Se le identifica con el sector de la derecha más duro, sin embargo, la exconvencional Marcela Cubillos -quien es independiente, pero fue elegida y formó parte del colectivo de la UDI- asegura que siempre hubo disponibilidad de su sector para llegar a acuerdos con la izquierda durante el proceso constituyente.

Así, dice que es una “caricatura” que haya existido una derecha más dialogante que otra, sino que más bien hubo una izquierda que les “pasó máquina”. En esta entrevista, la exministra analiza su paso por la Convención.

¿Se arrepiente de haber sido constituyente?

No.

¿Por qué?

Estaba entre aquellos que creíamos que de verdad nos iba a ir muy mal en esa elección de convencionales, por lo tanto, entré a sabiendas de que podíamos estar en franca minoría, como estuvimos.

¿Partieron con un pecado de origen?

No, lo que pasa es que obviamente el resultado del 16 de mayo marcó lo que fue el proceso. Entonces uno veía que desde antes de que partieran los debates de fondo había un sector consciente de que tenía los votos para escribirla solos, y estaban decididos a escribirla solos.

¿Fue un año horrible para la derecha como han dicho algunos?

Ja. No (…). Yo al menos entré a la Convención con dos objetivos muy claros, cuando una ya asume que es franca minoría. A mi juicio, el objetivo era plantear siempre propuestas alternativas y, en mi caso, me atrevía mucho a dar espacio y fortalecer liderazgos nuevos. La Convención permitió liderazgos nuevos de la centroderecha.

O sea, ¿cumplieron un objetivo?

Bueno, el que podíamos cumplir. Uno siempre quiere haber tenido incidencia en el texto que saliera. Si este proceso se hubiese hecho bien, estaríamos todos por el Apruebo, estaría todo Chile hoy día jugado por un texto que tuviera ojalá el 80-90% de consenso.

En algún momento se transmitía que había dos almas de la derecha: una más dialogante con la izquierda y otra más dura, que se atrincheró en el sector. ¿Lo vio así?

No, esa discusión ha sido siempre más bien caricatura que real, porque aquí el problema nunca estuvo en la derecha, sino que en la izquierda. Ellos se atrincheraron en su mayoría, ellos fueron los que no estuvieron dispuestos a tender puentes. Nosotros no teníamos ni siquiera esa discusión que tener, porque al final tú no le preguntas al sector que no tiene los votos si está dispuesto a acercarse.

Pero al inicio se vio un RN y un Evópoli dialogante, versus una UDI más dura. Uno ve en las votaciones y rechazaban casi todo.

No lo percibí así. De hecho, al principio, la primera medida que se toma es de todos los colectivos juntos de Chile Vamos, en que el día que asumen Jaime Bassa y Elisa Loncon les entregamos una propuesta de reglamento provisorio. O sea, la actitud de todos desde el día uno fue colaborar con propuestas. Pero nos encontramos con el portazo a muy poco andar. Algunos quizás esperaron más de un portazo

¿Fueron más ingenuos algunos?

No, yo diría que son distintos estilos de hacer política. Algunos no venían de la política y quisieron creer que de verdad se iban a buscar acuerdos transversales. Y otros quizás asumimos más rápido lo que estábamos viendo, que no había ningún interés por lograr acuerdos transversales, y al final eso fue lo que pasó.

Usted representa más a la derecha más dura, ¿con qué voluntad real llegó de concretar acuerdos?

Llegamos todos después de asumir una derrota, en que el 80% definió que quería una nueva Constitución. Por lo tanto, todos entramos con la decisión de cooperar a elaborar una nueva Constitución. Hay sectores de la izquierda que siempre consideran que la postura de la derecha es ilegítima para la construcción de cualquier acuerdo. La derecha históricamente, en cualquier elección en Chile, no tiene menos de un 40% de respaldo ciudadano. Pensar que ese 40% que piensa de una determinada manera sus posturas no tienen derecho a ser incorporadas, es no entender cómo tiene que darse la construcción de una Constitución.

Pero el hecho de rechazar la mayoría de las propuestas que se votaron, a diferencia de RN, ¿no es negarse a a los cambios?

¿Y por qué no lo miras al revés? El hecho de que ellos rechazaron todas nuestras propuestas, todas. En el texto de la Constitución no hay ni siquiera una norma que haya sido consensuada con la centroderecha, ninguna. Porque obviamente hay normas en las que coincidimos y votábamos a favor. De hecho, yo voté junto con el PC la propuesta de sistema presidencial de ellos, porque queríamos defender el régimen presidencial. Aquí hay mucho de caricatura más que de realidad. Al frente lo que tuvimos fue un sector decidido a rechazar hasta las normas más evidentes.

Pero en algún momento se dijo que se estaban victimizando.

Nunca me gustó la postura de quejarse de que te excluían, porque creo que el error lo estaban cometiendo ellos. Y siempre consideré que ellos tenían los votos para escribirla solos, pero que era una muy mala estrategia política, que es lo que se ha demostrado.

¿Pero comparte que se victimizaron?

No digo, lo que digo es que el eje es al revés. Esto no era sobre la derecha, era sobre un sector de la ciudadanía importante que estaba siendo excluido y no solamente sectores políticos, sino que también lo que ocurrió con las iniciativas ciudadanas fue muy ejemplificador. Ahí fueron miles de ciudadanos que firmaron por iniciativas populares y que le dieron un portazo en la cara. Por lo tanto, esto no obedecía a que la derecha se victimizara, sino a la decisión de una izquierda más radical que tenía los dos tercios y que decidió excluir a un sector muy mayoritario que tiene la representación de al menos el 40% de Chile.

