Para Anthony Bourdain, el éxito lo sacó de la cocina a los 43 años. No hubo receta, pero su biógrafo Charles Leerhsen cifra el origen durante los veranos en que trabajó en los restaurantes de Massachusetts.

Tras fracasar en la universidad, Bourdain decidió irse a lavar platos y más adelante erigirse como chef en Manhattan. En el camino se convirtió en una especie de punk adicto a la heroína y la coca, con meses de atraso en el arriendo y varias cuentas vencidas.

Publicó un par de novelas desapercibidas y se casó, hasta que vino la famosa anécdota de cómo su madre, Gladys Bourdain, entonces editora de The New York Times, hizo circular un texto que él había escrito sobre los desagradables secretos de un restaurante.

De la noche a la mañana, el jefe de cocina del Brasserie Les Halles apareció publicado en The New Yorker y obtuvo su primer cheque por 10 mil dólares, pero no solo eso.

El ensayo de Bourdain, un artículo que creció como la espuma desde que fue impreso el 12 de abril de 1999, regaló con oficio y garbo detalles pocas veces descritos fuera del mundo culinario, como cuándo es el peor día de la semana para salir a comer pescado o por qué siempre vale la pena entrar a un restaurante lleno, y operó como un trampolín para su nueva carrera.

Así dio forma a su exitoso libro de memorias gastronómicas, Confesiones de un chef, y casi a la misma velocidad saltaría a grabar su primer show, A Cook’s Tour.

Le seguirían No Reservations y Parts Unknown, entre varios otros programas y libros en los que Anthony Bourdain plasma su recorrido por cerca de 100 países en más de 300 capítulos, grabando 80 horas por episodio.

Comer, viajar, descubrir. Por los siguientes 17 años.

Hasta que decidió ahorcarse.

Anthony Bourdain en Manhattan.

Los últimos días de Bourdain

Una semana antes de su muerte, Anthony Bourdain estaba fuera de sí. Asia Argento, su pareja desde hacía dos años, había sido fotografiada mientras bailaba con un periodista francés en el lobby del Hotel de Russie en Roma.

Lo cuenta el nuevo libro Down and out in paradise: the life of Anthony Bourdain, del periodista Charles Leerhsen. Bourdain estaba en Francia grabando para su programa Parts Unknown, cuando interrumpió constantemente las filmaciones y buscó el nombre de la italiana cientos de veces en Internet, mientras discutían por teléfono y chat.

Estoy bien”, le escribió en un mensaje de texto revelado por el exeditor de Sports Illustrated:

No soy rencoroso. No estoy celoso de que hayas estado con otro hombre. No soy tu dueño. Eres libre. Como dije. Como prometí. Como realmente quise decir. Pero fuiste descuidada. Fuiste imprudente con mi corazón. Con mi vida.

Lo único que le dolía a Bourdain, dice Leerhsen, era que la cita había tenido lugar en el hotel de Roma que amaban. Le pidió que tuviera piedad. Ella le escribió:

No puedo soportar esto.

Argento le dijo que no aguantaba que fuera tan posesivo y que no podía continuar con la relación.

Esa noche, el carismático chef salió solo y comió y bebió mucho. Más tarde volvieron a cruzar mensajes con Argento, los que Leerhsen coloca al inicio del libro:

Bourdain: ¿Hay algo que pueda hacer?

Argento: Deja de romperme las pelotas.

Bourdain: Ok.

Esa noche, se ahorcó.

El libro de Charles Leerhsen se encuentra disponible en Amazon.

Un estado problemático

Su relación de dos años con Asia Argento fue muy pública y muy discutida”, explica Charles Leerhsen en entrevista con La Tercera. “Tenía un historial de ciertos comportamientos y traté de describirlos, ofreciendo mucha evidencia en el libro”.

Allí, el biógrafo cuenta que en los días siguientes a la muerte, el equipo de trabajo de Bourdain cerró filas ante el enjambre de preguntas de los medios.

Ese silencio duró hasta el año pasado, cuando varios de sus cercanos aparecieron en el documental Roadrunner (disponible en HBO Max) y fueron entrevistados para Bourdain: the definitive oral biography.

Ambos trabajos retratan los puntos grises de Anthony Bourdain, cada vez más en conflicto con el éxito y que en sus últimos años había convertido su relación con Asia Argento en su principal interés.

Pero ni la película ni el libro oficial abordan lo inestable que se había vuelto su vida en los meses antes de ahorcarse.

“Me interesé en escribir un libro sobre Anthony Bourdain poco después de su muerte”, cuenta Leerhsen. “Estaba caminando por la calle en Brooklyn, Nueva York, donde vivo, y vi un cartel de su programa Parts Unknown en un paradero. Bourdain se veía tan genial y tan cómodo consigo mismo. Pensé: ‘Tenía el mejor trabajo del mundo, la mejor vida del mundo’. ¿Cómo llegó a un punto en el que decidió quitarse la vida? Escribí el libro para satisfacer mi propia curiosidad y porque pensé que muchos otros también sentirían curiosidad por él”.

