La exministra Mariana Aylwin fue una de las militantes de Amarillos que levantaron la voz ante el intento fallido de la oposición -en el marco de la discusión del proyecto de Reglas de Uso de la Fuerza- de devolver a la justicia militar los casos en que uniformados incurrieran en delitos. Lo hizo a pesar de que la iniciativa fue apoyada con entusiasmo por el presidente de su partido, el diputado Andrés Jouannet.
La hija del expresidente Patricio Aylwin recuerda que en dictadura su padre advirtió que la justicia militar se convirtió en un arma represiva y afirma que “es un error político grave reabrir un tema que costó mucho cerrar”.
¿Por qué consideró necesario plantear su discrepancia con el intento de reponer la justicia militar?
El diputado Jouannet tiene todo el derecho a actuar conforme a sus convicciones. Pero en un tema complejo hay instancias en las cuales eso se tiene que discutir, porque finalmente Amarillos apoya una decisión que no es compartida por una mayoría. Hay temas en los cuales uno tiene que actuar conforme a sus principios. Este es uno de ellos.
En su argumentación para apoyar la indicación, Jouannet mencionó al Presidente Aylwin.
No me molesta que citen a mi padre, no le doy importancia. Estoy acostumbrada a que se use para bien y para mal la figura de mi padre.
El debate sobre la justicia militar está cerrado hace años. ¿Es peligroso reabrir temas como este?
Son tantos los argumentos por los cuales yo creo que es un error político grave reabrir un tema que costó mucho cerrar. Se cerró en tiempos de la Presidenta Bachelet. Se genera un manto de desconfianza sobre la justicia civil. Puede haber casos en los cuales la justicia civil no actúe o que haya un juez muy ideologizado. ¡Pero son casos! Generar esta desconfianza sobre la justicia civil es muy equivocado. Hoy día tenemos una ciudadanía pidiendo justicia militar, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Así empiezan a ponerse más autoritarias las demandas de la ciudadanía, y los políticos, en tiempos de populismo, responden a ellas con medidas que terminan distorsionando la igualdad ante la ley y coartando la libertad de las personas.
En el marco de la crisis de seguridad, buena parte de la derecha está jugando a correr ese cerco.
Así es. Y eso no es un patrimonio en Chile. Estamos viviendo tiempos de polarización y de populismo, y ambas cosas tienden a que los extremos se pongan en posiciones extremas y que eso tenga más popularidad en la sociedad, y que los políticos empiecen a responder a las demandas ciudadanas sin entender la complejidad de las decisiones (...). No me extraña que la derecha esté en una posición así, pero no me gusta que el centro -que quiere hacer de dirimente- se sume sin una reflexión profunda a estas demandas más populistas de la ciudadanía.
¿La decepcionó el voto de Jouannet?
No es decepción. Hay una equivocación tanto de él como de Ximena Rincón en responder tan rápido, tan fácil, en un tema tan complejo.
¿Su temor es que un proyecto de centro como Amarillos termine siendo populista?
Mi temor es no tener una identidad clara. Un partido tiene que tener principios democráticos sólidos, poder actuar como dirimente. No por ser oposición tenemos que estar siempre con la oposición. A la larga, la consistencia da dividendos.
Cuando renunció a la DC, acusó que el partido se desdibujó de su identidad. ¿No les pasa lo mismo?
Si estamos en el centro político, tenemos que buscar una identidad ahí. No es estar en un espacio geométrico, es tener un perfil claro, que de repente puede estar a un lado y de repente puede estar al otro lado, pero desde una identidad. La DC se convirtió en vagón de cola de la izquierda y eso terminó por subsumirla.
¿No corren el riesgo de ser el vagón de cola de la derecha?
Yo creo que no. Pero para eso Amarillos tiene que terminar de constituirse como partido, tiene que tener su institucionalidad bien hecha y tener instancias de reflexión y de toma de decisiones colectivas.
¿No es confuso ver que se alinean tanto con la derecha?
Hoy día somos oposición y nuestro principal rol es que haya un gobierno distinto a esta alianza política que gobierna hoy día. Vamos a coincidir con la derecha en muchos puntos, y eso no me acompleja en absoluto, así como tampoco me acompleja en temas sustantivos actuar conforme a convicciones democráticas y coincidir con el gobierno.
Ximena Rincón (Demócratas) se abrió a un pacto opositor incluso con republicanos. ¿Es posible?
Depende dónde y para qué. Yo no me uniría con republicanos para cualquier cosa. Pero si hay un candidato de la oposición que sea apoyado desde republicanos hasta Demócratas, no tengo problema. Voy a decir algo que puede no ser popular, pero republicanos es un partido democrático. No me gustan, me siento lejos. Pero insisto: aquí hay objetivos. Por ejemplo, el objetivo de derrotar la propuesta de la Convención unió desde Demócratas hasta republicanos.
Amarillos enfrenta un problemas práctico. Ha salido gente…
Ha habido fuga, hay que admitirla. Me preocupa cuando sale gente que entró ilusionada, quería tener una participación y no la tuvo. Hay otros que alguien convenció y después dicen ‘qué estoy haciendo aquí’. Eso me parece más natural.
¿En qué grupo está el exministro Jaime Mañalich?
En el primer grupo. Probablemente no se sintió bien en Amarillos, no se sintió acogido.
¿Episodios como el de la justicia militar ahuyentan a quienes se involucraron en un proyecto de centro?
Hoy día lo popular es estar con la justicia militar. Sinceramente, para Amarillos es más popular estar con la justicia militar que estar en una posición de principios en la cual uno dice ‘hasta aquí nomás’. Esa es la verdad.