Poco después de las cinco de la tarde de este jueves, el tráfico de la Gran Avenida se detuvo y las sirenas de la Primera Compañía de Bomberos Metropolitana Sur comenzaron a sonar para honrar a uno de los suyos.
Desde el norte de esa arteria, una caravana de carros bomba escoltaba la carroza fúnebre que transportaba el féretro de Claudio Alejandro Villar Rodríguez (45), voluntario de esa compañía y guardia de seguridad de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC).
Villar ingresó a esta institución el 8 de marzo del 2000. Exactamente 23 años después, cuando festejaba su aniversario laboral, y como funcionario de la Avsec -repartición de la DGAC dedicada a la seguridad aeroportuaria- fue asesinado este miércoles en medio del robo frustrado de $ 26 mil millones en el aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez.
Ese día, faltaban 30 minutos para que el funcionario terminara su turno nocturno, cuando un grupo de al menos 10 sujetos llegó hasta el sector “E5a” del terminal aéreo para sustraer un codiciado botín proveniente de Miami, y que en ese momento era descargado en un camión de valores.
Ante el intento de asalto, los funcionarios de Avsec abrieron fuego y se enfrentaron a los delincuentes altamente armados, lo que finalmente derivó en la muerte de uno de los sospechosos del atraco y del propio Villar. Al conocerse la noticia, sus compañeros se manifestaron acongojados. El funcionario caído era destacado en su trabajo de la DGAC y también un bombero comprometido con el rescate y auxilio a terceros.
Horas previas a su asesinato, el día había comenzado como uno más para Villar, quien tenía agendado para la tarde siguiente participar de una reunión en la compañía de bomberos a la que pertenecía y que se ubica a pocos pasos de la Estación de Metro La Cisterna, donde se desempeñaba como intendente.
En esa jornada, comentó a cercanos, estaba cansado, quería terminar su turno y partir, reunirse con sus compañeros y planificar el resto del mes. Pero no fue posible. Hoy esos mismos camaradas le rinden homenaje ante su féretro. Lo despiden entre vítores y aplausos, pero también con rabia, acusan, por las pocas medidas de seguridad que -a juicio de ellos- habrían propiciado su violenta muerte en la losa del terminal aéreo.
¿Errores de seguridad?
La mañana del miércoles 8 de marzo en tres vehículos una banda criminal irrumpió en al aeropuerto, tras chocar y botar el portón de acceso número 7 de la terminal. Ahí procedieron con armas de grueso calibre a intimidar al funcionario que custodiaba ese ingreso.
Minutos antes de aquello, dos camiones de valores Brink’s habían ingresado hasta la zona de descarga. Según establece la norma, los funcionarios de Avsec deben escoltar el vehículo desde el acceso del terminal hasta la pista para retirar el dinero que se carga o descarga desde los aviones. Esa mañana, eran dos “los valorados” -como llaman los funcionarios a los camiones- que estaban realizando esa operación.
Según declaró la ministra de Interior, Carolina Tohá, el protocolo establece que cada vehículo de valor debe ser acompañado por tres funcionarios, es decir, esa mañana eran seis los guardias que escoltaban a los Brink’s, cuyos tripulantes deben dejar sus armas fuera del recinto.
Claudio Villar era uno de los encargados de proteger la operación, y pese a lograr resguardar el dinero, su enfrentamiento con los antisociales -que permitió frustrar el ataque- le costó la vida. El funcionario de la DGAC, que se convirtió en el primer mártir de la historia de esa institución, era padre de cinco hijos y abuelo de un pequeño niño. Egresó en 1998 de la Escuela Técnica Aeronáutica y prestó servicio en esa repartición desde el 2000 hasta su última guardia que realizó este miércoles.
Desde su homicidio la familia de Villar ha cuestionado las medidas de seguridad del recinto.
El jueves 9, durante el velatorio de su esposo, Rolena Fres (40) se mostraba visiblemente afectada por su pérdida. Aún así logró sacar la voz para denunciar la presunta responsabilidad de los empleadores de su fallecido compañero de vida. “No fue solamente asesino el que disparó. Son asesinos todos los que fueron negligentes en las medidas del aeropuerto. Y todos tienen que dar explicaciones”, apuntó.
