Las huellas de “Bang de Fujian”: la mafia china descubierta en Chile
Ciudadanos chinos, provenientes de Fujian, de bajo perfil, pero con sofisticadas tecnologías para cultivar droga, fueron detenidos por la PDI. La ramificación de esta banda internacional ha generado la preocupación de las autoridades.
Cuando en 2020 la Brigada Antinarcóticos Metropolitana Sur de la PDI detectó que traficantes de droga de La Pintana estaban tendiendo lazos con ciudadanos chinos para surtir su ilícito negocio, de inmediato saltó un gran obstáculo para los investigadores: el idioma. Y es que para dar con quienes estaban detrás de esos proveedores sabían que tenían que seguir sus rutas y también interceptar sus teléfonos. A poco andar notaron que no hablaban en mandarín, sino que en un dialecto que manejan alrededor de seis millones de personas en China, específicamente quienes provienen del este de la provincia de Fujian.
No había intérpretes que permitieran traducir en tiempo real lo que los blancos investigativos identificados hasta ese entonces conversaban, como comentó a La Tercera Yans Escobar, fiscal de Crimen Organizado de la Fiscalía Sur y quien está al mando del caso. Sin embargo, con la ayuda de traductores de chino mandarín pudieron acercarse a los sujetos y así, el 5 de septiembre de 2020, en la Región de Valparaíso, concretar la primera detención. En ese momento cayeron cuatro ciudadanos chinos que integran la hoy denominada mafia “Bang de Fujian”, cuyo nombre se debe a que operan de igual forma que una banda asiática capturada en España y que ocupaba sofisticada tecnología para cultivar drogas. Los nexos entre ambas agrupaciones son objeto también de esta investigación.
¿Cuál es su particular modus operandi? Incorporan tecnología de punta en el cultivo de marihuana, adaptando invernaderos in-door en galpones acondicionados para tales propósitos. No son procesos cualquiera, y dado su grado de sofisticación, captaron la atención del propio subsecretario del Interior, Manuel Monsalve. La autoridad ha dado especial énfasis a la preocupación por la introducción en territorio nacional de criminalidad extranjera, como son los carteles venezolanos, mexicanos y estas ramificaciones que provienen del gigante asiático.
Una vez establecida su presencia en suelo nacional, el Ministerio Público y la policía avanzaron en su persecución. Durante 2021 la PDI formó un equipo con dedicación exclusiva para la causa, con lo que se lograron nuevos hallazgos. En septiembre de ese año constataron la existencia de otros dos galpones de similares características, uno en San Miguel y otro en Macul, y además pudieron detener a otros nueve involucrados. Eso sí, aún no llegan a los líderes, ya que una de sus grandes características es que es una banda muy compartimentada y jerarquizada, por lo que la información no fluye de manera horizontal.
Una líder mujer
Según lo establecido hasta ahora, y como explicó el inspector Sergio Sanzana, de la Brigada Antinarcóticos, la líder es una mujer de nacionalidad china que permanecería en territorio nacional, pero aún no logran capturarla. Le sigue Yuping Zheng, a quien detuvieron en septiembre pasado, identificándolo como el hombre a cargo de la logística de los galpones. Él mantenía como brazo operativo a Zhuang -que se escapó en medio del operativo-, y quien, a su vez, se relacionaba con quienes están en prisión: Ling Chen y Chengyi Zhong. Estos eran los encargados de contactar a quienes traspasaban y acopiaban la droga, respectivamente.
Así, en un nivel “inferior” de la estructura criminal aparecen Wenmin Xiao, Shuchung Zhang, JianLiang Sun y Wen Gao, los denominados “granjeros” o quienes debían realizar los procesos de plantación y cultivo. Todos ellos también fueron apresados por los funcionarios policiales.
A diferencia de otras bandas narcotraficantes, como subrayó el fiscal Escobar, no suelen ostentar grandes lujos y han optado por mantener bajo perfil y pasar, ojalá, desapercibidos.
Cuando se trata de celebraciones, eso sí, esta regla se rompe. En los expedientes hay registros de reuniones de KTV, o karaoke chino, en el segundo piso de un restaurante en la comuna de Recoleta, donde la agrupación daba rienda suelta a la diversión. Pero no era barato. Datos de la indagatoria dan cuenta que para asistir debían pagar una entrada que bordeaba el millón de pesos, tenían acceso a drogas, alcohol y, como menciona el persecutor, también había mujeres que ejercían la prostitución.
Estas fiestas, según el inspector Sanzana, habrían sido organizadas por Difeng Liu, quien sería la pareja de la líder de la banda.
“Ellos intentan pasar desapercibidos, no están vinculados a hechos de violencia, sino que se relacionan con el mundo del comercio. Suelen mantener un círculo cerrado y en algunos casos son dueños de comercios establecidos, como importadoras”, sentenció el fiscal Escobar.
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