La sequía lleva 12 años provocando estragos en la Región de Valparaíso. Hoy 37 de sus 38 comunas se encuentran bajo decreto de escasez hídrica. El déficit de precipitaciones es del 70%, respecto del promedio histórico de los últimos 30 años, y el de nieve acumulada alcanza el 85,6%. Mientras los embalses Los Aromos y Peñuelas, con una capacidad de almacenamiento de 35 y 95 millones de m3 de agua, presentaron en junio 3,8 y 0,5 millones de m3, respectivamente. El lago Peñuelas está prácticamente seco.
La escasez hídrica también se advierte en el caudal de los ríos. Según la Dirección General de Aguas (DGA), en la provincia de Petorca -la más afectada por la sequía- los ríos Sobrante de Piñadero y Alicahue de Colliguay presentaron, en junio, un caudal de 0,07 m3/s y de 0,18 m3/s, cuando su promedio histórico -para ese mes- es de 0,59 m3/s y de 0,72 m3/s. Asimismo, en la provincia de Los Andes, el río Aconcagua tuvo el mes pasado un caudal de 7,3 m3/s, la mitad de lo que arrojó en promedio para junio los últimos 30 años.
El ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, ya lo advertía el mes pasado: el 2021 podría cerrar igual que el 2019, el año más seco de la historia. Si bien el consumo agua estaría asegurado para todas las ciudades del país, no ocurre lo mismo en las zonas rurales, donde la cartera contempla medidas para afrontar esta situación que preocupa al Ejecutivo.
Interrupciones de servicios
En la Región de Valparaíso la sequía ha impactado directamente en los sistemas de Agua Potable Rural (APR). Pozos y napas se han secado y se ha interrumpido el servicio. Así ha ocurrido en La Ligua, Cabildo, Zapallar, Puchuncaví, La Calera, Quillota, Limache, Casablanca, Santo Domingo y Olmué.
En Zapallar, una de sus cuatro APR (La Hacienda) ha disminuido su disponibilidad hídrica en un 50%. En respuesta, el municipio brinda apoyo a través de un camión aljibe, que le significan $330 millones anuales. Otro 20% de la población -sin acceso a la red de agua potable ni a los APR- también se abastece por esta vía. Son 100 viajes mensuales, con $10 mil litros cada uno, con un costo anual de $80 millones. El alcalde Gustavo Alessandri además financió un generador de agua lluvia. En dos años espera incrementar un 18% las precipitaciones en la zona.
Una de las situaciones más críticas es la que se vive en Olmué. El alcalde Jorge Jil cuenta que, en promedio, los vecinos tienen agua entre 4 y 6 horas por día. Allí no hay una empresa sanitaria que venda agua. Existen cuatro cooperativas, que venden agua, y 12 comités que la distribuyen a vecinos. Pero la mitad de los comités ya no tiene agua, dice Claudio Pinto, presidente de uno de estos colectivos. En los sectores más afectados, el municipio ha dispuesto un gran estanque, que se llena y luego distribuye a los olmueínos con camiones aljibe.
Pinto dice que la situación es cada vez peor. Hace dos años tenían suministro continuo. Hoy solo puede entregar agua 3 horas por día a sus 3.700 socios y usuarios. En ese intertanto, los vecinos aprovechan de llenar sus estanques, con los que resisten hasta el día siguiente. “En estos momentos por la sequía estamos distribuyendo de esa manera. Los pozos no están rindiendo”, explica. En su cooperativa tienen 12 pozos, de 50 y 60 metros, que ya no puede profundizar, pues “si uno se pasa ya no resulta. No hay más agua. Las napas no dan para más”.
Emma Pimentel, vecina de Olmué, teme que la situación se agrave ahora que la comuna pasó a Fase 3, y empiecen a volver los turistas. “En el verano, había 2, 3 días, que no tuve agua. Tenía que esperar a que llegara para lavar la ropa. Así comenzamos a ocupar garrafas para el baño. Y nos bañábamos por presas. Yo la he pasado mal cuando no hay agua”, señala.
El tránsito en camiones aljibe, en tanto, se ha vuelto costumbre en la comuna. Hay de todo, particulares, cinco del municipio y ocho vehículos del gobierno regional. ¿De dónde sacan agua? El alcalde Jil explica que le compran a un privado, en el sector de El Limonar, que tiene aguas subterráneas. “Las personas que tienen derechos de agua inscritos puedan hacer venta de agua”, explica la autoridad.
