Médico ortopedista de 56 años, Luiz Henrique Mandetta proviene de una extensa familia de políticos brasileños. Dos veces diputado federal por Mato Grosso do Sul, con la formación centroderechista Demócratas, en enero de 2019 aceptó el llamado del nuevo Presidente Jair Bolsonaro para convertirse en su ministro de Salud. Si bien en un comienzo los expertos lo consideraban un “fiel escudero” del excapitán del Ejército, la llegada de la pandemia al país marcó un punto de inflexión en el vínculo de Mandetta con Bolsonaro.
Así, de ser uno de los pocos que creyó en las posibilidades de Bolsonaro, se transformó en su piedra en el zapato, al no dudar en contradecirlo en la gestión de la crisis sanitaria. Mientras el ministro defendía las medidas de aislamiento social para reducir la velocidad de contagios y no sobrecargar el sistema de salud, el mandatario promovía la flexibilización de estas medidas por considerarlas un remedio “peor que la enfermedad”, debido a sus efectos negativos en la economía.
Finalmente, el 16 de abril de 2020, después de 15 meses y medio en el cargo y tras semanas de enfrentamiento entre ambos por la política de combate al coronavirus, Bolsonaro destituyó a Mandetta, justo en momentos en que la pandemia sumaba 1.924 muertes y 30.425 casos en el país.
A casi un año de su salida del gabinete, Mandetta aún mantiene la popularidad de la que gozaba como ministro por su gestión de la crisis sanitaria. La encuesta Atlas publicada a mediados de marzo lo ubica como la figura pública con mejor índice de imagen positiva entre 13 nombres evaluados, con un 40%, superando a Bolsonaro y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, empatados con 36%.
Hoy, cuando Brasil totaliza más de 320 mil decesos y casi 13 millones de contagios y Bolsonaro ya suma un cuarto ministro de Salud, Mandetta mantiene sus críticas contra el negacionismo del Presidente frente a la amenaza del Covid-19. “Creo que él va a ser llevado directamente de aquí a La Haya”, señala el exdiputado en esta entrevista con La Tercera, donde advierte del inicio de una “megaepidemia” en Brasil.
La última encuesta de Datafolha apunta que el 54% de los brasileños califica el desempeño del Presidente en el manejo de la pandemia como malo o muy malo. ¿Cuál es su opinión sobre cómo el gobierno está lidiando con el Covid-19? ¿Considera que Bolsonaro es el principal responsable de la actual crisis sanitaria en Brasil?
Después de mi salida, tuvimos algunos ministros y el último no era ministro, no ejerció la función. Al asumir el cargo, el ministro Eduardo Pazuello retiró casi todo el equipo técnico que estaba en el ministerio y nombró a militares. Puedo enumerar una serie de errores cometidos por el gobierno y el Ministerio de Salud en la conducción de la pandemia. Durante los últimos meses, el gobierno no ha realizado una campaña nacional de concienciación sobre la gravedad de la enfermedad. Se quedó mudo. Y ese es un error muy grande. Es necesario que el presidente esté de acuerdo con los principios de enfrentamiento de Salud para esta enfermedad. Puede colocar al Premio Nobel de Medicina en el ministerio. Si el Presidente no cambia, nada cambia. Tiene que lavarse las manos, ponerse mascarilla, dejar de indicar cloroquina, vacunarse, apoyar al Sistema Único de Salud (SUS), llorar con las familias. Entonces tal vez demos algunos pasos.
El nuevo ministro de Salud, Marcelo Queiroga, dijo que la definición de políticas para el área viene del Palacio de Planalto y que la cartera ejecutará la política definida por el gobierno de Bolsonaro. ¿Qué se puede esperar de la gestión de Queiroga entonces?
El comienzo ya fue malo. Pasó 10 días conversando con técnicos del Ministerio de Salud y, en la primera conferencia de prensa, ya mostró desconocimiento de un proceso de cambio en los datos de conteo de muertos. ¿Cómo puedes proponer un cambio sin avisarle al jefe? Por otro lado, no tiene que hacer mucho para ser mejor que su predecesor directo: basta tomar decisiones basadas en la ciencia. Si eso sucede, él ya será ministro. El anterior fue un no-ministro.
La OMS advirtió sobre la “grave” situación en Brasil y pidió medidas “agresivas” para detener el Covid-19. ¿El gobierno ha tomado medidas drásticas? ¿Cree que Bolsonaro es consciente de la gravedad de la crisis?