Entre los presentes en el velatorio estaba Raúl Jorquera, director de la DGAC, quien fue a expresar sus condolencias a nombre de la institución y de los compañeros de Villar. La mujer escuchó atentamente al general de aviación y en medio de un desgarrador llanto lo encaró: “Nos viene a dar el pésame y después se van a sus casas, pero Claudio no volverá”. Acto seguido, le exigió que otro día la recibiera en una reunión. Ante lo cual el mandamás del organismo asintió.
La impotencia de Fres se repetía en otros familiares que en medio del velatorio de Villar decían sentir “rabia y enojo”, porque aseguraban que el homicidio de su esposo, amigo y padre era evitable.
Los correos de alerta
Cada domingo, funcionarios de la DGAC envían a la institución un informe con el estado de la reja del aeropuerto Arturo Merino Benítez. Esa función en más de una ocasión fue reportada por el mismo Villar, quien tuvo que revisar el estado del cerco del lugar y dar cuenta a las autoridades.
El funcionario fue dirigente de los trabajadores de la DGAC el 2014. En ese periodo, en más de una ocasión hizo ver las falencias en materia de seguridad que existían en el recinto.
Lo mismo denunciaron el año pasado el gremio. En un correo electrónico enviado a los altos mandos de la DGAC le plantearon una serie de carencias que ponían en riesgo la seguridad de las operaciones. Junto con esto proponían la compra de más elementos que se requerían para mejorar las condiciones y el resguardo del principal terminal aéreo del país. Sin embargo no tuvieron respuesta.
Luis Osorio, presidente nacional de la Asociación de Especialistas en Seguridad Aeroportuaria, asegura a La Tercera Sábado que durante el robo frustrado del miércoles, “la gran falla está relacionado con el equipamiento, con la falta de una actualización y modernización de los equipos que se utilizan para estas actividades”.
Hasta 1997 los guardias del aeropuerto portaban pistolas. Luego de eso no. Un decreto del año 2004 del Ministerio de Defensa reguló el uso de armas por parte de los funcionarios de la DGAC, pero sólo después del primer “robo del siglo”, en 2014, los funcionarios volvieron a portar armamento.
De esto dio cuenta la viuda de Villar. Fres sostuvo que su esposo le contaba que después de ese bullado atraco se tomaron medidas y que “cada vez estaba más peligroso” el aeropuerto, ya que es un escenario ideal para un estudiado asalto, debido a la gran cantidad de dinero que llega y se distribuye desde el extranjero a entidades bancarias chilenas.
El dirigente de los funcionarios, por su parte, denunció que los chalecos antibalas que utilizan los guardias del aeropuerto internacional están vencidos y que sus armas están desactualizadas.
Desde la DGAC señalan que están recopilando antecedentes en instancias internas investigativas y que los correos del gremio podrían ser considerados en ese sumario.
El adiós de un compañero
Claudio Villar Rodríguez nació en Constitución en 1977. Sin embargo, desde pequeño vivió en la Región Metropolitana, específicamente a la comuna de La Cisterna. En ese lugar incluso llegó a ser dirigente juvenil.
A sus 14 años ingresó a la brigada juvenil de Bomberos, institución por la que permaneció por 25 años. Hasta su homicidio cumplía el rol de intendente y estaba a cargo de las instalaciones del cuartel.
Jorge Lama, director de la Primera Compañía Metropolitana Sur, señala que Villar siempre estaba colaborando con mejorar la institución. De hecho, durante los dos últimos años estuvo trabajando en la reforma general del cuerpo. “Somos alrededor de 900 bomberos y sólo cinco bomberos integraron esta comisión y él era uno de ellos. O sea, estaba muy bien calificado”.
Los primeros días de febrero, mientras se desencadenaban los grandes incendios en la zona Centro - Sur del país y los bomberos más jóvenes acudieron a auxiliar en los siniestros Villar se ofreció a cubrir sus turnos.
Uno de sus compañeros Francisco Toledo recuerda que su colega, compañero y amigo desde hace 20 años, destacaba por su pasión para realizar su trabajo, ya sea en la bomba y el aeropuerto. El mismo trabajo que desempeñó hasta su última guardia, logrando frustrar lo que podría haber sido llamado como “el robo del milenio”.