Matrimonio igualitario: Las historias a poco más de un mes de la puesta en marcha de la ley

Matrimonio igualitario
Matrimonio igualitario. FOTO: Agencia UNO

El 10 de marzo entró en vigencia en Chile la Ley de Matrimonio Igualitario. A poco más de un mes de que las personas del mismo sexo puedan casarse, el Registro Civil informó que se han realizado 170 matrimonios entre personas del mismo sexo. De estos, el 59% ha sido entre mujeres mientras que las otras 69 bodas fue celebrada entre hombres. La Región Metropolitana es el lugar donde más matrimonios se han concretado: 118. Le siguen las regiones de Valparaíso (14), O’Higgins (11), Coquimbo (9) y Los Lagos con 5 uniones.


Las pioneras: Consuelo & Pabla

Consuelo y Pabla
Consuelo Morales y Pabla Heuser

Consuelo Morales (38) y Pabla Heuser (38) se casaron el 10 de marzo, mismo día en que comenzó a ser legal la unión entre personas del mismo sexo en Chile. Un día antes de aquella histórica fecha, la pareja se enteró que serían las primeras mujeres que se casarían en la historia del país. De esta manera, pasaron a la lista de las 101 esposas que han contraído matrimonio el primer mes de la nueva ley.

Su historia de amor, sin embargo, comenzó 17 años atrás cuando se conocieron en los patios de la Universidad de Santiago (Usach). Desde entonces, jamás se volvieron a separar. De hecho, el 2017 firmaron el Acuerdo de Unión Civil (AUC). “Apenas salió algo más formal quisimos tomarlo para tener un poco más de garantías en caso de que a cualquiera de las dos le pasara algo”, recuerda Consuelo a propósito de su primera unión.

Ahora, y una vez que pudieron contraer matrimonio, la pareja se lo toma con sentimientos encontrados. Para Pabla, el acceder recién a este derecho le genera “un poco de rabia por tener que pasar, en 2022, por cosas así cuando no deberían suceder”. Aunque por otro lado, es algo que le genera “emoción y mucha alegría, era como de no creerlo, porque pensamos que nunca íbamos a vivirlo”.

El día de su matrimonio -recuerdan ambas- fue un tanto caótico para la pareja, ya que, Josefa, su hija de dos años se enfermó la madrugada del histórico día. “En verdad no tuvimos mucho tiempo para procesar el que éramos la primera pareja, porque nos tocó atender a la Jo. Saliendo del Registro Civil tuvimos que irnos de urgencia a la clínica y celebramos como dos días después”, relata Consuelo. De hecho, la pareja no pudo asistir a actividades protocolares a las que estaban invitadas en La Moneda y en el Senado.

El nacimiento de su hija, señalan, fue una de las mayores motivaciones para concretar su matrimonio. Esta unión permitiría otorgarle derechos filiativos a la pareja y poder ser consideradas ambas, legalmente, como las madres de Josefa. Aquello provocó, según Pabla, “que no nos lo cuestionamos mucho. Hasta el día de hoy tampoco nos cuestionamos mucho el ser la primera pareja de mujeres en casarse en Chile”.

La historia de Consuelo y Pabla no es la única, según las cifras del Registro Civil, el 59% de las parejas que se unieron durante el primer mes de entrada en vigencia de la Ley de Matrimonio Igualitario, son mujeres. A juicio de la directora ejecutiva de Fundación Iguales, Isabel Amor, aquello se debería a que “las parejas de mujeres, a diferencia de la de hombres, tienden a tener hijos y quizás en ese sentido le dan una mayor valoración al matrimonio”.

Casarse lejos de casa: Jhaim & Jorge

Jhaim y Jorge
Jhaim Key y Jorge De Freitas

Su relación comenzó lejos, a 4.900 kilómetros de Santiago de Chile. Jhaim Key (33) y Jorge De Freitas (27) se conocieron el 2016 en Caracas, Venezuela, y desde entonces la pareja recorrió más de un país de la región. La crisis social y política de su tierra natal, además de motivos laborales, los llevó a vivir en Ecuador y Perú, antes de llegar a Chile el 2019.

Una de las cosas por las que se quedaron en el país, asegura Key, fue la seguridad en materia de derechos que le otorga Chile a la pareja. “Tenemos como más reconocimiento de derechos como una pareja del mismo sexo, cosa que no sucede en otros países”.

