Nancy Sinatra y las botas que todavía pisan fuerte
Un compilado aparecido hace algunas semanas exhibe el lado más fascinante de la hija mayor de Frank Sinatra: cuando al lado de Lee Hazlewood se convirtió en una figura de aura erótica y tenebrosa, inesperado símbolo de empoderamiento femenino que se mantiene hasta hoy, ya retirada a los 80 años.
Una de los minutos más estelares en TV de Nancy Sinatra fue en 1960, con apenas 20 años, flanqueada por Frank Sinatra y dándole la bienvenida a Elvis Presley: uno era su padre y el otro la figura más electrizante conocida hasta ese entonces por la Humanidad completa, en su primera gran aparición tras retornar del servicio militar en Alemania. Con semejantes aliados, ¿qué podría salir mal?
Todo. O casi. Con estudios de piano clásico y canto, la hija mayor de los tres que tuvo “la Voz” con su primera esposa, Nancy Barbato, comenzó su carrera hacia 1961, cuando firmó con Reprise, el sello precisamente creado por su progenitor para tener un mayor control de su catálogo. La justificada sombra del nepotismo empezó a descender sobre sus inicios, pero Frank la atajó con una advertencia: “Estarás en mi sello siempre y cuando tus discos te permitan mantenerte”.
Pero Nancy no pudo cumplir a cabalidad con papá. “Tuve que trabajar muy duro para no avergonzar a mi familia”, reconoció en enero pasado en The Guardian. Su primer sencillo fue Cuff links and a tie clip (1961), una canción dulzona para bailar moviendo brazos y caderas en estilo a go gó, y que la retrataba con pelo moreno, falda hasta la rodilla y calcetines largos. Una silueta de inspiración colegial muy de moda por esos días, pero también en los descuentos ante la sexualización más sugerente y narcótica que llegaría a mediados de los 60. El tema, como gran parte de los que publicó en esos años, no tuvo mayor eco en EE.UU. y sólo ganó algo de aplausos en Europa y Japón.
Para evitar el naufragio total, Nancy optó por tomar una bocanda de aire en su vida familiar. Casada con la estrella pop adolescente Tommy Sands, llevó un matrimonio donde -según ella misma ha contado- debió reprimir las primeras señales de una personalidad que sólo un par de años más tarde escalaría como símbolo de empoderamiento femenino, citada luego hasta por estrellas como Madonna. “Yo ya estaba pasada de moda: me había casado virgen. Si hubiera tenido una vida sexual antes, no me hubiera casado. Mi consejo para los jóvenes de hoy es que no se casen tan jóvenes: tengan al menos una aventura”, dijo también a principios de este 2021.
Como resultado de una relación que nunca funcionó, se separó en 1965 dispuesta a retomar su carrera. Pero si ni el espaldarazo de Elvis ni el de Frank habían servido, ¿a quién demonios llamar ahora?
En su rescate emergió un artista casi en las antípodas de sus cercanos más célebres: Lee Hazlewood, un buscavidas de Oklahoma que, tras servir para el ejército de su país en la guerra de Corea, estudió radiodifusión, compuso y produjo a uno de los héroes del rock and roll de la primera ola (el guitarrista Duane Eddy) bajo innovadoras técnicas de estudio, y lanzó una carrera en solitario donde sobresalía su voz lánguida y tenebrosa, casi interpretada desde un sarcófago, además de un bigote de estampa porno. Para los que creen en la media naranja como un polo opuesto antes que un alma gemela, claramente era lo más adecuado para Nancy.
Durante décadas, el propio Hazlewood difundió la leyenda en torno a que lo primero que le dijo a Nancy cuando empezaron a trabajar juntos fue: “debes cantar como una chica de 14 años teniendo sexo con camioneros”. Pero la propia cantante ha moderado el mito y ha dicho que el autor le sugirió algo muchísimo más real y decoroso: “te has casado y divorciado, por lo que debes cantar como alguien que ya se liberó de su matrimonio”.
En parte, así fue. El primer gran hit de la dupla fue These boots are made for walkin’ (1965), un tema sobre una chica que amenaza con pisotear con sus botas a su pareja infiel. En un principio, el propio Hazlewood lo interpretaría, pero Nancy dio otra muestra de que su carrera era asunto suyo y decidió que la canción caería en sus manos: “Se vería muy feo que un hombre cantara que quiere pisotear a su mujer”, fue su argumento.
El track fue celebrado como parte de la emancipación femenina de la época -hasta el día de hoy es coreado en muchas marchas de la mujer alrededor del mundo- y Sinatra fue vista como una amable dominatrix que no estaba dispuesta a los agravios masculinos, aunque ella otra vez tempera: “ni siquiera conocía tan en detalle el significado más profundo de esa frase”.
Como fuere, el tándem Sinatra-Hazlewood se fue consolidando como una de las sociedades creativas más fascinantes de los 60, dueños de una tensión sexual que latía en todos sus álbumes, y con la intérprete transfigurada en un personaje fantasmagórico y siniestro, modelo después replicado por voces tan diversas como Norah Jones o Lana del Rey, reverenciada desde Beck hasta Sonic Youth.
Todo un período resumido en el increíble compilado Start Walkin’ 1965-1976, disponible desde hace un par de semanas, donde también sobresalen piezas como la críptica Bang bang, el acento desafiante de How does that grab you, Darlin?, la opulencia casi cinematográfica de Summer wine, o Some velvet morning y Sugar town, los guiños de Hazlewood y Sinatra al envolvente universo lisérgico de los 60.
Y no estaban solos: en casi todas las composiciones se hicieron acompañar por The Wrecking Crew, la reputada banda de sesionistas de Los Angeles que fue clave en la creación de la “muralla de sonido” de Phil Spector y que acá aporta lo mismo, una viaje instrumental majestuoso al servicio de la melodía.
Hoy Nancy tiene 80 años y observa su legado desde la soledad de su casa, donde, según contó al mismo The Guardian, se deprime “por todo”, en especial ante la crisis sanitaria del Covid-19. “Es mucho tiempo para vivir sin abrazos, ¿no?”, sentenció en la nota. Difícil no darle la razón a la mujer que encarnó una de las mayores reinvenciones artísticas de la música popular y aún más: logró que el apellido Sinatra no sólo brillara al lado de Frank.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.