Era una de las joyas más preciadas de Lucía Hiriart (89) y que, por lo mismo, guardó celosamente hasta el día de su muerte. Para ocasiones especiales, la viuda de Augusto Pinochet sacaba a relucir un anillo de piedras preciosas que tenía un diamante. Aquejada de múltiples enfermedades, la sortija se transformó, en los últimos años, en uno de los valiosos objetos de su herencia.
Tras su deceso, el 16 de diciembre de 2021, nadie recordó la alhaja. Eso hasta que un mes después, en enero de este año, a su hijo Marco Antonio Pinochet (64) le llamó la atención que no la encontraran en la pieza que su madre habitó en los últimos años de vida.
“Falta el anillo de diamantes”, le dijo molesto a Silvia Jara Oliver (55), quien había sido durante una década la enfermera de Hiriart. En ese minuto ella sintió que tras la reprimenda se ocultaba la sospecha de que ella tenía algún tipo de responsabilidad en la desaparición de la joya. Le contestó de inmediato: “La señora Lucía se lo regaló a la señora Jacqueline“. Esto en alusión a la hija menor de los Pinochet Hiriart. Marco Antonio llamó a su hermana para verificar que la versión fuera cierta. Y así fue.
Este fue uno de los tantos desencuentros que hubo entre la enfermera y el hijo de Hiriart, quien fue designado por la familia para coordinar los cuidados de la fundadora de la extinta Cema Chile. El episodio está descrito en una demanda que presentó la profesional de la salud, el 3 de mayo pasado, y que va dirigida en contra de los hijos de Pinochet. Ahí acusa malos tratos y deudas.
En el libelo, al que accedió La Tercera, se describe otro tenso pasaje que grafica la relación entre la cuidadora y su empleador. El 24 de enero de este año le exigieron que firmara un acuerdo de confidencialidad antes de dar pie al pago de su finiquito. Sin embargo, no hubo acuerdo. “Nos entendemos con abogados”, advirtió Marco Antonio. Y así ocurrió.
En la arena judicial, Jara acusa a la familia Pinochet-Hiriart de graves afectaciones su “integridad física y psíquica”. Junto con esto dice que fueron vulnerados sus derechos fundamentales, luego de que se desconociera la relación laboral que tuvieron, al no acceder al pago de una indemnización y al no cancelar sus cotizaciones.
Una relación difícil
El 12 de enero de 2012 Silvia Jara ingresó a trabajar para Lucía Hiriart, pactándose una remuneración líquida mensual de $500 mil. Al año siguiente, el sueldo aumentó en $100 mil. Su función era asistirla en su higiene, peinarla, vestirla, darle de comer, suministrarle medicamentos y acompañarla.
La jornada laboral que le impusieron, según la acción judicial, era por turnos de 48 y 72 horas. A juicio de la demandante, esto era “totalmente abusivo”. Describe que ella llegaba los martes a las 9 de la mañana y se retiraba el jueves, tras lo cual era relevada por otra cuidadora.
Desde entonces -acusa- comenzó una relación compleja, que se detonaba principalmente cuando pedía comprar productos de aseo para la viuda de Pinochet. “Don Marco Antonio siempre se enfurecía, señalando que no entendía la razón de tanto gasto”, sostiene la profesional en la demanda. Junto con esto, ejemplifica que en una oportunidad el hijo del excomandante en jefe del Ejército se opuso a la compra de guantes quirúrgicos estériles y que les había advertido, a ella y a la otra cuidadora, que debían lavarlos para reutilizarlos y así no tener que invertir tanto dinero en eso.
“Hacemos hincapié en que los guantes eran utilizados para asear a la señora Hiriart, razón por la que resulta humillante y paupérrimo pedir a sus cuidadoras lavarlos para ahorrar dinero”, se lee en el documento.
