Fue una sorpresa para varios en Evópoli que, el pasado 22 de octubre, el senador Luciano Cruz-Coke perdiera las elecciones internas para la presidencia de la colectividad y fuera derrotado por la exministra Gloria Hutt. El parlamentario desdramatiza el episodio y evita comentar las diferencias internas que acechan al partido estos días. “No hay que estar ventilando asuntos internos”, dice.
En esta entrevista, eso sí, el legislador aborda en profundidad el proceso constituyente y defiende la idea de que el Congreso designe un órgano redactor.
Chile Vamos propuso un órgano constitucional electo de 50 personas, pero por debajo muy pocos quieren elecciones, según dicen en privado. ¿Cuál es su diagnóstico?
Lo que hizo Amarillos el otro día, que termina funcionando como una revelación, apunta al elefante en la habitación, lo que todos hablan pero no se atreven a mencionar. Esa revelación transparenta una situación de la que se habla en privado: el hecho de que muy probablemente no estén los votos en el Congreso para un acuerdo que replique una Convención por fuera de la institucionalidad. La idea de que se acuerde un órgano, según la proporción de fuerzas políticas, emerge como un golpe de realidad, más que como una alternativa ideal. Porque la idea siempre fue replicar una Convención más pequeñita, con bordes, pero la verdad es que tanto el oficialismo como la oposición cargan con fantasmas de derrotas muy traumáticas. Las derrotas del plebiscito de salida y de entrada, respectivamente. Y, en ese sentido, observo altas dificultades de someter eso a una decisión soberana.
¿Dice, entonces, que tanto el oficialismo como Chile Vamos tienen temor a nuevas derrotas?
Sí. Y con un agravante extra. Para el gobierno, en particular, el fantasma de una segunda derrota es lapidaria, en apenas un año de gobierno hace muy difícil que estén dispuestos a pagar el costo de llamar a una elección por miedo también a aparecer desconectado de las prioridades del país. La gente hoy día aparece más apremiada por los asuntos de seguridad y económicos, lo cual obviamente no obsta que haya que resolver y darle un cauce al asunto constitucional. Pero evidentemente necesitamos un pacto social, pero ¿cómo arribamos a él? Hoy día se ve mucho más probable que se haga por la vía institucional. Al Congreso le corresponde ejercer el poder constituyente. Hay tres elementos para mí importantes de entender. Primero, el golpe del 62% del plebiscito que cambió la fisonomía política y la idea cultural de lo que el país quiere. Segundo, el cambio de circunstancia política y de prioridades sociales. Y, por último, el elemento del voto obligatorio, que se transforma en sí mismo en el elemento validatorio y legítimante por definición.
Habla del costo electoral para ambos sectores. ¿Cuánto pesa ese factor?
Para todos, la idea del hastío, del cansancio de la población con el tema constitucional y el tema de los procesos eleccionarios es real. Segundo, en la suma y en la resta creo que el gobierno tiene mucho más que perder que Chile Vamos si hay un órgano constitucional 100% electo. Si bien es cierto que el PDG y los republicanos, debido a que estos temas terminan polarizando a la ciudadanía y eso hace crecer a los extremos, podrían tener mejores resultados y eso sería caótico para Chile Vamos, el gobierno tiene que tener mayor temor que Chile Vamos de ir a un proceso de estas condiciones debido a que puede anotarse otro fracaso electoral masivo con voto obligatorio. Eso lo dejaría en difíciles condiciones de gobernabilidad.
Pero para ustedes también es riesgoso que ganen terreno el PDG y los republicanos.
Siempre está el riesgo. Por eso, el Congreso en particular tiene la facultad y la obligación de dar salidas políticas. Debe haber una delegación conforme a las fuerzas proporcionales que en el Congreso existen.
El Presidente dijo esta semana que el que exista una elección es garantía de “estabilidad para el futuro”. ¿No le concede el punto?
El Presidente Boric tiene problemas en el país de los que tiene que hacerse cargo rápido. Por ende, el Presidente Boric debería guardar estricto silencio y dejar que las fuerzas políticas solucionen el asunto constitucional. Segundo, cuando hay un nivel de fragmentación enorme, que es el principal problema que tenemos, la garantía que la mera elección valide procesos democráticos no es tal.
Lo que plantea el Presidente va en línea con lo que transmite el oficialismo: que solo las elecciones dan legitimidad al proceso.
Me parece que el elemento del plebiscito de salida da esa garantía.
¿Quedaría conforme si el acuerdo termina en un órgano mixto?
No sería algo impensable, pero veo difícil que ocurra.
Usted reconoce que el PDG y republicanos pueden salir airosos en una nueva elección. ¿No es riesgoso que partidos que tienen poco tiempo tengan supremacía en un nuevo órgano?El PDG demostró con el acuerdo de la Cámara que no necesariamente cumple su palabra.
El electorado nos ha sorprendido varias veces a izquierdas y a derechas. Por tanto, no me atrevería a especular. Pero sí, podemos abrirles la puerta a partidos que no tienen mayor tradición, que no tienen un comportamiento predecible como lo tienen los partidos tradicionales, que con todas sus falencias, al menos tienen declaraciones de principios, tienen ciertas prácticas democráticas que uno puede juzgar en el ámbito de los años. La verdad es que lo que emerge de ahí es un signo de interrogación enorme. La democracia y la institucionalidad chilena no pueden estar permanentemente sometidas a signos de interrogación y a incertidumbre como a la que hemos estado sometidos desde el estallido social en adelante
En ese sentido, ¿cómo ha visto el rol que ha jugado Chile Vamos en las negociaciones?
Ha sido prudente. Hay una propuesta puesta sobre la mesa y evidentemente se ha ido modificando al tenor de las conversaciones.
¿Qué se juega su sector con el acuerdo constitucional? ¿Ve margen para que se selle un pacto en lo que queda de noviembre?
La demostración de voluntad por parte de Chile Vamos no solamente de cumplir la palabra, sino de tener una Constitución bien hecha, está más que probada. No me parece que haya que seguir dando pruebas de amor, me parece un absurdo. Sobre la fecha, recordemos que íbamos a bailar cueca con acuerdo cerrado, que después era octubre y noviembre. Me importa que el gato cace ratones, que esto quede bien hecho, más allá de la fecha en que se implemente. Si es necesario esperar habrá que esperar, pero hay que llegar a un acuerdo real y bajarnos de esta quimera en la cual queremos llegar a una suerte de camino intermedio. Eso no va a ocurrir, entonces, apelo a lo más pragmático de la política y resolvamos de una vez por todas el tema constitucional. Esto es un asunto de votos también, de asegurar los 4/7 en el Congreso.