El gobierno federal aún no ha entendido la gravedad de la crisis provocada por el Covid-19. Si tiene una variante, con esa cantidad de virus que está circulando en Brasil, y esa variante es resistente a la vacuna, y hace que el mundo vuelva al punto de partida por este negacionismo del presidente, creo que él va a ser llevado directamente de aquí a La Haya. Incluso los radicales están teniendo dificultades para defender lo indefendible. En las últimas semanas, vimos a Estados Unidos superando la meta de 100 millones de dosis de la vacuna contra el Covid-19 en solo 58 días. Mientras que en Brasil la vacunación está totalmente retrasada. Ahí radica la diferencia entre un presidente negacionista y uno que cree en la ciencia.
En una entrevista con el diario El País usted dijo que “vio a Bolsonaro pasar de la fase de negación a la de furia”. A su juicio, ¿cuáles son las razones que explican la actitud negacionista del Presidente ante la severidad del Covid-19?
Durante mi gestión al frente del ministerio, yo dije que era como si representara al cartero al que el presidente quería matar, porque llevaba malas noticias. El mandatario optó por el camino de la negación y de minimizar el impacto del coronavirus en el sistema sanitario del país. Primero, negó la gravedad, diciendo que era solo una “gripecita”. Luego pasó al milagro, que es creer en la cloroquina. Llegamos hasta aquí porque se boicoteó la prevención. Dijeron “no te laves las manos, no uses una mascarilla, aglomérese y haga fiestas”. Esas eran los discursos del Presidente. El foco de atención también fue boicoteado. La ciencia trató de encontrar caminos y el gobierno decía “usa cloroquina e ivermectina, toma esto de aquí y estarás bien”. Alborotó completamente el eje del tratamiento. Si el presidente hubiera tomado una posición de liderazgo y adoptado los protocolos sanitarios establecidos para preparar el sistema de salud y a la población, Brasil ciertamente no estaría entre los países con mayor número de víctimas por el virus. Podría haber sido diferente, para mejor.
Usted aseguró que Brasil se enfrenta a una megaepidemia. ¿El país vive el peor momento de la crisis sanitaria? ¿La situación podría ser mucho más grave en las próximas semanas?
A principios de enero, ya había advertido que Brasil podría entrar en una megaepidemia. Llegamos al inicio de ella. Hoy tenemos cuatro grandes crisis sanitarias. Y entrando en la quinta crisis que es esta variante de Manaos, una razón por la cual el mundo entero cerró los vuelos a Brasil. Y Brasil no solo está funcionando con normalidad, sino que sacó a pacientes de Manaos y los envió a varios estados sin hacer los bloqueos de bioseguridad. Acostumbro a dividir las espirales de crecimiento de casos en tercios. Estamos en medio del tercio inicial; todavía no hemos subido lo que vamos a escalar. Vamos a tener una epidemia paralela en prácticamente todas las regiones. Todos los estados están con el vaso lleno. Desbordar la copa es el siguiente capítulo. Tenemos muertes por falta de asistencia en algunas regiones del Nordeste y en Rio Grande do Sul.
“El primer día, Mandetta salió con 5.000 millones de reales en el bolsillo. Es desde ese momento que deberíamos estar comprando una vacuna, ¿verdad? El dinero estaba ahí”, dijo el ministro de Economía, Paulo Guedes. Sin embargo, usted afirma que “si el gobierno tuviera las vacunas, no tendríamos un colapso”. ¿Por qué Brasil, que es un país que tiene laboratorios capaces de producir vacunas, tiene un proceso de inoculación tan lento?
Sobre el ministro Paulo Guedes, es increíble que el responsable de la economía del país esté creando una narrativa mentirosa para disfrazar su propia incompetencia, de él y del gobierno del que forma parte. Los sistemas de salud de Nueva York, Italia e Inglaterra han caído. Miran y preguntan “¿por qué no cayó Brasil?”. Porque nuestro equipo, mientras estuve allí, logró abrir 15 mil camas en 35 días. Conseguimos redimensionar la red de oxígeno en Brasil. El ministro Guedes sabe que estos recursos se utilizaron para fortalecer el SUS al inicio de la pandemia. En agosto, cuatro meses después de mi salida, surgieron las primeras propuestas de laboratorios que estaban desarrollando vacunas y que querían venderlas a Brasil. ¿Cómo podría haber comprado las vacunas bajo mi gestión? Brasil no quiso comprar la vacuna en agosto. Probablemente en noviembre hubiéramos estado al frente y llegando a un tercio de la población objetivo inmunizada, es decir, la población de hasta 60 años en adelante. Si hubiéramos hecho eso, no estaríamos hablando de cuidados ni de lockdown. Habríamos conseguido vacunar a todos en julio. El sistema de salud brasileño es muy eficaz. Es como un auto. Está sin gasolina. Pero cuando agregas gasolina, va rápido. Lástima que perdió el timing.