Jara dice que luego, en 2020, cuando llegó el Covid-19 y el país completo inició cuarentenas preventivas, el encierro y la pandemia hicieron que los conflictos se intensificaran y escalaran. Esto último porque ella, además de cumplir con su trabajo con Hiriart, se tuvo que hacer cargo también del cuidado de su esposo, que estaba enfermo en su casa.
Por las restricciones de movilidad y riesgos de contagio, la familia Pinochet le pidió trabajar ya no en turnos de 72 horas, sino que se quedara una semana completa y alternara ese sistema con la otra cuidadora. En una primera instancia, dice, se dispuso el auto familiar para ir a buscarla y a dejarla, pero la medida duró poco. “Esto se cumplió una o dos veces como máximo, pues el señor Marco Antonio prohibió que fueran trasladadas las enfermeras, ‘porque el auto se iba a gastar o se podía echar a perder’”, se relata en la acción judicial.
Finalmente, explica Jara, cambiaron la modalidad: debían trabajar un mes puertas adentro y “se les prohibió salir del lugar y visitar a sus familias”. El clima era casi insostenible, refiere la profesional, sobre todo por su propia situación familiar, debido a los padecimientos de su cónyuge. Fue ahí que decidió hablar con Marco Antonio Pinochet y pedirle que la despidiera, acordando un monto indemnizatorio de $ 6,9 millones. Este último, según la versión de la enfermera, le ofreció la mitad y como una especie de contraoferta le concedió un aumento de $ 50 mil hasta que falleciera su madre.
Acusaciones de robo
De lo que se describe en la demanda, los principales nudos de esta relación laboral estuvieron marcados por la desconfianza. La mujer acusa que en más de una ocasión se la trató de desleal y se instaló la sospecha de que ella le estaba robando a Lucía Hiriart sus pertenencias.
Al episodio de la joya se suma otro hecho que la demandante califica en el marco de “malos tratos, humillaciones, ofensas y agravios” de los que habría sido víctima. Así lo señala el abogado de Jara en el documento: “El 2 de abril de 2020, don Marco Antonio Pinochet acusó a mi representada de ‘esconderle información y ser ladrona’”. Esto habría pasado, según la enfermera, porque la otra cuidadora había encontrado un sobre con dinero en efectivo que estaba escondido.
Cuando Marco Antonio Pinochet supo de esta situación, según la acción judicial, se puso furioso y fue hasta donde Silvia Jara para pedirle explicaciones. “La acusó de estar robando a su madre, de ser sinvergüenza y desleal”, se sostiene en el documento. La mujer dice que le respondió que ese dinero correspondía a ahorros que Hiriart mantenía en su pieza. “El demandando replicó gritando que no era posible que le ocultasen ninguna información, menos de ese tipo”, dice la acción judicial. Todo esto, según la enfermera, ocurrió a plena luz del día, en la vía pública, afuera de la residencia de una de las nietas de los Pinochet.
¿Cuál era el origen de ese dinero? En la demanda no lo explicitan, lo que sí se detalla es que todas las semanas Hiriart recibía $ 200 mil y que de eso ahorraba “a escondidas” de su familia. “Ignoramos por qué”, dice la profesional de la salud en alusión al comportamiento de la anciana. Agregó que de ese dinero guardaba, al menos, $ 150 mil. La expresidente de Cema Chile, según se lee en el libelo, le habría dicho a su enfermera que estaba ahorrando porque “quería regalarle un lindo obsequio de bodas a su nieta Sofía”.
La relación laboral entre Jara y los hijos de Pinochet finalmente terminó en enero de este año, en medio de la obligación de firmar una cláusula de confidencialidad. Si rompía el pacto se le aplicaría una multa de UF 2.000 ($ 65,5 millones). Pero ella no aceptó y decidió seguir la vía legal.
En la demanda se pide en total un pago de $ 59,3 millones, por pagos adeudados y perjuicio moral. Las partes ya fueron notificadas y se citó a una audiencia para el 14 de junio, lo que marcará el retorno de la familia Pinochet a los tribunales de justicia.