En Australia, fueron 173 muertes en 2009 durante el incendio conocido como el “Sábado Negro”. Para 2020 en Santa Bárbara, California, fueron dos decesos directos y 21 indirectos, mientras que España batió su récord de más fallecidos por fuego y explosiones, con 235 en 2022, y en Grecia, 104 perdieron la vida en 2018 durante el mortífero siniestro en un balneario cerca de Atenas. Así como ocurrió en Chile con el reciente incendio en la región de Valparaíso, son varios los lugares del mundo que deben hacer frente a estas catástrofes, cada uno con sus propias políticas públicas.
Este miércoles, Bomberos de Chile dio por superada la emergencia tras cinco días de combate, pero con un alto precio. Con 131 víctimas fatales, y cerca de 20.000 viviendas afectadas, el siniestro se convirtió en el segundo incendio más letal durante el siglo XXI, solo por detrás del “Sábado Negro” australiano.
Al mirar hacia el mundo, el consenso entre los expertos es que la mayoría de estos hechos se deben a la acción directa o indirecta del ser humano. Y si bien es un problema que siempre ha existido y seguirá ocurriendo –de hecho, en la naturaleza los incendios tienen la función de disminuir la biomasa acumulada, entre otras misiones–, algunas regiones y países más propensos a estas catástrofes han desarrollado estrategias para prevenir, contener o combatir, en ese orden, los incendios forestales que cada cierta cantidad de años se llevan numerosas vidas.
En California, sistemas de alarmas personalizadas, exigencias de limpieza de maleza a propietarios en zonas de riesgo o códigos de construcción que apuntan a defenderse del fuego son parte de las medidas adoptadas. También se está aplicando de forma experimental el uso de inteligencias artificiales de aprendizaje profundo para detectar y clasificar automáticamente el fuego, como la desarrollada por Pano AI, una start-up con sede en San Francisco, Estados Unidos, que utiliza cámaras de vigilancia instaladas en los bosques, detalló el diario El Español. En 2023 se iniciaron las pruebas en Portland, en el estado de Oregon, con 33 unidades funcionando en el lugar.
El uso de las cámaras también se extendió hacia Washington y Colorado, e incluso cruzó el océano. En julio del mismo año, se instalaron varios de estos equipos en una zona de bosques al suroeste de Australia.
España y Grecia, en tanto, avanzaron considerablemente en la burocracia estatal, elevando a niveles más altos dentro del organigrama gubernamental los relativos a la prevención y combate de los incendios.
Michael W. Wara, académico del Instituto Woods para el Medio Ambiente de la Universidad de Stanford, señaló a La Tercera que una de las razones por las que se generan incendios de forma recurrente en lugares como Chile, España y Portugal, California o Australia es porque “estamos situados en los sectores orientales de grandes océanos. Eso crea un tipo específico de patrón meteorológico estacional en el que la mayor parte de las precipitaciones se producen en invierno, con una larga estación seca durante la cual el combustible vivo -la vegetación- y el muerto -las hojarascas y casas- se secan. En otoño, estos lugares suelen estar expuestos a vientos costeros que soplan fuertemente ladera abajo, hacia el océano, sobre bosques o matorrales muy secos. Esto crea un riesgo extremo de incendio en esos lugares”.
La experiencia internacional
Australia, tierra de canguros, koalas y ornitorrincos, ha sido una que históricamente ha sufrido los embates del fuego. Recordado es el “Sábado Negro”, la serie de incendios que azotaron al país oceánico desde el 7 de febrero de 2009, y que se transformó en uno de los peores desastres forestales de su historia. Aquel hecho cobró la vida de 173 personas, una chilena incluida, pero también provocó, al menos en el papel, una reacción a la forma en que se enfrentaban estos desastres.
Todavía no se lograban controlar las llamas, cuando decidieron lanzar la “Victorian Bushfires Royal Commission”, o Comisión Real de Incendios Forestales de Victoria.
Dicha entidad llevó adelante una revisión tanto de los potenciales responsables por la gran cantidad de muertos, como de la estrategia aplicada por el Estado para enfrentar los incendios forestales. Para el 31 de julio de 2010, la comisión entregó un informe con 67 recomendaciones que incluían desde la gestión de la emergencia, hasta recomendaciones como el fortalecimiento de refugios y estrategias de evacuación, incluido un cuestionamiento a la política previa conocida como “stay or go”, quedarse o irse, en la traducción literal, pero evacuar o proteger el hogar, en la práctica. Esta forma de enfrentar los incendios fue duramente criticada.
Rodney Keenan, profesor de la Facultad de Agricultura, Alimentación y Ciencias de los Ecosistemas en la Universidad de Melbourne, aseguró a La Tercera que “los gobiernos de los estados australianos tienen políticas de gestión del territorio, que incluyen la quema programada y el mantenimiento de vías de acceso y de personal formado para prepararse y responder a los incendios”.
Y si bien cree que se han llevado adelante muchas acciones, plantea que se puede hacer más. “Yo diría que necesitamos más quemas programadas, incendios fríos y clareos para reducir la carga de combustible y mejorar la salud de los bosques. Pero esto es polémico, ya que preocupa el impacto del humo en las personas y del fuego en el medio ambiente, y a la población general no le gusta que se corten árboles. La educación de la comunidad también es vital. La gente no comprende la naturaleza del espacio en el que vive ni los riesgos que presenta. Tenemos que hacer que los ciudadanos comprendan mejor el medio ambiente y los riesgos de incendio, desde la escuela primaria en adelante”.
