ido señalado que no hay mucho más que hacer, ya que el agresor murió.
Según la organización SPÖ Frauen, el crimen de Carla sería el femicidio número 11 en Austria en lo que va de 2024. El líder del distrito de Floridsdorf, Georg Papai, se mostró consternado por el homicidio y expresó sus condolencias en un punto de prensa: “En Floridsdorf todos deberían poder vivir bien y con seguridad. La violencia contra las mujeres no tiene cabida aquí ni en ningún otro lugar”.
El hecho causó tal conmoción, que el día que su madre llegó a Austria cercanos a Carla realizaron un homenaje en la Catedral de San Esteban de Viena, donde pusieron flores, velas, mensajes y fotografías de la joven.
Hoy la familia de la joven chilena está a la espera del informe oficial de la policía. Al mismo tiempo, Laura pide que el Estado encienda las alarmas para que exista un mayor resguardo para las personas con este tipo de visas y clama por una mayor regulación. También los familiares de Carla están a la espera de una misa en el cementerio de Viena, el próximo 26, tras lo cual recibirán sus cenizas. Luego de eso, regresarán a Chile para darle un último adiós.
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