En los últimos años, casi todos los procesos participativos y eleccionarios de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) se han caracterizado por un factor para nada positivo: la baja participación de los alumnos, que deberían ser el alma de la orgánica.
El ejemplo más concreto es la segunda vuelta de la última votación, en la que compitieron la lista “Construyendo Federación” (PC-CS), encabezada por la actual presidenta, Catalina Lufin, y “Seamos Cambio” (PS), encabezada por Fernando Segura, que resultó electo con 1.804 votos, que equivale a un 9% del quórum y, por lo mismo, el Tricel declaró inválida la elección.
El proceso, paradójicamente, buscaba devolverle estabilidad a la federación después de años de crisis, en los que incluso no tuvo representantes. Pero la apatía es evidente y persistente.
“Cada generación y época tiene su afán, los ciclos de reflujo son algo que ha ocurrido en diferentes momentos de la historia de la organización estudiantil. Quizás la pregunta central hoy es qué quieren las y los jóvenes, como estudiantes, como integrantes de la comunidad universitaria y como personas y ciudadanos del Chile actual”, es la reflexión de Rodrigo Roco, presidente de la Fech de 1995 a 1997, justamente después de un año sin directiva por falta de quórum.
El desgano por participar en la política universitaria contrasta con el rol que tuvo la Fech en las movilizaciones de 2011, que empujaron a que se avanzara en la gratuidad en la educación superior. La federación también abrió la puerta para el surgimiento de figuras políticas clave, como la vocera de gobierno, Camila Vallejo, y el Presidente Gabriel Boric.
¿Por qué hoy ese espacio no convoca como antes? Los alumnos dan algunas pistas al referirse al reciente proceso de elecciones: “No me interesa hacer trampolín político a alérgicos a la pala”. “Se me olvidó votar”. “Puros flojos y venden al pueblo”. “Ni cacho lo que está pasando”.
La alerta desoída se había dado en agosto de 2023, cuando las elecciones que parecían haber dejado atrás la crisis y dejaron a Catalina Lufín (PC) como presidenta con apenas el piso del 25% exigido.
La notoriedad de la baja participación se había hecho evidente en las elecciones de 2019, cuando se logró un quórum del 25,8%. Ahí tuvo que asumir la mesa interina de emergencia la hoy diputada Emilia Schneider, quien analiza la baja participación actual: “Es un problema que se viene arrastrando hace muchos años y en el cual las organizaciones, las personas que estuvimos, no solo en la Fech, sino que en el movimiento estudiantil, tenemos que hacer una autocrítica por la desafección y asumir esto como una manifestación de un malestar con estas conducciones”.
Christopher Martínez, doctor en Ciencia Política y académico de la UC de Temuco, recuerda que antes de los 90 los partidos políticos tenían fuertes vínculos con las federaciones estudiantiles, pero desde inicios de siglo se comenzó a generar distancia.
Ya en ese entonces el presidente de la Fech y hoy ministro de Economía, Nicolás Grau, señalaba que su organización estaba “viviendo un proceso relativamente importante en la reconstrucción de su rol político en el país”, toda vez que la federación había trabajado en la construcción de nuevos estatutos y cambios relevantes sobre el financiamiento estudiantil.
En este periodo, agrega Martínez, hay una suerte de despartidización de las federaciones. “La política estudiantil siguió siendo relevante, pero ahora al margen de los partidos. Y la participación estudiantil era alta, porque había muchas demandas que satisfacer en la educación superior”, dice. Una de esas demandas era la gratuidad que se empezó a implementar en 2016.
“La participación política y la política universitaria seguían siendo altas y ahí vimos el surgimiento de líderes notables”, destaca el cientista político.
Las principales críticas a las que apunta el estudiantado de la Casa de Bello hoy es que la Fech empezó a preocuparse más de lo que pasaba afuera que puertas adentro. “Llevo años acá y puedo decir que la Fech solo aparece y mueve las aguas cuando los partidos que la manejan quieren diputados y necesitan generar reacciones emocionales para tener votos”, señala una estudiante de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, lo que es reforzado por otra alumna de Comunicación e Imagen. “Todas las listas que se presentaron estaban sesgadas por partidos políticos, por lo cual sus propuestas respondían a colores políticos que no solucionaban situaciones universitarias”.
Lufín, la actual presidenta, retruca: “Sería injusto emitir valoraciones sobre la participación estudiantil solo en base a un resultado electoral. Hoy tenemos movilizaciones activas que son muestra viva de que las y los estudiantes están organizados”.
Por otro lado, Fernando Segura, líder de la lista “Seamos Cambio”, tras el final del balotaje responsabilizó la falta de participación a la directiva de Catalina Lufín: “Otro proceso refundacional a menos de un año del término del último, lo cual no refleja simplemente un fracaso de la última gestión, sino que es también síntoma persistente de desconexión”.