Casi como un presagio, a fines de abril, la diputada Catalina Pérez (RD) se tatuó una frase en uno de sus brazos: “Esto también pasará”. El grabado en tinta en la piel lo había lucido a algunas de sus compañeras de bancada.
Y esas palabras, dicen en su entorno, ahora cobran más sentido, luego de que estallara -hace 15 días- el caso de posible corrupción, que terminó complicándola a ella y a todo el oficialismo.
El lío de platas políticas que involucra a la Fundación Democracia Viva y que impacta al Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), ha sido -prácticamente- el único tema en la agenda política en las últimas dos semanas.
Todo estalló cuando el medio regional de Antofagasta, Timeline, reveló la cuestionada transferencia de $ 426 millones visados por la autoridad de Vivienda de dicha región -dirigida, hasta ese entonces, por Carlos Contreras, exjefe de gabinete de la diputada- a la organización cuyo representante legal es Daniel Andrade, hoy expareja de la parlamentaria. Además del nexo evidente de ambos con Pérez, los dos principales implicados militaban en Revolución Democrática (RD).
En pasado, pues Contreras fue expulsado por el Tribunal Supremo de la colectividad este viernes. Y la misma determinación se tomó con Andrade, pese a que el exdirigente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) envió un correo electrónico al órgano revisor de causas del partido -pocas horas antes de la sesión donde se analizó su caso- informando de su desafiliación a la colectividad, hecha a través del portal del Servicio Electoral (Servel).
Impacto personal
La información abrió una “caja de Pandora” que será difícil de cerrar -advierten en el oficialismo- y que tiene en la mira todas las transferencias del Estado a distintas fundaciones. La arista legal ya supera las fronteras de Democracia Viva.
A mediados de esta semana, Pérez vivió un episodio que le hizo sopesar el real impacto del escándalo, afirman en su entorno.
Hace ya algunos días, la diputada dejó de residir en Pedro Aguirre Cerda. Pero, por distintas razones, se vio obligada a acudir al domicilio que, hasta hace poco, compartía con Andrade, su expareja. El panorama que vio al llegar no le gustó: a las afueras de la morada había cámaras de televisión apostadas que la grabaron manejando un automóvil. Ya en su segundo período parlamentario, habituada a dialogar con la prensa, la escena le chocó.
Al fin y al cabo, era natural que la residencia concentrara la atención mediática: a inicios de esta semana fue allanada por la Policía de Investigaciones (PDI), quienes buscaban a Andrade, que ya no reside allí. El exmilitante finalmente fue ubicado e hizo entrega de algunos artículos electrónicos.
Acompañada por Ángela Salinas, su madre, que viajó desde Antofagasta, Pérez ha buscado refugio en sus más cercanos. Algo desconectada de la contingencia, sí ha resentido el “giro” de la directiva nacional -particularmente del timonel y senador, Juan Ignacio Latorre- y de la bancada de diputados.
En RD, eso sí, son enfáticos: esperaban un gesto mayor de la diputada, que entregara antecedentes más profundos que acreditaran su versión inicial donde afirmó no haber tenido ninguna injerencia en el lío entre “don Daniel” y “don Carlos”. En la colectividad aseguran que esa “prueba de la blancura” nunca llegó.
De todas formas -particularmente tras el allanamiento-, algunas de las diputadas más cercanas de la bancada del Frente Amplio intentaron tomar contacto con Pérez, sin éxito.
En RD advierten que, además de los antecedentes obvios, la “vuelta de espalda” del partido, y particularmente de algunos alcaldes, obedece al estilo que Pérez marcó mientras estuvo al mando del partido -con Andrade dentro de su directiva- y que cosechó enemistades con algunos “lotes”: frontal y con un poder sin contrapesos.
Algunos buscan respuestas ahí, en su momento como la dirigenta mujer más prominente del partido. Otros, en tanto, retroceden y apuntan a su historia política.
De Antofagasta al Congreso
Había algo distinto que Catalina Pérez, una vocera estudiantil antofagastina de 14 años, transmitía al resto. Eso dice Carolina Reyes, una política ya retirada de Calama. Con Pérez se conocieron en las Juventudes Comunistas de la Región de Antofagasta el año 2005. “Ella siempre fue muy seria. Eso me llamaba la atención. Se tomaba con mucha responsabilidad sus labores siempre. También era muy activa. Siempre andaba megáfono en mano en las marchas”, dice Reyes.
