Era uno de los pedidos recurrentes en las redes sociales y en la oposición cuando se conocía alguna vulneración de Carabineros a manifestantes durante las protestas del estallido social: “Fuera Rozas”. La frase sólo se concretó 398 días después del 18 de octubre de 2019.

El 19 de noviembre de 2020, el general director de Carabineros Mario Rozas salió de la institución. Cumplía un año y once meses en el cargo. Y lo hizo luego de que dos carabineros dispararan al interior de un centro del Sename, en Talcahuano, en medio de desórdenes denunciados por los administradores del recinto.

Hasta allí, a pesar de las presiones, había sorteado los casos Gatica, Campillai, el análisis de perdigones de la Universidad de Chile (detectó que contenían metales, minerales y solo un 20% de goma), una imputación de torturas a efectivos en Ñuñoa, la caída de un adolescente del Puente Pío Nono y una serie de cuestionamientos a los protocolos empleados por la policía uniformada para contener desórdenes en Plaza Italia y a nivel nacional.

A fines de 2019, Rozas sabía que en algún minuto tendría que salir. No sabía cuándo, pero aunque contaba con el respaldo del Presidente Sebastián Piñera, tenía claro que su nombre era objeto de críticas. Y que la mano vendría pesada lo supo el 3 de octubre de 2020, cuando parlamentarios de PS y el Frente Amplio condicionaron la aprobación del presupuesto para Carabineros a que el alto oficial saliera del cargo.

Mario Rozas, se retira de la Dirección General de Carabineros el día en que salió de su cargo.

Fueron días pesados, reconoce a sus cercanos: el 18, 19 y 20 de octubre y las jornadas del 12 y 19 de noviembre durmió solo dos horas. Las fechas las tiene registradas en un cuaderno en el que anotó los momentos más complejos del estallido, como otro que guarda con especial celo: cuando le pidió a su hija, que cursaba 3º medio, que cerrara el año escolar anticipadamente. Era noviembre de 2019 y las amenazas llegaron directamente a su teléfono. “Me la comí solo”, dice en privado, agregando que nadie del mundo político condenó esos amedrentamientos.

Once meses después de su salida, Rozas está con barba y pelo más largo y cano. Trota y anda en bicicleta todos los días, y se mantiene lejos de actividades oficiales de Carabineros. Sólo se comunica con quienes fueron sus colaboradores más estrechos y también con uno de sus mejores amigos: Ricardo Yáñez, el actual general director de Carabineros.

Prefiere estar lejos de la institución, aunque no puede alejarse mucho del estallido social: tiene cerca de 60 procesos judiciales abiertos, donde tiene que responder recursos de amparo, de protección y también concurrir a declarar a la fiscalía.

La causa que más le inquieta es la que lleva la fiscal de Valparaíso, Claudia Perivancich, quien indaga eventuales crímenes de lesa humanidad durante las manifestaciones ocurridas entre el 18 de octubre de 2019 y marzo de 2020. Ante ella declaró los días 30 de noviembre y 3 de diciembre, asesorado por el abogado Gabriel Zaliasnik.

Claudia Perivancich, fiscal regional de Valparaíso.

“Mientras fui general director no recibí ninguna orden ni di ninguna orden destinada a afectar los derechos humanos de mis compatriotas; al contrario, procuré tomar todas las medidas para reducir cualquier abuso o exceso (...). Siempre mi conducta fue proactiva frente a los cuestionamientos en esta materia”, dijo.

Siete generales a la mesa

Antes de dejar las actividades oficiales de Carabineros, Rozas tuvo una última gran cita con sus compañeros de armas. Fue en diciembre de 2020, cuando llegó hasta la escuela de la institución, ubicada en Providencia.

Allí participó de un reservado almuerzo, al cual citó el general Yáñez. Los cuestionamientos a la policía seguían, se les pedía rendir cuentas, avanzar en la reforma y estar más sujetos al poder civil. Entonces, era necesaria una conversación entre todos, se transmitió a los asistentes.

Piñera en el cambio de mando junto a Mario Rozas y Ricardo Yáñez. Foto: Agenciauno

¿Quiénes fueron, además de Rozas y Yáñez? Los exgenerales directores de Carabineros Rodolfo Stange, Manuel Ugarte, Alberto Cienfuegos, Eduardo Gordon, Gustavo González y Bruno Villalobos. De los altos oficiales vivos, solo faltó Hermes Soto, distanciado de la institución por diferencias con Villalobos, su antecesor.

Fue el último encuentro de Rozas con quienes fueron sus superiores y amigos, en algunos casos. Stange, por ejemplo, fue uno de los generales en retiro que siempre tuvieron contacto con él durante el estallido social.

“Si hubiéramos tenido otras experiencias, habría tomado otras decisiones. Teníamos carros del año 70. Fue algo para lo que nadie estaba preparado, pero siempre obré sobre el estado de derecho”, les dice a sus cercanos.

¿Ofertas laborales? Empresas privadas que buscan asesorías en seguridad, pero la respuesta ha sido no. Primero, quiere limpiar su retaguardia judicial.