En la región el Ministerio del Interior abastece a 67.009 beneficiarios a través de camiones aljibe. Al día entregan 50 litros por persona. Excepto en la provincia de Petorca, donde un fallo de la Corte Suprema -de marzo de este año- obligó al Estado a entregar 100 litros a cada vecino. Asimismo, según un reporte de Serviu Valparaíso de 2020, 4.707 habitantes de campamentos reciben el recurso a través de esta vía. En total, al menos 71.416 personas se abastece de este vital elemento usando esta forma.
En Olmué el alcalde espera concretar un acuerdo con Esval para comprar agua a la sanitaria y luego revenderla o redistribuirla a los vecinos.
“El peor año de la historia”
Esval. por su parte, ha alcanzado acuerdos con las juntas de vigilancia y regantes del río Aconcagua, para recargar el embalse Los Aromos, que es una de sus fuentes de abastecimiento. Ello permitió que la cuarta sección del río -la última antes de su desembocadura al mar por Concón y que suministra la planta de producción de agua potable de esta empresa sanitaria- volviera a tener agua.
“Aún así, no podemos depender de las lluvias, porque no tenemos certeza de si serán suficientes. Por eso estamos trabajando en generar nuevos acuerdos con las Juntas de Vigilancia y regantes para reforzar la recarga del embalse Los Aromos, a través de una gestión integrada de la cuenca, potenciando nuestras fuentes subterráneas y avanzando en diversas obras para reforzar nuestros sistemas. Nuestro compromiso es que todos los hogares de la región puedan contar con un suministro continuo y de calidad” dijo Alejandro Salas, gerente regional de Esval.
La empresa, con servicio en 33 de las 38 comunas de la región, ha invertido $100 mil millones en obras para enfrentar la sequía.
Santiago Matta, gerente de la junta de vigilancia de la Tercera Sección del río Aconcagua, dice que “hoy alrededor del 80% de las aguas del río Aconcagua están abasteciendo el embalse Los Aromos, que es del MOP y al que Esval le compra el agua”. Muchos agricultores, agrega, “han tenido perdidas económicas para asegurar el consumo humano. Si esto se mantiene va a ser el peor año de la historia”.
La meta que acordaron con Esval, explica Matta, es completar el embalse con 20 millones de m3 de agua, a mediados de septiembre. Actualmente tiene 3,8.
La esperanza de Agricultura
En esta línea, Humberto Lepe, seremi de Agricultura de la Región de Valparaíso, dice que “estamos cifrando todas nuestras esperanzas en lo que pueda ser julio-agosto”. Con 100 mil hectáreas de riego, la meta para el sector agrícola de la región -explica- es alcanzar una precipitación acumulada de 150 mm durante el invierno, pero “hoy en muchos lugares estamos con 40 mm”.
“Si no logramos llegar a la meta, bueno, los agricultores van a ir tomando decisiones: qué cultivos van a regar; qué cultivos van a tener que dejar. No hay alternativa, no hay plan b. La región hoy tiene muy poco desalado. Prácticamente para la agricultura nada. Y el reuso de aguas servidas es absolutamente incipiente”, señala Lepe.
Agrega que el año pasado “en la provincia de San Felipe y Los Andes hubo agricultores que dejaron el 40% superficie sin trabajar, para priorizar cultivos más rentables”.
Más nogales, menos paltos
Según el Ministerio de Agricultura, producto del cambio climático, en la Región de Valparaíso los agricultores se han volcado a especies menos demandantes de agua, como nogales, mandarinos y almendros. Las hectáreas destinadas a cultivos de paltos, en tanto, se redujeron un 7,7% los últimos 12 años. Pese a ello, esta región concentra el 67% de las plantaciones de estos frutos que tiene todo el país.
En la provincia de Petorca, que se caracteriza por la producción de este producto, el agricultor Israel Godoy cuenta que está “en ruinas. No tenemos agua. Estamos endeudados con Indap”.
Cuando era niño, su papá plantaba papas, poroto, maíz, habas. Había años más secos, cuenta, pero los pozos siempre tuvieron agua. Desde el 2010 la sequía comenzó a impactar con fuerza. Tenía paltos, pero los tuvieron que arrancar. No tenían cómo regarlos. Además, acusa, al río Chincolco “los señores de plata lo rajaron e hicieron pozos profundos. Tienen tremendas hectáreas plantadas. Eso nos jodió para abajo, porque se cortó el agua”.