La nueva generación de ultraderecha que irrumpe en Europa

Tom Van Grieken, Alice Weidel, Jordan Bardella y André Ventura.
Tom Van Grieken, Alice Weidel, Jordan Bardella y André Ventura.

Con Jordan Bardella, de 28 años, a la cabeza, Agrupación Nacional ha intentado atraer el voto joven y dejar a un lado el apellido Le Pen en Francia. En el resto del Viejo Continente han comenzado a surgir nuevos rostros de un sector que pareciera va al alza.


Son temidos por el establishment, de izquierda a derecha. En los últimos años, una serie de nuevos líderes de extrema derecha han ido conquistando cada vez más poder en Europa. En el caso de Francia, Jordan Bardella, de apenas 28 años, podría transformase en primer ministro y llevar a su sector al gobierno tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas del domingo. Pero no es el único caso: en Italia, Giorgia Meloni, de 47 años, gobierna desde octubre de 2022, mientras que en España emergió en su momento Santiago Abascal (48), de Vox, y André Ventura (41) en Portugal.

Si algunos de estos liderazgos de ultraderecha se acentuaron luego de las elecciones europeas, el intento por conquistar al electorado más joven y el discurso antimigrante se han mostrado cada vez de manera más abierta en este sector. En Alemania, los votantes por el AfD (Alternativa por Alemania) aumentaron un 11% en el rango etario de entre 24 y 30 años. En Francia, Agrupación Nacional -de Bardella y Marine Le Pen- llegó a un 30% en el voto joven, 10 puntos más en comparación con las elecciones europeas de 2019.

Jordan Bardella llegando a la sede de la Agrupación Nacional en París. Foto: Reuters.
Jordan Bardella llegando a la sede de la Agrupación Nacional en París. Foto: Reuters.

Un migrante antimigrantes

Con la idea de “desdemonizar” a su partido, la gran apuesta de Le Pen es hoy por hoy Jordan Bardella. En la primera vuelta de las legislativas, la ultraderecha francesa obtuvo un tercio de los votos, cosa que apuestan a repetir en el balotaje. Los últimos sondeos, en todo caso, señalan que Agrupación Nacional lograría entre 190 y 220 escaños, lejos de los 289 para la mayoría. En todo caso, más allá de si finalmente podrá formar gobierno, estará por encima de la izquierda y también del centro liderado por Emmanuel Macron.

Bardella es hijo de una familia italiana. Cada vez que puede, el político ultraderechista recuerda su origen humilde en un barrio del suburbio parisino: un discurso que ni Marine Le Pen ni su fallecido padre Jean-Marie podían enarbolar dado su origen acomodado.

Desde que fue ungido como presidente de Agrupación Nacional, Bardella ha sido la gran “promesa” de su sector: mientras él podría convertirse en primer ministro en un eventual gobierno de cohabitación con Macron, Le Pen apuesta a las elecciones presidenciales de 2027. De hecho, en Francia se comenta que la creciente popularidad de Bardella llevó al mandatario a escoger en enero pasado a Gabriel Attal, de 35 años, como primer ministro.

Emmanuele Bobbio, cientista político italiano y fundador del medio Lo Spiegone, comenta a La Tercera que “lo que hemos visto en la primera vuelta de las elecciones francesas es que sí, Bardella parece capaz de llegar a audiencias amplias. Lo tomaron como un nuevo tipo de candidato, pero si vemos bien los datos, al final esta operación no fue tan exitosa como se esperaba: el partido resultó fuerte en las mismas áreas de Francia, en las más pobres del norte y noroeste, pero se mantuvo frágil en otras donde se esperaba que se llegara más lejos con Bardella”.

Para Vassilis Ntousas, analista de la Alliance for Securing Democracy del German Marshall Fund, los candidatos más jóvenes renuevan a todo el partido. “Al menos en casos como Francia ha servido para cambiar de cierto modo la percepción de lo que la extrema derecha representa, y cuán modernas son estas plataformas políticas. Esto también ha funcionado porque los partidos y líderes progresistas, a los que tradicionalmente se les ve como agentes de cambio, han pasado en el poder o en el epicentro político demasiado tiempo”, comenta el experto a La Tercera.

Alice Weidel y Alexander Gauland, colíderes del populista Partido Alternativa para Alemania esperan un considerable porcentaje del voto.

La “nueva generación” de figuras ultraderechistas ha irrumpido en otros rincones de Europa. En el caso de Portugal, hace un par de meses entró con fuerza la extrema derecha en las legislativas anticipadas, con el diputado, comentarista de fútbol y profesor de derecho André Ventura. Su partido, Chega! (Basta, en español), se unió en el Parlamento Europeo al proyecto del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, “Patriotas por Europa”.

Del Vlaams Belang en Bélgica, Tom van Grieken (37) lleva nueve años liderando el partido y buscando que la región de Flandes -de habla neerlandesa- se separe de Valonia, la sección francoparlante del país, en lo que él llama “un matrimonio forzado”.

De 45 años, Alice Weidel es la figura clave del AfD, el partido de extrema derecha alemán donde anticomunistas del este y nostálgicos del nazismo del oeste han visto su opción electoral. Fundado en 2013, el partido es visto como ultra hasta para los ultras, declarándose abiertamente antimigrantes, en contra del matrimonio homosexual y la Unión Europea. Weidel vive su propio pacto de unión civil con una mujer suiza, asegurando que legalizar el matrimonio es “una pérdida de tiempo”. Un perfil del medio Politico comentó que si un día llamaba “incultos” a los migrantes de Medio Oriente, al otro también declaraba que su país contribuía a la fuga de cerebros de esa región.

