Cuando Esteban Zambrano Leiva (32) pisó por primera vez la losa del aeropuerto de Puerto Príncipe, Haití, en 2018, sintió una conexión especial. El profesor de educación física, quien obra como misionero debido a que profesa la religión cristiana, había viajado desde Chile con el propósito de entregar ayuda humanitaria y apenas arribó -dicen sus cercanos- “se enamoró” de ese país y su gente.
De hecho, su familia recuerda que al retornar de su experiencia a más de 5.800 kilómetros de La Florida, comuna en la cual residía, no paraba de hablar de lo que había vivido y cómo ahí entendió cuál era su verdadera vocación. Todo había partido, recuerdan sus amigos, como un “viaje exploratorio”. Sin embargo, en ese lugar la interacción con niños que vivían en situaciones de vulnerabilidad lo hizo pensar que debía volcar su vida entera a ayudarlos. A eso se sumó que en la isla conoció a Carolina Da Silva, ciudadana uruguaya con quien se casó y tienen actualmente tres hijos, una biológica y dos pequeños haitianos que fueron adoptados. Hace tres años se radicaron en Puerto Príncipe y todo iba bien hasta el miércoles 8 de junio, cuando fue secuestrado y, hasta hoy, se desconoce su paradero.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de inmediato activó las alarmas y la cónsul en esa ciudad tomó contacto con su esposa, quien ha sido la receptora de los llamados extorsivos de los captores, que piden más de $ 84 millones de pesos (US$ 100 mil) por el rescate. Este viernes un subcomisario de la PDI viajó hasta Haití para acompañar a Da Silva y ayudar en las negociaciones. La mujer ha pedido ayuda a las autoridades chilenas en el marco de un escenario en que los raptos en ese país no son hechos aislados, ya que en lo que va del año ya se registran 329 delitos de este tipo. La familia de Zambrano, en tanto, no ha podido viajar, pero esperan que el profesor de educación física sea liberado sano y a salvo.
El día de la captura
El 8 de junio la normalidad de un almuerzo en familia se vio interrumpida por el secuestro. Ese día, a eso de las 14.40 horas, Zambrano había salido rumbo a dictar clases de español junto a su hija de seis años, pero nunca llegó a destino. Minutos después de salir de la casa dos hombres armados lo hicieron detenerse y acostarse en los asientos traseros del vehículo en que se trasladaba. Logró que los sujetos dejaran ir a la pequeña, que fue abandonada a 500 metros de su vivienda.
De acuerdo con lo expuesto por Da Silva en diferentes entrevistas con medios nacionales, fue su hija, a quien adoptó cuando tenía sólo dos meses, la que le relató entre lágrimas y sollozos lo ocurrido, y gracias a quien pudo contactarse con la policía para hacer la denuncia de rigor. Los secuestros, ha explicado la mujer, son habituales en Haití, y ellos sabían que podían ser una eventual víctima de estos, pues culturalmente se entiende que, por ser extranjeros, podrían tener un mayor poder adquisitivo que el grueso de la población que allá habita y, por lo tanto, estarían dispuesto al pago de un rescate.
La familia de Zambrano les advertía que esto podía ocurrir y que debían tomar precauciones. Por lo mismo, el profesor solía cambiar las rutas de sus trayectos. Pero ni eso sirvió.
Su esposa dice estar tranquila y confiada en “lo que Dios les depare”. Su preocupación máxima, dice, son sus hijos, que no entienden lo que está ocurriendo y lloran por la ausencia de su papá. El mayor, en tanto, pregunta “por qué la policía no va a buscarlo”.
Hasta el minuto los captores le han permitido tener dos contactos telefónicos con su esposo, de no más de un minuto, y en ambos él le ha transmitido que mantenga la calma. Le aseguró que está bien físicamente y que no lo han golpeado ni amenazado de muerte.
En Chile, las dos hermanas mayores del misionero y sus padres aguardan expectantes. No han querido llenar de consultas a Carolina y se limitan a esperar que ella les transmita las novedades que va recibiendo. “La información que hemos tenido ha sido muy fragmentada. Hemos sido muy respetuosos con Carolina, porque entendemos que es una situación muy compleja, por lo que nos estamos ajustando a su proceso”, comentó Constanza Zambrano a La Tercera.
Junto con esto explica que les da tranquilidad que a su hermano no lo hayan amenazado. “Cuando termine todo vamos a pensar en lo que viene, pero estamos focalizados en que lo liberen, en no entorpecer el procedimiento y nos sentimos muy apoyados por el país”, agregó.
En el mismo sentido, Antonio Roa, pastor de la comunidad cristiana a la que pertenece Zambrano, destacó que el misionero “está sereno y que no ha sido lesionado”, y sostuvo que están orando para que todo salga bien y pronto esté de vuelta.