Priscilla González (33, docente universitaria) no podría decir cuál fue el momento exacto en que decidió cerrar por completo la puerta a la maternidad. Parte de las razones, dice, recaen en su niñez y adolescencia, época en que el trabajo de cuidado hacia sus hermanos recayó en ella por ser la mayor, mientras su madre trabajaba para sostener el hogar.
“Pese a que tengo mucho amor por entregar y tengo habilidades para el cuidado, me parecía que era mucho trabajo. Sobre todo, porque la tarea se complejiza cuando no teníamos quién viera a mis hermanos: si yo no podía, lo hacía mi abuela; si ella no podía, lo hacía mi tía. Para ser mamá uno tiene que contar con una red de apoyo importante”, sostiene.
Y a medida que creció y dejó su hogar, otra preocupación se sumó a la lista: “En lo económico hoy está difícil ganarse la vida y mantener cierta estabilidad, sobre todo ahora en medio de la incertidumbre del trabajo. Todo lo anterior llevó a darme a entender que ser madre no está dentro de mi proyecto de vida, no me parece algo atractivo”. Al contrario, prefiere la compañía de sus gatos.
Pero cada vez son más las mujeres y hombres que por distintas razones han dejado a un lado la maternidad o paternidad. Incluso, los recientes resultados del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de junio de 2024 graficaron la crisis que atraviesa el país en esta materia, toda vez que se contabilizaron solo 10.561 nacimientos, es decir, 4.196 menos que el mismo mes del año anterior, lo que se traduce en una disminución del 28,4%.
La tendencia refleja un declive sostenido, desde enero de 2023, donde la postergación de la maternidad y los costos de la vida asoman como los principales responsables de este fenómeno.
Al menos este último fue un factor que caló hondo en la decisión de Martín Poblete (32), pareja de Priscilla, para también descartar la paternidad. Ser papá nunca fue tema para su proyecto de vida, “más bien lo veía como una etapa que te dicen que debes cumplir cuando llegas a cierta edad”, menciona. Y si bien reconoce que en algún momento llegó a pensarlo, sobre todo por la presión de su familia por dejar un nieto, la determinación la tomó en 2011, cuando inició su carrera como músico, la cual mantiene hasta la fecha.
“Tuve que replantearme muchas cosas de la vida. Pero al poner todo en la balanza vi que la paternidad traía más contras que pros. En la actividad que desarrollo trabajo mucho, gano poco, apenas me alcanza para sostenerme de forma autónoma. Y el sólo pensar que otra persona dependa de mí es difícil. Sumado a que por mi trabajo viajo bastante, mi independencia no sería la misma”, relata.
Para el director de la carrera de Obstetricia de la Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud de la USS, Manuel Ortiz Llorens, estos factores son comunes dentro de las nuevas generaciones, donde “se ha instalado la incertidumbre respecto de cómo ellos pueden guiar o cuidar a otras personas, por lo que de lleno prefieren no tenerlas”.
Incluso, agrega, a esto se suman factores globales, los que han aumentado la incertidumbre de los jóvenes que no quieren tener hijos, “porque dicen que no están las condiciones sociales para una crianza saludable”.
La académica de Sociología UC e investigadora principal Fondecyt Infertilidades, Martina Yopo, relata que desde siempre ha habido personas que terminan su vida sin tener hijos, aunque lo nuevo hoy es que son cada vez más los jóvenes que deciden no ser padres. “Esta es una tendencia que, al menos en Chile, se ha intensificado en las últimas décadas. Un estudio reciente del Injuv muestra que casi la mitad de las mujeres sin hijos entre 15 y 29 años no quiere ser madre”, dice.
Karina Bradanovic (38, comediante e ingeniera en marketing digital) supo entre esas edades que no quería tener un hijo.
“Me casé a los 24 y siempre llegaban los comentarios de ‘cuándo llega la guagua’ o ‘estás a tiempo aún’, pero para mí nunca fue algo que necesitara en mi vida. No es que no me gusten los niños, pero ellos conllevan una gran responsabilidad para toda la vida”, asevera.
La decisión de postergación
Pese a que hay personas que se cierran a la crianza de un hijo, hay otras que también inciden en el efecto inmediato de la baja natalidad y que son aquellas que han decidido postergar el momento, entre razones de estudios, trabajo o porque no se encuentran en pareja.
Ivonne Pardo (35, enfermera) decidió congelar hace dos meses sus óvulos por razones personales. Ser madre, dice, está entre sus deseos, aunque ahora no se encuentra en el momento económico ni social para encaminarse a la crianza.
“Entiendo que después de los 40 las probabilidades de quedar embarazada son mínimas, por lo que decidí dar este paso ahora en caso de que más adelante quiera hacerlo con responsabilidad, y tampoco cerrándome a algún día ser mamá”, dice.
La socióloga, demógrafa y subdirectora de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, Marinella Mazzei, relata que este es un fenómeno natural que llegó para quedarse, puesto que responde a cambios sociales y culturales muy profundos. “No es algo que se va a revertir fácilmente, tampoco debe ser visto como una cosa catastrófica. Al contrario, el foco debe ir en crear políticas públicas que permitan poder enfrentar esas inseguridades de alto costo de la vida, sobre todo de la educación de los hijos, si se generan las condiciones en que se permita compatibilizar mejor los roles de cuidado”, cierra.
El tema es que la ecuación hoy no está dando.