André Ventura levantando un vaso con monedas en medio de un debate en el parlamento portugués. Foto: Reuters.
André Ventura levantando un vaso con monedas en medio de un debate en el parlamento portugués. Foto: Reuters.

En las recientes elecciones británicas, Lee Anderson, de 57 años, ha provocado controversia luego de que pasara del Partido Conservador a Reforma UK, la formación de Nigel Farage. En los comicios del jueves en Reino Unido su sector logró cinco escaños de un total de 650 de la Cámara de los Comunes. Sin embargo, la ultraderecha británica se convirtió en la tercera fuerza política al obtener el 14% de los votos totales, solo por detrás de los laboristas y los conservadores.

En febrero pasado, Anderson, por entonces exvicepresidente y diputado torie, fue suspendido por su partido por declarar en el canal ultraconservador GB News que el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, “estaba controlado por los islamistas”.

¿Una cara más fresca?

“La política es, a menudo, no solo crear nuevas ideas para viejos problemas, también es reempacar viejas ideas para hacerlas parecer nuevas. Líderes frecuentemente más jóvenes, pulidos, confiados han intentado presentar una cara más fresca al electorado: usan mejor las redes sociales, hablan de formas más directa para alejarse así del establishment, y promueven, sin embargo, ideas que no son ni nuevas ni frescas”, comenta Ntousas.

Bobbio apunta que esta renovación lleva tiempo en acción. “Ha sido una operación que lleva entre 10 y 15 años. Los políticos del viejo partido neo-fascista en Italia, que fueron armando algo nuevo, y que se terminó desarrollando en lo que ahora es Giorgia Meloni, (concretaron) una operación exitosa”, grafica.

Ntousas relaciona la juventud con un desconocimiento del “peso” de estos partidos: “Considerando que se trata de movimientos que han pasado décadas fuera del centro de gravedad político, la extrema derecha europea ha encontrado útil la idea de lanzar su encanto especialmente entre generaciones que no recuerdan o no conocen necesariamente lo que significan estos movimientos históricamente”.

Marine Le Pen viendo una conferencia de Jordan Bardella. Foto: Reuters.
Marine Le Pen viendo una conferencia de Jordan Bardella. Foto: Reuters.

Bobbio, por su parte, asegura que la operación ha comenzado a tener efectos visibles en Europa: “Estamos siendo testigos de esto en cada país, sea Bélgica o Portugal o Italia, también en la AfD alemana. Hay muchas de estas operaciones que intentan encontrar nuevas caras, porque es mejor para las élites de esos países tener, digamos, gente que les pueda hablar a los trabajadores de la industria, por ejemplo, y eso es algo que Bardella puede hacer mejor de lo que hacía Jean-Marie Le Pen”.

A pesar de esto, el analista italiano advierte: “No creo que haya un movimiento general de recambio en estos partidos, porque si miras a las personas que tienen el poder dentro de ellos, como en el partido de Meloni, siguen siendo las élites posfascistas de la vieja generación. Así que no, no hay un recambio general al menos en ese caso”.

Si las caras en las pancartas están cambiando, los votantes también. Un artículo en Politico se preguntaba de esta manera el crecimiento de la extrema derecha dentro de la juventud: “¿Por qué hay tantos Gen-Z y millennials jóvenes en Europa –cuyos padres y abuelos abrazaron ideas de izquierda e impulsaron la revolución sexual de los 60– abrazando la antítesis de los ideales de sus mayores?”.

El medio da varias respuestas al atractivo que ejercen este tipo de partidos. Por un lado, la crisis del costo de la vida que viene golpeando Europa, precisamente después de que el Covid-19 encerrara durante meses a esa misma juventud que ahora tiene problemas para encontrar una vivienda y trabajo. Por otro lado, se refiere a una “reacción retrasada después de la crisis migratoria de 2015, en la que un bloque de dos millones de migrantes entraron al continente”.

“Pero también hay factores más intangibles, ligados al hecho de que gran parte de los jóvenes experimentan la política en plataformas como X y TikTok, donde el contenido de extrema derecha con teorías como ‘El Gran Reemplazo’ y asociaciones entre migración y violencia se comparten profusamente”, indica el medio.

A pesar del alarmante titular, Ntousas no cree que haya un giro tan fuerte de la juventud hacia la ultraderecha. “En Europa, las generaciones más jóvenes siguen estando en el espectro más bien progresista de la política, que incluye hoy en día a los ecologistas. Pero la extrema derecha ha dado ciertos avances en esa demográfica. Esos avances se pueden relacionar con el hecho de que los jóvenes son los que más están sufriendo la inseguridad económica del continente, con desempleo, poco crecimiento y un alto costo de la vida que los obstaculiza directamente, justo cuando empiezan o dan los primeros pasos de sus caminos profesionales”, indica el analista.

En la misma dirección, Bobbio asegura que quizás se están leyendo mal algunos factores: “Por ejemplo, si miras la geografía del voto joven en la extrema derecha, este se construye sobre todo en áreas rurales, donde siempre es más probable que se vote por la derecha, especialmente en sectores agrícolas y ‘blue collar’. Si miras en la ciudad, ves que mientras más joven, más a la izquierda e incluso extrema izquierda se vota, así que creo que tenemos que ser cuidadosos si miramos los votos solo en función de la edad”.

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