Hasta el 4 de julio, cuando se instaló la Convención Constitucional, el abogado Jaime Bassa (44) y la académica Elisa Loncón (58) no habían trabajado juntos jamás. Pero ese día, tras una dura negociación, quedó establecido que se sentarían juntos en la testera como presidenta y vicepresidente del órgano constitucional.
A dos meses y siete días de ese hecho, queda en evidencia que el constitucionalista cercano al Frente Amplio y la representante del pueblo mapuche proyectan dos estilo de trabajar muy distintos, tanto en forma como en fondo. Un hecho que esta semana quedó en evidencia al enfrentar el escándalo por la revelación de que el convencional Rodrigo Rojas Vade mintió al asegurar que padecía un cáncer.
“Estamos respondiendo a la altura de los acontecimientos y nosotros somos humanos, no somos dioses para no fallar”, sostuvo Loncón la mañana del domingo, con un tono que algunos consideraron “más humano” y que otros criticaron por su tibieza. La ola de cuestionamientos detonó que Bassa saliera públicamente a mostrar un matiz respecto a Loncón. Se mostró más duro y en sus primeras declaraciones manifestó que no habría “defensas corporativas” y comunicó que como mesa irían a la fiscalía.
La distancia de estilos entre Bassa y Loncón traspasa la contingencia por el caso Rojas Vade y es un tema de conversación transversal en la Convención. Nadie habla de un quiebre a nivel personal, pero sí de una forma de trabajo que a ratos parece poco compatible.
De ahí que desde hace semanas se instaló en la Convención el debate sobre la posibilidad de acortar el periodos de seis meses que se fijó para su mandato y establecer un sistema de presidencias rotativas.
“Tienen una buena relación, pero han tenido diferentes lecturas sobre algunos puntos”, dice un cercano a la directiva. Varios de los consultados por este medio marcan que los dos dirigentes abordan sus discrepancias en privado y que, pese a las diferencias que han evidenciado públicamente, “trabajan bien juntos”.
Otras diferencias
Además del caso Rojas Vade, Loncón y Bassa mostraron diferencias en la forma de abordar el tema de los presos de la revuelta. Loncón se cuadró con la declaración del PC, los pueblos originarios y la entonces Lista del Pueblo, mientras que Bassa se quedó en la línea del Colectivo Socialista y del Frente Amplio.
Algunas voces en la constituyente consideran que la diferencia de estilo entre ambos ha provocado una merma en el liderazgo de la presidenta Loncón. Varios son los constituyentes en el ala izquierda de la Convención quienes aseguran que el manejo político y técnico de Bassa dejaría en segundo plano a la representante del pueblo mapuche. “Jaime tiene más experiencia política que Loncón y eso se nota”, dice una convencional del sector.
Para algunos -incluso en la mesa- el abogado constitucionalista se movería con una “mayor naturalidad” en la Convención que la dirigente mapuche, quien si bien también proviene del mundo de la academia -es profesora y tiene dos doctorados en Humanidades y Literatura-, no tiene el mismo manejo en el tema legal y la soltura verbal que muestra el frenteamplista. “La presidenta explica algo y Jaime corrige”, dice un constituyente.
Otros aventuran que Loncón tendría un “exceso” de confianza en Bassa y en el resto de la mesa y que ha dejado recaer “demasiada” responsabilidad en el abogado. De hecho, entre los convencionales mencionan que para ellos el interlocutor de sus demandas con la mesa es el abogado, en vez de Loncón. Lo mismo transmiten desde el gobierno. Un botón de muestra es que el ministro Juan José Ossa se reunió con Bassa cuando fue necesario terminar con la polémica por el uso de asignaciones de los convencionales.
No obstante, otros aseguran que ambas figuras se “complementan” y que no se sobrepasan en sus funciones. Y que Loncón ha sido “firme” con sus decisiones al interior de la directiva.
“En este tiempo, Bassa y Loncón han desarrollado una complicidad muy genuina. No he visto roces entre ellos en lo que va del proceso constituyente”, sostiene el vicepresidente adjunto, Pedro Muñoz (PS). Y sobre el rol de ambos, sostiene que “creo que Bassa tiene claro que Loncón es la presidenta, y él aporta desde esa base. Bassa es un complemento, que aporta desde su experiencia, pero quien manda es Loncón”.