Simon & Schuster, el mismo sello que acaba de publicar el último libro de Bob Dylan, editó lo que denomina la primera biografía no autorizada del chef. Down and out in paradise (disponible en inglés en Amazon) sigue la vida de Bourdain desde el matrimonio de sus padres y su infancia en Nueva Jersey, hasta sus últimos días surfeando la ola del éxito de sus shows como viajero planetario.

Lector de Hunter S. Thompson y William Burroughs, el cocinero aportó a la telerrealidad una narrativa única armada de pausas y divagaciones que ahora no permiten imaginar otro tipo de programa de viajes.

“Un profeta dijo una vez: ‘No me digas qué dice un hombre, no me digas qué sabe un hombre. Dime adónde ha viajado’. Y eso me plantea interrogantes”, anota en su libro póstumo. “¿Nos volvemos más inteligentes y preclaros a medida que viajamos? ¿Viajar nos hace sabios?”.

Lejos de las guías turísticas, lo genuino de sus textos y shows era la velocidad en que se sumergía en otras culturas y compartía una buena cerveza con cualquier hijo de vecino. Como en julio de 2006, cuando Bourdain y su equipo se propusieron retratar la vida nocturna de Beirut, pero el viaje a Líbano acabó siendo el relato de una guerra. Apenas pisó Medio Oriente, estalló el conflicto entre Israel y Hezbolá, y el chef acabó convertido en reportero de guerra.

O como en 2009, cuando vino a conocer los perniles del restaurante El Hoyo de Santiago, los mariscos frescos de la caleta de Angelmó o el italiano del Sibarítico. “¿Qué le puedes decir a un tubo de carne à la Ron Jeremy nadando en un mar de palta y mayonesa?”, dijo sobre el mítico completo viñamarino, al que también comparó con el zapato de un payaso “lacio”.

Captura de Anthony Bourdain en el capítulo en Chile de su programa No Reservations.

Esa narrativa honesta de Bourdain también daba luces de quién era él, dice su biógrafo.

¿Qué fue lo más complejo de investigar sobre la vida de Bourdain?

Fue un desafío obtener buena información sobre cada etapa de su vida, pero los últimos dos años, cuando cayó en una espiral hacia el suicidio, fue donde necesitaba tener más sensibilidad como reportero.

Dice que Bourdain pasó sus últimos días enganchado de una actriz italiana y que tenía un espíritu atribulado. ¿Cómo llega a esa conclusión?

La conclusión de que estaba en un estado problemático al final, es decir, sus últimos días, provino de informes sobre la forma en que se estaba comportando y de los mensajes de texto y correos que salen en el libro.

Adolescencia tardía

Leerhsen muestra a Bourdain como un padre ausente con dos matrimonios fracasados, que pagaba a prostitutas y consumía alcohol hasta perder el conocimiento, entre cócteles de viagra y esteroides para impresionar a su pareja dos décadas más joven.

Tenía una notificación automática en su teléfono que le informaba cada vez que alguien lo mencionaba en Internet”, revela el biógrafo, “y se decepcionaba si pasaba demasiado tiempo sin hacer ping”.

También queda manifiesto el hastío en sus chats con Ottavia Busia-Bourdain, su segunda esposa durante 11 años y madre de su única hija, quien se había convertido en su confidente.

Yo también odio a mis fans. Odio ser famoso. Odio mi trabajo”, le escribió Bourdain a la mujer:

Me siento solo y vivo en constante incertidumbre.

“Durante mucho tiempo disfrutó de ser una celebridad”, pondera su biógrafo sobre su relación con el éxito. “Sin embargo, en sus últimos dos años, a medida que aumentaban sus problemas, su fama se convirtió en una carga cada vez mayor”.

¿Por qué cree que decidió quitarse la vida?

No creo que podamos decir por qué alguien responde a la desesperación quitándose la vida, pero Bourdain llegó a ese estado porque se convenció a sí mismo de que tenía que tener a la mujer que se estaba alejando de él y porque estaba mental y físicamente agotado: viajaba 250 días al año y bebía grandes cantidades de alcohol, lo que exacerba el agotamiento.

Anthony Bourdain y Asia Argento en 2017. Foto: REUTERS/Danny Moloshok

Las tensas horas finales

En el final de Down and out in paradise, Leerhsen narra un pequeño viaje donde Bourdain habría tomado conciencia del costo de su demandante persecución emocional.

Dos días antes de su muerte, entremedio de fuertes discusiones con su pareja, Bourdain se reunió con su amigo Eric Ripert y viajaron desde Francia a Friburgo, una ciudad alemana situada a 50 kilómetros, para seguir bebiendo sin preocupaciones, como en los viejos tiempos.

Cuando el grupo regresó al hotel le Chambard, un preocupado Ripert, que se alojaba en la habitación aledaña a Bourdain, pegó la oreja contra la pared y, para su alivio, escuchó a su amigo roncar tranquilamente.

Al día siguiente, después de una jornada de rodaje interrumpida por las llamadas con la actriz, según el libro, Bourdain y Argento volvieron a pelearse y apareció el chat que Leerhsen pone al inicio.

Esa noche, Ripert también estaba preocupado por el ánimo del chef y pegó la oreja a la habitación de Bourdain.

Pero no escuchó nada.


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