NHS: La crisis que golpea al sistema de salud público británico
Unos 5,6 millones de personas estaban esperando para comenzar tratamientos hospitalarios de rutina a fines de julio, según el Servicio Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra. La situación ha obligado al gobierno a elevar los impuestos para salvar a un sistema en quiebra.
La crisis del combustible en Reino Unido, cuyo origen está en la escasez de conductores de vehículos pesados que no pueden llevar la gasolina hasta las estaciones de servicio, está provocando problemas cada vez más importantes. El sector de la salud no es la excepción.
Las autoridades británicas han pedido que se otorgue prioridad a los trabajadores del Servicio Nacional de Salud (NHS) para mantener abiertos los hospitales. “Mientras los surtidores se secan, existe un riesgo real de que el personal del NHS no pueda hacer su trabajo y prestar servicios y cuidados vitales a las personas que los necesitan con urgencia”, dijo el doctor Chaand Nagpaul, presidente del consejo de la Asociación Médica Británica.
De hecho, este miércoles trascendió que debido al desabastecimiento, el University College Hospital, uno de los hospitales más grandes de Londres, reprogramó las citas de los pacientes oncológicos que tenían previsto acudir esta semana. “Debido al (problema de) suministro nacional de combustible, estamos reorganizando una pequeña cantidad de citas ambulatorias que no son de emergencia durante los próximos días para los pacientes que deben ser llevados a nuestros hospitales por nuestro proveedor de transporte”, explicó un portavoz del centro médico.
Así, la crisis de abastecimiento de combustible no ha hecho más que agravar la crisis que afecta al otrora envidiable sistema de salud público de Reino Unido. Con el número de personas en las listas de espera del NHS en un nivel récord, los pacientes que requieren ciertos tipos de tratamiento se enfrentan a retrasos particularmente agotadores. Unos 5,6 millones de personas estaban esperando para comenzar tratamientos hospitalarios de rutina a fines de julio, según las últimas cifras del NHS de Inglaterra. De ellas, 1.779.366 aguardaban entre 18 semanas y un año, y 293.102 más de un año. En Irlanda del Norte, en tanto, actualmente hay más de 465.000 personas en listas de espera del NHS, destaca la BBC.
Los datos compartidos con BBC Panorama muestran que, en promedio, las listas de espera han crecido un 50% en las zonas más desfavorecidas de Inglaterra desde el inicio de la pandemia, en comparación con casi el 35% en las zonas más prósperas.
La investigación, realizada por King’s Fund, también muestra que las personas en listas de espera en áreas más pobres tienen casi el doble de probabilidades que las de áreas más ricas de esperar más de un año para recibir tratamiento, indica la cadena británica.
Estas filas de espera han hecho que cada vez más personas se sienten obligadas a acudir a la atención de salud privada, según la BBC. Es el caso de Hayden Kildea, de 12 años, quien en octubre pasado fue diagnosticado con escoliosis grave, una afección en la que la columna vertebral se tuerce y se curva hacia un lado. Si no se trata, puede convertirse en una afección peligrosa y que limita la vida.
A los Kildea, que viven en Strabane, Irlanda del Norte, los médicos les dijeron que Hayden necesitaría una cirugía urgente, pero que debido al retraso causado por la pandemia, tendría que esperar más de dos años. Su madre, Shauna, encontró una clínica en Turquía que pudo llevar a cabo la operación de inmediato, pero costaría 50.000 libras esterlinas (unos US$ 68.000), dinero que la familia no tenía. Entonces, en el verano boreal, recurrieron al crowdfunding y las campañas para recaudar el dinero. “Es realmente frustrante que estemos en nuestro propio país y no podamos conseguirle a Hayden la cirugía que necesita”, comentó la madre del joven a BBC Panorama.
Y no solo los pacientes se quejan de las falencias del NHS. También lo hacen los propios funcionarios del sistema de salud. Tras semanas en las que las noticias han estado dominadas por la creciente crisis en el NHS de Escocia, paramédicos hablando de forma anónima comentaron al diario The Scotsman los problemas que enfrentan en sus trabajos.
“Se supone que debemos hacer turnos de 12 horas, pero nueve de cada 10 veces, se convierten en turnos de 14 o 15 horas”, dice Tom, un paramédico del Servicio de Ambulancias de Escocia. “No nos detenemos desde el momento en que entramos en servicio. No hay tiempo para un sándwich o incluso una bebida”, asegura.
“Entramos en un ambiente hostil y decimos: ‘Lo sentimos mucho’. No estamos tratando de justificar la situación. Sabemos que es inaceptable. La moral está por los suelos porque sentimos que les estamos fallando a esos pacientes, pero no hay nada que podamos hacer al respecto”, se lamenta otro de los conductores de ambulancia.
Es esta crisis del sistema sanitario público la que llevó al primer ministro británico Boris Johnson a anunciar uno de los planes fiscales más radicales de los últimos años, mientras su gobierno intenta desenmascarar el daño al servicio de salud provocado por la pandemia de Covid.
En contra del programa electoral de 2019, que rechazaba cualquier subida de impuestos, Johnson anunció a principios de septiembre un incremento en la recaudación de más de 11.000 millones de euros al año para poder arreglar las carencias de un servicio nacional de salud en quiebra y de un sistema de dependencia ruinoso.
“Sí, lo sé y acepto que con esta decisión estoy quebrando la promesa expresada en nuestro manifiesto”, dijo el primer ministro en su comparecencia ante la Cámara de los Comunes. “Pero ningún programa electoral podía prever una pandemia global como la que hemos sufrido”, argumentó.
Según el diario El País, era necesaria una vía extra de financiamiento para recomponer el maltrecho NHS, y cumplir además con la promesa del primer ministro de reformar y reforzar el sistema nacional de dependencia (Social Care, o Atención Social, que incluye tanto las residencias como los cuidados domésticos).
Johnson, destaca el periódico español, se compromete a reparar un agujero financiero en el NHS que los expertos habían cifrado en más de 17.000 millones de euros (el nuevo impuesto recaudará cerca de 41.000 millones de euros), y consolidar una fuente sólida de ingresos para sostener los servicios de independencia.
“El primer ministro ha jugado con una doble ventaja: pocos ciudadanos cuestionarán una subida fiscal repartida y disimulada que sirva para reparar el tan apreciado Servicio Nacional de Salud. Y pocos tendrán en cuenta que Johnson, de nuevo, se haya saltado sus propias promesas”, destacó el diario.
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