Sobre la exportación de estrategias, añade que “no existe una solución general. La política y las prácticas de gestión de incendios deben desarrollarse localmente, basándose en la comprensión de las condiciones climáticas, la topografía y la vegetación presente en la zona, así como en la historia local del uso de la tierra, las culturas y los conocimientos propios del sector”.
Otro lugar que ha experimentado de primera mano feroces incendios forestales es California, el estado al oeste de Estados Unidos. Allí se han puesto en marcha numerosas estrategias para evitar catástrofes como la de Santa Bárbara, en 2017. Apodado como Thomas, el incendio forestal tuvo como víctimas directas solo a dos personas, pero las consecuencias, incluido un deslizamiento de barro, elevaron la cifra a 23 en total.
En varias ciudades se han instalado redes de sirenas y altavoces que pueden emitir mensajes de voz, como se puede observar en Mill Valley, explicó NPR. En lugares en los que las amenazas son múltiples, como en la península de Kenai, en Alaska, los parlantes emiten mensajes pregrabados para indicar a los residentes si se trata de un volcán, un tsunami o una tormenta, para luego solicitar que sintonicen la radio para mayor información.
En el estado de California, existen exigencias para los propietarios de viviendas ubicadas en zonas de alto riesgo de incendios para que limpien la maleza con regularidad. Luego, agencias municipales y estatales de bomberos inspeccionan el cumplimiento. En San Diego, por ejemplo, si un propietario no cumple con esta medida, el ayuntamiento contrata a alguien para que haga el trabajo y luego embarga la propiedad para recuperar el costo de la mantención.
Junto con otros estados, han aprobado códigos de construcción contra incendios forestales que obligan a casas que se vayan a construir a utilizar materiales resistentes al fuego, pero aún se puede avanzar más, cree Michael W. Wara, académico del Instituto Woods para el Medio Ambiente de la Universidad de Stanford.
En California han “invertido mucho en tres áreas: seguridad de las líneas eléctricas durante la temporada de incendios, equipos de bomberos -especialmente helicópteros con capacidad nocturna-, y una mejor gestión de los combustibles alrededor de las comunidades”, señaló.
“Hemos estudiado la posibilidad de obligar a las viviendas a retirar los combustibles y materiales inflamables a menos de 1,5 m de sus estructuras, pero aún no lo hemos hecho. Es probable que esta normativa entre en vigor este año. Creo que será difícil hacerla cumplir, pero es la medida más importante que podríamos tomar para prevenir la propagación del fuego en zonas urbanas”.
Cruzando hacia Europa, España y Grecia son dos de los países que más sufren con incendios forestales en el continente. El primero, mediante el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, asegura que ejerce acciones de prevención mediante Brigadas de Labores Preventivas, encargadas de “la reducción y el control de combustibles forestales, haciendo más resistentes los montes al inicio y propagación del fuego y facilitando las acciones de extinción en caso de producirse un incendio”, detalla el sitio web estatal.
Otra medida adoptada por España es la utilización de Equipos de Prevención Integral (EPRIF). Su labor se acota entre los meses de noviembre y abril, y se dedican a las “quemas controladas, desbroces, sensibilización y asesoramiento técnico” en “la zona noroeste peninsular” y en “diversas localizaciones concretas del territorio del Estado”.
En agosto de 2023, sin embargo, la Fundación Artemisan solicitó a las autoridades que se recuperaran políticas forestales previas para prevenir incendios, puesto que, si bien la cantidad de incendios forestales en España ha disminuido, ha aumentado la media de hectáreas quemadas en comparación con los últimos 10 años, señaló El Confidencial.
Finlandia, donde el 75% del territorio está cubierto por bosques, se hace el seguimiento de las catástrofes relacionadas al fuego con la ayuda de drones, informó Deutsche Welle. “Estamos desarrollando una nueva tecnología de drones basada en la inteligencia artificial para detectar rápidamente los incendios forestales y facilitar el conocimiento de la situación en el momento de extinguirlos”, dijo al medio alemán el profesor Eija Honkavaara, del Instituto Finlandés de Investigación Geoespacial (NLS), quien es también miembro del consorcio FireMan, grupo de investigación que está llevando a cabo el proyecto.
Por último, Grecia, que en 2018 sufrió la pérdida de 104 compatriotas y en agosto de 2023 vio cómo se quemaban más de 770 kilómetros cuadrados –superficie similar a la de Nueva York–, elevó en septiembre de 2021 al Ministerio de Cambio Climático y Protección Civil a la categoría de ministerio de pleno derecho y nombró a un nuevo ministro designado para combatir los retos climáticos, detalló la Administración de Comercio Internacional, sitio de EE.UU. para la competencia en el mercado global.
El país europeo diseñó un programa de cuatro pilares. El primero, enfocado en la mejora de infraestructura y la oferta de programas educativos, lo que incluye la creación de entes como el Centro Nacional de Análisis de Datos, el Centro de Prevención y Gestión de Catástrofes Naturales o el Cuartel General del Cuerpo de Bomberos, entre otros.
El segundo se centra en la formación de sistemas inteligentes de detección y extinción de incendios de última generación, así como de alerta temprana de catástrofes naturales y de origen humano. El tercer pilar, en tanto, trabaja con los centros de gestión y coordinación de la vigilancia aérea, drones para ese cometido y el registro de datos y recuperación de telecomunicaciones.
Por último, el cuarto se dedica a la contención, con el manejo de helicópteros y aviones de extinción de incendios, helicópteros de transporte de personal y equipos de primera respuesta, entre otros. Es decir, del manejo del incendio mismo, así como del rescate de posibles afectados.