Cuando Zinaida Chivileva recibió la notificación de la muerte de su hijo en Afganistán en 1982, fue hasta donde las autoridades militares locales en Rusia para obtener más información. Allí -relata en un testimonio recopilado por la historiadora Julie Elkner- el comandante le dijo brevemente la fecha y el lugar de la muerte de su hijo, e intentó acortar la reunión con la pregunta: “Ahora, ¿hay algo más en lo que la pueda ayudar?”. En ese momento Chivileva lo increpó: “¡Devuélvame a mi hijo!”. El comandante respondió internando a Chivileva en un hospital psiquiátrico, lugar donde le informó, se encontrarían formas de “moderar su dolor”.

Poco ha cambiado desde entonces. Desde fines de marzo han comenzado a llegar aviones a Rusia con los cuerpos de los soldados que han muerto en combate en Ucrania durante la guerra que comenzó el 24 de febrero. Así, familiares, colegas y autoridades están publicando obituarios en los medios locales y en la red social VKontakte, permitiendo a la población tener información sobre los fallecidos.

Funeral del capitán de primer rango Andrei Paliy, comandante adjunto de la Flota del Mar Negro de Rusia, que murió en la ciudad portuaria de Mariupol, en el este de Ucrania, el 20 de marzo, en Sebastopol, Crimea, el 23 de marzo de 2022. Foto: Reuters

Tal como ha ocurrido en otros conflictos en los que ha participado Moscú, nadie sabe exactamente cuántos soldados rusos han perdido la vida. En Rusia es un delito informar sobre las cifras de víctimas distintas a las oficiales. Si lo hace cualquier persona, puede enfrentar una investigación penal y hasta cinco años de prisión por recopilar “intencionalmente” información sobre el Ejército ruso, hacerla pública y recibir apoyo del extranjero.

El párrafo de la sanción, explica el semanario Der Spiegel, está escrito de manera tan vaga que da mucho margen de maniobra a las autoridades de seguridad. El servicio de inteligencia del FSB ha dejado claro que interpretará la ley de forma muy estricta. No es solo la información sobre el estado de las tropas, sino también sobre la moral de los soldados lo que está bajo la ley, según el decreto emitido por la autoridad de seguridad.

El Ministerio de Defensa declaró el 25 de marzo la muerte de 1.351 soldados rusos en Ucrania y no ha entregado una actualización desde entonces. En todo caso, el Kremlin ha hablado de “pérdidas significativas”. La OTAN, por su parte, estimaba a fines de marzo que entre 7.000 y 15.000 soldados rusos, muchos de ellos reclutas sin experiencia, habían muerto. Mientras que el gobierno de Ucrania estima que han fallecido 27.600 uniformados de Rusia al 15 de mayo.

Si las cifras de la OTAN llegan a confirmarse serían más altas que las más de 10.000 bajas que Rusia sufrió en Chechenia durante dos guerras (1994-1996 y 1999-2000) y a la par de las 15.000 pérdidas que la Unión Soviética sufrió durante una década en Afganistán.

Otro ingrediente a la falta de información sobre los fallecidos es el que hizo llegar a finales de abril la inteligencia británica, que señaló que el Ejército ruso propuso hacerse cargo de los pagos de compensación para las familias de los soldados muertos. Esta función, que suele ser desempeñada por funcionarios civiles, ahora sería realizada por militares. “Esto probablemente refleja un deseo de ocultar la verdadera escala de las pérdidas de Rusia a la población nacional”, dijo Reino Unido.

Desde Siria hasta Georgia y Crimea, Rusia se ha involucrado en una serie de operaciones militares y ha sufrido pocas muertes, según los registros oficiales. Eso, dicen los expertos, ha alimentado una falsa sensación de optimismo entre el público ruso.

Un convoy de vehículos blindados rusos conduce a lo largo de una carretera en el curso del conflicto Ucrania-Rusia cerca de Mariupol en la región de Donetsk, Ucrania, 20 de mayo de 2022. Foto: Reuters

Durante gran parte de la Guerra Fría, la divulgación de las muertes de militares durante las diversas guerras de Moscú fue un tema tabú. Eso cambió bajo la glasnost a fines de la década de 1980. Según explica la revista Foreign Policy, el pensamiento del entonces líder soviético Mikhail Gorbachov era aprovechar el heroísmo de los soldados que morían en Afganistán con fines propagandísticos para contrarrestar la falta de progreso en una guerra impopular. El movimiento fracasó.

Las madres rusas han jugado un rol clave y así lo da cuenta la académica especializada en Rusia, Julie Elkner, quien en una de sus investigaciones señala que durante el régimen de Gorvachov se reclutaba a madres en duelo para que dieran conferencias en las escuelas locales sobre la valentía y el sacrificio de sus hijos caídos. Sin embargo, al hacer más públicos los recuentos de fatalidades y poner un rostro humano a las víctimas, la medida impulsó un movimiento de madres agraviadas. Llamados Comité de Madres de Soldados hicieron distintas movilizaciones para presionar, entre otras cosas, que se desclasificara las estadísticas de muertes.

Después del colapso de la Unión Soviética, estas madres se movilizaron nuevamente cuando Rusia entró en guerra en Chechenia en la década de 1990. Por ejemplo, dice Foreign Policy, cuando el submarino Kursk de la armada rusa explotó en circunstancias misteriosas en agosto de 2000, matando a los 118 miembros del personal a bordo, las madres de los marineros caídos exigieron saber qué sucedió.

En 2014, cuando Rusia se apoderó de Crimea en 2014, el Presidente Vladimir Putin estaba tan preocupado de que se conocieran las cifras de bajas rusas que las autoridades hostigaron a los periodistas que intentaron cubrir los funerales de algunos de los 400 soldados muertos durante esa campaña de un mes, indicó The New YorkTimes. Al año siguiente, Putin convirtió en secreto de estado el anuncio del número de soldados muertos en tiempos de paz. b