El joven, quien es publicista al igual que su esposo, recuerda que a pesar de que en Ecuador existe matrimonio igualitario, en lo social y cultural, “todavía no están preparados para ellos. En Chile como que la cosa es un poco más abierta”.

Ya en nuestro país, y tiempo después de llegar, Jhaim y Jorge decidieron formalizar su relación a través de la unión civil. La discusión del proyecto de matrimonio igualitario en Chile fue seguida con atención por la pareja. De Freitas recuerda que cuando “el Congreso finalmente lo aprobó, me emocionó bastante, de cierta manera me dio muchísima euforia, alegría de estar viviendo en un país donde se están viendo ese tipo de cambios”.

Apenas estuvieron disponibles las horas en el Registro Civil, la pareja decidió agendar una. Con esto buscaban la protección por ley de su vínculo familiar.

El 23 de marzo la pareja finalmente se casó. A pesar de ser un momento importante para ambos, el hacerlo lejos de su país también generó sentimientos negativos. A pesar de eso, De Freitas cree que “es un punto positivo porque indiferente de donde lo hagas el derecho es lo que vale, creo que por ese punto nos sentimos felices igual”.

“Es como un derecho y un beneficio que lo vemos a futuro, porque queremos seguir juntos, tener nuestra propia casa, en algún momento hijos y obviamente tiene que ser legal”, explica Jhaim.

A pesar de que los dos tienen diferentes visiones de la realidad de la comunidad LGBTIQ+ en Venezuela, ambos concluyen que la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo en ese país no es un tema cercano, ni prioritario, considerando la actual crisis social y política que se vive.

Sin importar la frontera y el país, Jorge asegura que “lo que hace falta en el mundo es bastante amor, desde el que le inculcas a tus hijos a la hora de no hacerle bullying a otro niño por ser diferente, hasta el tema de una madre o un padre de aceptar a su hijo porque es gay o lesbiana”.

Dos mamás: Sandra & Fabiola

Sandra y Fabiola
Sandra Anabalón y Fabiola Peralta

Fue a través de una “sala de chat” en internet que Sandra Anabalón (36) y Fabiola Peralta (41) se conocieron. El 2004, cuando comenzaron a hablar en el sitio “Rompiendo el Silencio”, ese tipo de redes sociales eran habituales.

Sandra era de Concepción, por lo que para poder vivir juntas debió cambiarse a Santiago, donde vivía Fabiola el 2011 cuando tomaron la decisión de compartir sus vidas.

Cinco años después, la pareja decidió firmar el Acuerdo de Unión Civil con el fin de resguardar el patrimonio que comenzaban a construir juntas. Pero aquello no las dejó conformes, ya que, consideran, no les otorgaba igualdad de derechos ni condiciones respecto al resto de las parejas heterosexuales que sí podían casarse.

Desde entonces, la pareja comenzó a planear su familia. Sin embargo, el proceso para convertirse en madres era algo “largo y hasta utópico”, según recuerda Sandra. “Aparte de caro, en ese minuto, nuestro hijo no iba a tener las mismas expectativas de derecho que el resto de los bebés, entonces fue todo un proceso de hartos años, de conversar desde la ilusión, pero no nos atrevíamos”, explica.

El 2019 la pareja comenzó ese proceso. De esa manera, Sandra se sometió a dos inseminaciones artificiales, las cuales no tuvieron el resultado que esperaban. Hecho que la llevó, en mayo de 2021, a someterse a un fecundación in vitro que dio resultados y quedó embarazada.

Durante todo el proceso, la pareja siguió expectante la discusión del proyecto de matrimonio igualitario en el Congreso. “Estábamos muy nerviosas porque venía a ser justo lo que necesitábamos”, recuerdan.

Su matrimonio se concretó el 25 de marzo y para esa fecha Salvador, su hijo, ya tenía un mes. Según ellas mientras más pronto se llevara a cabo la unión sería mejor para el recién nacido. Por lo mismo habían tomado una hora apenas estuvieron disponibles en el sitio web del Registro Civil.

Ese día es una fecha muy simbólica para la pareja, ya que junto con casarse, Fabiola pudo reconocer, de manera legal, a Salvador durante la misma ceremonia.

“Tiene dos significaciones, la primera es que él queda protegido, siempre pudiendo optar a los derechos y deberes de ambas. Pero también tiene algo bien simbólico, el casarse para nosotras es un acto de civilización. Es una forma de honrar a todas las personas que hasta murieron por este derecho, y decirles a los que vienen detrás que se puede”, concluye Sandra.

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