Los franceses votarán este domingo en la primera vuelta de las elecciones regionales, consideradas un ensayo general a menos de un año de la presidencial y las cuales podrían llevar a la extrema derecha al poder en varios territorios.
Las elecciones fueron aplazadas tres meses debido a la situación sanitaria y el covid-19 ha eclipsado en gran medida una campaña de perfil bajo.
Se trata de una elección a dos vueltas, que los franceses suelen ignorar. En 2010 y 2015, más de uno de cada dos ciudadanos se abstuvo en la primera vuelta.
Sin embargo, lo que está en juego en estos comicios, cuya segunda vuelta tendrá lugar el 27 de junio, es importante ya que las 13 regiones francesas tienen competencia en materia de transporte público, enseñanza secundaria y planificación territorial principalmente.
Por primera vez, varias de ellas podrían estar dirigidas por Reagrupación Nacional (RN, antiguo Frente Nacional), el partido de extrema derecha de Marine Le Pen.
Según muchos sondeos, RN va en cabeza en la primera vuelta en seis regiones y está en buena posición para ganar territorios como Provenza-Alpes-Costa Azul, que incluye las ciudades de Niza y Marsella, en el sureste.
Para el 51% de los franceses, una victoria de este partido en las elecciones regionales no sería “un peligro para la democracia”.
“Dinámica”
Una señal de alarma para el presidente Emmanuel Macron cuando, según los sondeos, Le Pen estaría muy cerca por detrás del jefe de Estado en la segunda vuelta de la presidencial de 2022.
“Para Marine Le Pen, ganar una región desencadenaría una dinámica en la campaña pre-presidencial”, señala Stéphane Zumsteeg, director del departamento de opinión de Ipsos.
“En las últimas elecciones regionales, RN estuvo a la cabeza en seis regiones y no ganó ninguna. Estamos seguros de que obtendrán muchos votos en la primera vuelta, pero la segunda vuelta siempre es cuestión de alianzas”, dijo por su parte Christele Lagier, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Aviñón (sureste).
“Una abstención muy alta podría ayudar al partido RN, pero una victoria sigue siendo difícil”, agregó.
En lo que concierne a La República en Marcha (LREM), el partido de Macron, no existía en las anteriores regionales de 2015 y no presenta candidatos salientes.
“Macron ha conseguido no atar su destino a la imagen de su partido, es un partido joven no identificado, con líderes que conocemos poco, vemos poco”, dice Zumsteeg.
Según las encuestas, ninguna región caería en manos del LREM, pero a través de alianzas el partido presidencial debería apoyar a los posibles ganadores en la segunda vuelta.
Debilidad de la izquierda
La campaña ha puesto de manifiesto las profundas fracturas del partido de derecha Los Republicanos, que ostenta la mayoría de las regiones.
Ciertos candidatos optaron por aliarse con el partido presidencial centrista, como Renaud Muselier en Provenza-Alpes-Costa Azul (sureste), mientras que algunos directivos del movimiento, como Guillaume Peltier, muestran más o menos abiertamente cierta cercanía ideológica con RN.
Una brecha política que complica la tarea de la derecha, que espera mantener sus regiones y relanzarse de cara a las elecciones presidenciales.
En el otro lado del espectro político, la izquierda está dividida entre ecologistas, socialistas e Insumisos (partido de izquierda radical).
“La izquierda no está en una posición fuerte en absoluto. Está pagando una no-recomposición desde 2017, no hay liderazgo en la izquierda”, señala Lagier.
En 2015, la derecha y la izquierda se repartieron las regiones, pero 15 meses después, en las elecciones presidenciales, no se clasificaron para la segunda vuelta.