La mesa bajo la lupa
Nada salió como lo habían planeado. La sesión de la mañana del 9 de septiembre les recordó a varios convencionales constituyentes de las primeras reuniones del pleno en las que, en varias ocasiones, el debate se transformaba en un caos.
Con críticas directas a la dirección de la presidenta y a su vicepresidente, la asamblea que esperaban que estuviera marcada por el avance en la discusión del reglamento y los alejara -al menos por unas horas- del caso de Rojas Vade, estuvo a punto de llegar a punto muerto.
“Este es el tipo de instancias en la cual se pone en riesgo la continuidad del proceso constituyente”, decía Bassa desde la testera, causando inmediatos abucheos de sus pares y provocando los gritos de la convencional del pueblo aimara, Isabella Mamani, quien junto a los otros escaños reservados reclamaba que se aplicara el quórum de 2/3 a ciertas normas del reglamento relativas a los pueblos originarios.
Pero fueron las palabras que habían pronunciado Loncón y Bassa antes de que se vieran obligados a suspender la sesión por unas horas las que llamaron la atención de varios constituyentes y que fueron consideradas como un “error más” en una de sus semanas más duras.
“Ha sido una semana bastante más difícil de lo que todas y todos esperábamos. Todos saben que ayer estuvimos toda la tarde en las dependencias de la PDI declarando, lo que ha impedido que la mesa pueda hacer el trabajo de manera más efectiva, más eficiente”, sostuvo Bassa, mientras que Loncón aseguró que “en esa mesa yo no hubiera estado (…), porque tuve que ir a la PDI a declarar, fue circunstancial. Nunca he querido abandonar en ningún momento la Convención, pero por circunstancias lo tuve que hacer”.
Las explicaciones -que a la salida del ex Congreso varios convencionales transmitían que no estaban “a la altura”- denotaron un problema que, aseguran fuentes de la instancia, se viene arrastrando desde el inicio de la Convención: la falta de manejo político y comunicacional de la mesa.
El tema, incluso, ha provocado que durante las últimas semanas, en distintos sectores de la izquierda de la Convención, se instalara la idea de apresurar la rotación de la mesa a través de una indicación al reglamento.
Ese punto, de hecho, se intensificó luego de la caótica jornada del jueves, la que también marcó la distancia que existe entre Loncón y el resto de los escaños reservados. Incluso, fueron dirigentes de ese sector quienes deslizaron por primera vez públicamente que se debería “evaluar” el rol de la académica y un eventual cambio de la mesa. El apoyo a la mesa, transmiten fuentes cercanas a la directiva, es un tema que ya ha sido abordado por algunos de sus miembros y que hoy preocupa a los dirigentes.
Pese a esto, los cuestionamientos no vienen solo del sector más a la izquierda de la Convención, en el que posicionan a los PP.OO., al Partido Comunista y a Pueblo Constituyente (ex Lista del Pueblo). Entre algunos de los convencionales de la centroizquierda transmiten que la mesa “ha actuado con debilidad” y critican la falta de estrategia comunicacional de la directiva. Ese punto, de hecho, los vicepresidentes lo admiten como una “falta” y aseguran que se ha puesto sobre la mesa durante sus reuniones.
Un ejemplo de eso que mencionan algunos convencionales fueron las declaraciones que dieron Loncón y Bassa en el marco de la polémica de las asignaciones, el 2 de septiembre.
“Fue publicado en la mañana muy temprano, ya estaba en El Mercurio, estaba el oficio, está toda la información, revísenla y ahí la van a encontrar. En ese sentido se la agradecemos”, dijo Loncón, al evitar aclarar ella misma cuántos eran los montos solicitados al gobierno. “Este es un punto de prensa, no un seminario”, sostuvo Bassa a continuación.
Sin embargo, en estas semanas también han quedado en evidencia las descoordinaciones que han ocurrido entre Bassa y Loncón con el resto de la mesa ampliada. “Yo creo que para Loncón y Bassa aún representa un esfuerzo el adaptarse a trabajar con la mesa ampliada. Y ahí sí que hay roces”, dice un vicepresidente.