Varios países de la región han impuesto restricciones a los pasajeros de Brasil. ¿Estima que la crisis sanitaria en Brasil constituye una amenaza real para los países vecinos?
Las restricciones de entradas y salidas tienen una eficacia muy limitada. El virus ya ha demostrado ser muy competente. Si Brasil hoy tiene un alto número de casos, mañana podría ser Ecuador, podría ser Vietnam, un país de África, cualquiera. Los países ricos que compraron esta absurda cantidad de vacunas, que mantienen estos laboratorios sin compartir la producción con otros laboratorios, harán que toda la humanidad quede ansiosa esperando la posibilidad de que ocurra una nueva mutación, algo que ya puede estar aconteciendo o suceda en el futuro. Esta enfermedad se refiere al liderazgo mundial, y lamentablemente el mundo no lo tiene en este momento.
Río de Janeiro y Sao Paulo intentaron revertir los contagios y muertes causadas por el Covid-19 con feriados o confinamientos. Sin embargo, el gobierno de Bolsonaro retrasó la renovación de la ayuda económica de emergencia. ¿Considera que esto es un sabotaje a las medidas de los gobernadores? ¿Existen elementos para procesar a Bolsonaro por delitos contra la salud pública?
La ayuda interrumpida es uno de los factores que causan las aglomeraciones. La gente tiene hambre, la gente de las periferias de la ciudad depende del movimiento de la ciudad, la economía informal es grande. Por lo tanto, este atraso solo configura un desastre más del gobierno de Bolsonaro, que entre la vida y la muerte se quedó con la muerte, entre la verdad y la charlatanería, se quedó con la charlatanería, y entre el hambre y el mínimo de decencia, se quedó con el hambre. Es lamentable. Otra página triste de este gobierno tan equivocado y sin calidad de liderazgo para un problema de enormes proporciones al que nos enfrentamos.
En una entrevista con la revista Veja, usted admitió que puedes ser candidato a la presidencia en 2022 si hay convergencia en torno a tu nombre. ¿Cuáles serían sus principales propuestas de gobierno? ¿Ya ha pensado en un compañero de fórmula?
Primero, ahora estamos uniendo fuerzas para luchar contra esta pandemia. No es momento de hablar de elecciones en 2022. Soy brasileño, tengo más de 35 años, estoy al día con mis obligaciones electorales y estoy afiliado a un partido político. Estas son las condiciones que hoy establecen la Constitución y la ley, que me permiten ser candidato a la Presidencia. El siguiente paso es tener un sueño y una idea de lo que se puede hacer por el país, que yo también tengo. Además, es necesario saber que un sueño no se puede hacer solo y ver al lado de quién será realizado. Voy a hacer política con el mismo brillo en los ojos que hice en el movimiento estudiantil que luchaba por (las elecciones) “Directas Ya” en 1984. Necesitamos enfrentar la oscuridad, el caos, la mentira, la manipulación de la mente de las personas más frágiles, con la verdad, con la luz, el conocimiento y dar libertad a la gente para que decida. Si no lo hacemos, nos preguntaremos más adelante ¿qué estaba haciendo en 2021?
¿Cree que la gobernabilidad de Brasil hoy está en riesgo con Bolsonaro en la presidencia? ¿Qué opina de la eventual candidatura de Lula en 2022?
Vamos a ver si en 2022 tenemos un debate y salimos de esta polarización, esta cosa del PT, por un lado, Bolsonaro por el otro. Esto está llevando a Brasil al hoyo. El camino es el centro democrático. Lula y Bolsonaro son siameses, pero con el signo intercambiado. Hicieron picadillo la liga social brasileña. Es como si las agendas no fueran para Brasil. Cada uno capitaliza para sí mismo, pensando en las próximas elecciones, y no piensan en las próximas generaciones. Es hora de romper con las políticas populistas de corto plazo, porque eso es lo que vimos en estos años con la cooptación absoluta de la democracia y el Congreso, que funciona con la lógica del “¿a cambio de qué?”. Quiero ver en práctica el capitalismo con responsabilidad social del Estado. b