Meses después, estalló la Revolución Pingüina. Pérez, durante esos meses de protestas y tomas, fue vocera regional del movimiento. Después de ir a clases en el Liceo Artístico de Antofagasta, se iba por las tardes a trabajar en lo que más le apasionaba. “La política era nuestra entretención. Nos pasábamos la vida en reuniones (...). No carreteábamos ni nada. Ella siempre estuvo muy activa en las actividades de la Jota”, agrega.
Esa inclinación siguió a Pérez cuando entró a estudiar Derecho en la Universidad Católica del Norte (UCN), en Antofagasta, en 2009. Le tocó estar ahí para la gran movilización de 2011. Fue ahí, dicen quienes la conocían en esa faceta, que tuvo sus primeros acercamientos con el ahora ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson, quien en ese entonces era un estudiante de Ingeniería Civil Industrial que fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (FEUC).
Jackson, a fines de 2012, fundó el movimiento Revolución Democrática. El partido se conformó en gran parte por estudiantes de la PUC, provenientes del NAU, y de la Universidad de Concepción. Su línea de pensamiento criticaba de forma dura a los gobiernos de la Concertación.
Esto coincidió con otro hecho: la incorporación del Partido Comunista a la Nueva Mayoría en abril de 2013, un hecho clave en la vida política de Pérez. Eso molestó a muchos militantes comunistas, porque muchos éramos de una onda muy ‘anticoncerta’. Cuando eso pasó, nos fuimos muchos. Ahí también se fue la Catalina”, relata.
Así, Pérez también entró a militar a RD. Eso coincidió con que logró salir electa presidenta del centro de estudiantes de su carrera en 2014. En la sede del joven partido en Antofagasta la conoció Ricardo Díaz, un profesor y activista medioambiental de la región, uno de los fundadores del partido en esa ciudad.
Los militantes de RD que conocieron a Pérez cuando llegó la describen como alguien talentosa e inteligente. Una compañera de ese tiempo resalta que Pérez era “matea”. Díaz la describe también de esa forma. Pero también aporta otro dato. “Tiene mucho talento, pero no tolera las diferencias de opinión. Le molesta mucho. Lo otro, es que siempre impuso sus grupos de amigos sobre el resto”, recuerda quien hoy es gobernador de Antofagasta.
Fue después de llegar a RD que comenzó el verdadero salto de Catalina Pérez.
En 2016, el partido tenía que zanjar quiénes iban a ser candidatos en las parlamentarias de 2017. “Ahí Catalina habló conmigo y nos pidió que la apoyemos para que sea diputada”, afirma la autoridad.
Pérez se lanzó y ganó. Obtuvo 6.106 votos: el 3,76% de las preferencias. Sólo había felicidad en la joven tienda y en el equipo de Pérez. Pero eso duró poco. Luego de volver de unas vacaciones, Pérez llegó nuevamente a Antofagasta. Pero era para poner algunos puntos sobre las íes.
“Sacó una declaración donde nos dijo que ella es una diputada de la nación, y que se iba a ir a vivir a Santiago. Que los problemas regionales los tenía que ver yo como Core, y los comunales, el concejal que teníamos”, recuerda Díaz.
Esas palabras, dicen militantes, provocó el primer gran quiebre en la tienda. Pero faltaba el último gran salto de Pérez para consolidar su ascenso.
En 2019 se desarrolló la elección interna de RD. Dentro de los grupos que disputaban la presidencia estaban los “pantalones largos”, o sea, los fundadores del partido, radicados en Santiago. En el otro lado estaban los “territorialistas”: aquellos militantes -como Díaz- que apelaban a la causa medioambiental y a hacer política desde las bases. Y al medio, los “terceristas”, un grupo intermedio.
Pero esto cambió cuando entró un grupo de militantes de la UNE, en 2018.
“Ellos se aliaron con el tercerismo en contra de nuestra alianza entre pantalones largos y los territorialistas. Ahí llevaron a Pérez como candidata. Ellos querían solo fortalecer el Frente Amplio y hacer alianzas hacia la izquierda”, dice un fundador de RD.
El estilo de Pérez, dicen los militantes, es un discurso marcadamente en contra de los “30 años”, y con pocas ganas de establecer alianzas con otros partidos.
Díaz define esa campaña como “sucia”. A Javiera Parada, quien compitió con Pérez, “la atacaron personalmente por haber trabajado con Bachelet. Le sacaron en cara lo de ser agregada cultural en Nueva York”, dice.
Jackson fue el gran apoyo que tuvo Pérez para levantar esa candidatura, la cual terminó ganando. Pasó de ser vocera estudiantil con 14 años a ser presidenta de un partido a sus 29. Fue un ascenso meteórico.