Cuando a fines del mes pasado se conoció que American Prosperity -el brazo político de la red política Koch, que tiene a su disposición una extensa red de activistas y fondos casi ilimitados- declaró su respaldo a Nikki Haley, como candidata presidencial del Partido Republicano para la elecciones de noviembre de 2024, se encendieron las alarmas en la colectividad por el apoyo que ha ido ganando la exgobernadora de Carolina del Sur, al punto que muchos señalan que se ha transformado en la rival del favorito en la carrera por la nominación republicana, el expresidente Donald Trump.
A este respaldo se sumó el del jefe del banco más grande de WallStreet. “Incluso si eres un demócrata muy liberal, te insto a que ayudes también a Nikki Haley”, dijo Jamie Dimon, director de JPMorgan Chase. Poco después, uno de los mayores donantes demócratas Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, dio US$ 250 mil a un grupo que la apoyaba.
Como si fuera poco, “el cometa Haley”, como la ha denominado la prensa, se ha acercado a cuatro puntos porcentuales de Trump en los sondeos de cara a las primarias presidenciales republicanas de 2024 en New Hampshire, una contienda que se realizará el 23 de enero y que podría resultar más cercana de lo que se espera para el expresidente, según una nueva encuesta divulgada hace una semana.
En el estudio de American Research Group, en el que se preguntaba a los votantes a quién preferían en las primarias, la exgobernadora obtuvo un 29% de apoyo frente al 33% del magnate. Eso significaba que la brecha entre ambos se situaba dentro del margen de error del 4% de la encuesta, después de que el expresidente había mantenido durante mucho tiempo la ventaja dominante en los sondeos en la carrera por la nominación.
El buen resultado de Haley se produjo un día después de que una encuesta del Instituto de Política de New Hampshire del Saint Anselm College encontrara que había duplicado su apoyo en el estado desde septiembre, aparentemente consolidándola como una clara alternativa a Trump para los votantes conservadores. Sin embargo, los resultados del sondeo fueron más favorables para Trump, mostrándolo con una ventaja de 44% contra 30% sobre Haley.
Según el diario The New YorkTimes, si bien el ascenso de Haley no pone “exactamente en peligro el camino de Trump a la nominación, la exgobernadora es una candidata clásica de una facción: alguien que ha construido una base de apoyo resistente atendiendo los deseos de una minoría del partido”.
El periódico indicó que su auge puede hacer la contienda republicana más interesante, especialmente en los primeros estados que comenzarán a votar en sus primarias próximamente y que arrancan con Iowa el 15 de enero.
En ese estado, la exembajadora ante la ONU (16,1%) se encuentra codo a codo con el gobernador de Florida, Ron DeSantis (18,6%), lejos, sin embargo, de Trump, que marca un 51,3%, según RealClearPolitics. En New Hampshire, Trump va a la cabeza (46,3%), seguido de Haley (24,8%). En Carolina del Sur, de donde es originaria, la exgobernadora marcha segunda (19,6%) detrás del exmandatario (49,2%).
Al margen de estas cifras, existía escepticismo sobre los resultados de Haley luego del escándalo en el que se vio involucrada el jueves cuando omitió mencionar la esclavitud al responder la pregunta de un votante de New Hampshire sobre las causas de la guerra civil de Estados Unidos (1861-1865). La aspirante presidencial dijo que las razones del conflicto fueron “básicamente cómo iba a funcionar el gobierno” y “las libertades y lo que la gente podía y no podía hacer”. Aparentemente tomada por sorpresa, le devolvió la pregunta al interrogador, quien respondió que él no era el candidato a presidente y que era “sorprendente” que la esclavitud no hubiera aparecido en su respuesta.
Ante esto surgieron las críticas de que no podría resistir una campaña presidencial.
Controvertida gobernadora
Haley nació en Bamberg, Carolina del Sur en 1972, en el seno de una familia proveniente de Punjab, India. Su padre fue profesor de biología y su madre trabajó como profesora hasta que abrió su propia tienda de ropa de mujer en West Columbia, donde Nikki también trabajó.
Haley estudió contabilidad y finanzas en la Universidad Clemson y fue elegida la primera mujer gobernadora de Carolina del Sur en 2011. Fue la primera también en el cargo en pertenecer a una minoría y la más joven del país.
Su esposo Michael Haley, a quien conoció en la universidad en 1989, es capitán de la Guardia Nacional de Ejército y veterano de combate en la provincia afgana de Helmand, donde actuó como enlace entre autoridades militares y civiles.
Uno de sus actos más destacados como gobernadora de Carolina del Sur fue convertir en ley una prohibición del aborto que no contenía excepciones por violación o incesto. Esa prohibición entró en vigor, junto con otras similares en otros estados, después de que el año pasado la Corte Suprema de Estados Unidos eliminara el derecho federal al aborto que había sido establecido en la histórica decisión Roe vs. Wade de 1973.
En 2017, Trump la nombró como embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, cargo al que renunció en 2018, y también fue miembro del gabinete del presidente y del Consejo de Seguridad Nacional.
Como embajadora defendió el apoyo de Washington a Israel y retiró a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, una medida que el gobierno de Joe Biden revirtió. Además, apoyó el retiro de su país del acuerdo nuclear conIrán y el Acuerdo de París. Eso así, impulsó sanciones contra Rusia ySiria que fueron bloqueadas por la Casa Blanca.
En 2017, dijo que no apoyaría una prohibición de la inmigración musulmana a Estados Unidos, una iniciativa llevada adelante por el gobierno deTrump, señalando que tal prohibición sería “antiestadounidense”.
Sus distintas opiniones han hecho que el semanario The Nation dijera que Haley es un “revoltijo de ideas políticas”.