Fernando Atria dijo que la derecha no hizo los suficientes esfuerzos por dialogar, que ustedes tenían el peso de la historia...

Esa declaración es como la del preámbulo de Giorgio Jackson de que son superiores moralmente que todo el resto.

¿Hizo todo lo posible por llegar a acuerdos?

Aquí el problema fue que desde el día uno la izquierda decidió escribirla solos.

¿Pero hubo voluntad suya de sentarse a conversar?

La voluntad nuestra se expresa en las propuestas hechas, en la voluntad que tuvimos siempre de llegar a acuerdos, presentando propuestas y defendiendo con respeto y claridad nuestras posturas.

¿A qué acuerdo hubiese estado dispuesta?

Es que cuando se parte este proceso estaban todas las cartas arriba de la mesa. Yo, por ejemplo, sí creo que con una centroizquierda es muy fácil ponerse de acuerdo en determinadas normas que garanticen la existencia de instituciones democráticas, porque es una Constitución no un pacto para gobernar juntos. El error fue en que los sectores mayoritarios terminan escribiendo un programa de gobierno que los satisface a ellos y nunca entendieron lo que era una Constitución.

¿Esperaban que el Rechazo ganara terreno? Ahí agudizaron sus críticas al texto de la Convención.

Creo que hay distintos hitos. Uno, con el tema de las iniciativas populares ciudadanas con el portazo que se les da que entiendo que eso es en enero. Ahí queda mucha gente descontenta. Hubo miopía, la izquierda se engolosinó con su mayoría y terminó escribiendo un programa de gobierno. Después, en febrero, fue un mes que hubo una pasada de máquinas brutal en que además se encerraron en un microclima. Nosotros miramos cómo celebraban con fervor la aprobación de normas al interior que afuera estaban generando un descontento grande. Entonces, ese microclima era completamente absurdo.

Lo digo desde el punto de vista que se les ha acusado de levantar fake news y se extralimitaron, por ejemplo, con lo que señaló Bernardo Fontaine sobre que los trabajadores no serán dueños de sus ahorros previsionales. Eso nunca estuvo así en el texto.

No creo. Lo de Fontaine fue siempre verdad. Aquí hubo un sector que decidió que la crítica del resto era una fake news y eso es parte de la política de la cancelación que se vivió del día uno.

Pero lo de Fontaine no fue así. Y en su caso la han criticado por instalar la idea de que hay un veto indígena.

Lo que les termina pasando a ellos es que primero aprobaron con entusiasmo este texto. Eliminaron el estado de emergencia, aprueban el consentimiento indígena y cuando estas normas generan rechazo empiezan a decir a que no es tan así, pero luego hacen este acuerdo para después del plebiscito en que reconocen que las normas que nosotros hemos denunciado no son mentiras, porque reconocen que las tienen que arreglar.

Según ellos, lo hacen por las fake news de ustedes…

Sí, claro (se ríe). La gran fake news es la denuncia de fake news de ellos.

¿Qué es lo más grave, a su juicio, del texto?

Tres aspectos son los más graves. Primero, el poder político sin el adecuado control y contrapeso. Lo segundo, la forma en que queda consagrada la plurinacionalidad con privilegios para los pueblos indígenas que alteran la igualdad ante la ley y, en tercer lugar, dado que el problema más grave que enfrenta Chile es la violencia, me parece que es un texto lejos de fortalecer al Estado frente a la violencia, debilita al Estado frente a la violencia...

¿Hay algo que rescate?

Me parece que es difícil cuando la Constitución es un todo integrado. Nosotros éramos partidarios del derecho al acceso a la vivienda, pero en la manera que queda consagrado no puedes considerarlo positivo.

Pero, por ejemplo, la idea del Estado social de derecho, que de manera bastante transversal se reconoce como un avance, ¿no lo mantendría?

Lo que pasa es que el Estado social de derecho está muy bien en la medida en que entiendan que el Estado que sea garante de los derechos sociales no implica que sea el único, exclusivo, excluyente proveedor de los derechos sociales.

¿No rescataría nada, entonces?

Es que tal como están... puedes decir el principio de juridicidad, que es básico, está en como se tiene que poner en cualquier democracia moderna, pero si ves la forma en que se organiza el poder político, no satisface. Entonces, es un texto muy malo.

¿Pero está convencida de que si gana el Rechazo tiene que haber una nueva Constitución?

Lo he dicho y lo reafirmo. La Constitución que nos rige está muerta y murió en el plebiscito de entrada.

¿Pero qué cosas deben tener estar en una nueva Constitución?

Ese es un debate post 4 de septiembre.

No quiere decir...

Es que hoy día uno tiene que comprometerse a dos cosas: uno, una nueva Constitución, y dos, que el proceso que se define y que se acuerde que garantice un texto que obtenga al menos el 80% de la población.

Como creerles si no han mostrado materias concretas a cambiar, salvo 10 puntos generales.

Es que ahí vuelvo a decir. Esto es un debate absurdo de recordar. De 54 reformas que se han hecho en la Constitución actual, en todas han sido con los votos de la derecha.

¿Hace alguna autocrítica sobre el rol de la derecha en el proceso?

Esto no es momento de autocríticas, ni críticas en ese sentido.