Como un déjà vu. La guerra en Ucrania, iniciada tras la invasión de Rusia el pasado 24 de febrero, ha vuelto a dividir al mundo en alianzas o bandos, que bien podrían resumirse en un hecho evidente: Occidente contra Moscú. Esto, nada menos, ha puesto en jaque a la paz que se daba por sentada luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y el fin de la Unión Soviética dos años más tarde.
El conflicto ucraniano no solo amenaza la soberanía de esta exrepública soviética, sino que también plantea desafíos de reordenamientos geopolíticos, de seguridad y económicos entre los distintos países, al haberse socavado el orden mundial imperante; ese que surgió tras el colapso de la URSS, el final de la Guerra Fría y el surgimiento de Estados Unidos como única superpotencia.
Este escenario ya se había visto remecido el 11 de septiembre de 2001, tras el ataque contra las Torres Gemelas. A partir de entonces, Washington inició su guerra contra el terrorismo y anunció que atacarían a cualquier país y en cualquier lugar si consideraban que se estaba amenazando la seguridad del país y de sus ciudadanos. Bajo esa lógica se sucedieron las invasiones a Afganistán e Irak, y más tarde a Libia, además de la ofensiva contra el Estado Islámico en Siria, sin enfrentar ninguna oposición de otras naciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Ahora Rusia, dirigida por Vladimir Putin desde 2000, ha desafiado la estabilidad de Europa, al reconocer como independiente las dos regiones del este de Ucrania, Donetsk y Lugansk, y posteriormente permitir que sus fuerzas invadan el resto del país
Lo anterior gatilló furia y preocupación en Occidente. Pese a que las potencias no se encuentran participando directamente en el campo de batalla, lo que realmente está sobre la mesa es un enfrentamiento soterrado y en otras esferas contra Moscú.
“Es verdad que Occidente está más unido que nunca. Como es el caso de la Unión Europea y la OTAN. Esto es normal, porque esta guerra sorprendió a todo el mundo. Todavía cuando miro la televisión me parece que estoy en el cine observando alguna película sobre la Segunda Guerra Mundial”, dijo a La Tercera el exdiplomático rumano, Iordan Barbulescu.
En la misma línea, Daniel Treisman -autor de The New Autocracy: Information, Politics, and Policy in Putin’s Russia- considera que el conflicto en Ucrania “ha hecho inevitable una Guerra Fría entre Occidente y Rusia, mientras Putin permanezca en el poder”.
Existe consenso entre los expertos sobre que por más de 30 años el mundo se centró en la globalización, en los bienes y servicios, haciendo crecer la clase media mundial. Sin embargo, conflictos como la guerra en Ucrania han generado un punto de inflexión, que si bien no pulverizará la globalización, sí amenaza seriamente a la paz mundial. De hecho, de un día para otro, los europeos han debido dar prioridad al gasto en defensa, a la coordinación de la seguridad nacional y a la OTAN. Precisamente, los analistas estiman que Putin reaccionó al deseo de Ucrania de sumarse a la UE y a la OTAN -para convertirse en parte de Occidente- y dejar atrás la esfera rusa.
Señales al por mayor
Fue el recién asumido canciller alemán, Olaf Scholz, quien dio las primeras luces de este cambio. En un histórico discurso en el Bundestag (Parlamento) a tres días de que se iniciara la guerra, anunció 100.000 millones de euros para mejorar el Ejército alemán y un aumento de la inversión anual en Defensa de más del 2% del PIB. “La guerra de Putin supone un punto de inflexión”, dijo. “Tendremos que invertir significativamente más en la seguridad de nuestro país para proteger nuestra libertad y nuestra democracia”, sostuvo en lo que fue considerado el mensaje más significativo pronunciado por un líder europeo post Guerra Fría.
Creo que va a cambiar también la actitud de algunos países que -hasta ahora- les ha parecido bien estar en una posición neutral.
Iordan Barbulescu, exdiplomático rumano.
Dejando a un lado la relación especial que Alemania mantuvo durante años con Moscú, Scholz anunció la entrega a Ucrania de mil misiles antitanque y de 500 misiles tierra-aire Stinger para apoyar a las Fuerzas Armadas ucranianas. “Es nuestro deber hacer todo lo posible para ayudar a Ucrania a defenderse del Ejército invasor de Vladimir Putin”, sostuvo Scholz para justificar el cambio radical de Berlín, que hasta ahora incluso vetaba la reexportación de armamento a través de terceros países. Además, propuso fijar en la Constitución la inversión de más del 2% en las Fuerzas Armadas. Ya antes de la guerra el gobierno había suspendido la aprobación del gasoducto Nord Stream 2.
Incluso Suiza, que por años mantuvo una condición de neutralidad, decidió imponer sanciones a más 360 personeros rusos y cuatro entidades jurídicas de ese país. El Departamento de Asuntos Económicos decidió prohibir que intermediarios suizos puedan entablar intercambios financieros con estas personas y entidades rusas para evitar que, de algún modo, se pudieran eludir las sanciones impuestas a nivel internacional, lideradas por Estados Unidos.
“Creo que va a cambiar también la actitud de algunos países que -hasta ahora- les ha parecido bien estar en una posición neutral. Esto de la postura neutral era una característica de la Guerra Fría, ya que había sitio para naciones más pequeñas que no querían estar de parte de ningún lado. Y así aparece el grupo de los no alineados. Pero actualmente no creo que sea la actitud correcta. Si quieres que alguien te apoye tienes que estar con un país”, explicó Barbulescu.
El debate sobre si el mundo se encuentra o no ante un nuevo orden ha sido abordado en estos días por los principales medios del planeta. Así, The New York Times consideró que “la respuesta multinacional a la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha demostrado que la desaparición del orden global basado en reglas de la posguerra puede no ser inevitable”. A su vez, The Economist señaló que “China explota la guerra en Ucrania para acelerar lo que considera el inevitable declive de Estados Unidos. El foco en todo momento es su propio sueño de establecer una alternativa al orden mundial liberal occidental”.
¿Una OTAN más fuerte?
En este contexto, probablemente una de las consecuencias más inmediatas y evidentes de la guerra en Ucrania es el eventual fortalecimiento de la OTAN, organización que se estima que reciba más recursos en el futuro. Se trata del mismo organismo que en 2019 el Presidente francés, Emmanuel Macron, declaró que se encontraba “con muerte cerebral”. Por entonces, Donald Trump tampoco dudó en desacreditarla, al señalar que era un organismo “obsoleto”.
Previo a que ordenara la invasión a Ucrania, Putin denunció la “expansión del bloque de la OTAN hacia el este y el acercamiento de su infraestructura a las fronteras de Rusia”. Indicó entonces que la “OTAN se extendió cada vez más. La maquinaria de guerra está en movimiento y, repito, se acerca a nuestras fronteras”. Estas aseveraciones no fueron precisas -sino más bien engañosas- debido a que la perspectiva de una adhesión de Ucrania a la OTAN se encontraba congelada desde 2008.
Aunque hubo reacción cuando Putin se anexó la península de Crimea en 2014, la actual invasión a Ucrania ha sido abordada de manera diferente. Así, la Alianza desplegó su fuerza de respuesta rápida de 40.000 soldados para fortalecer las fronteras europeas. Las tropas de la OTAN -incluidas las fuerzas terrestres, aéreas, marítimas y de operaciones especiales-, solo se habían utilizado para responder a desastres naturales y para coordinar la salida de Afganistán en 2021.
Los europeos reconocen que la amenaza no es solo para Ucrania, que el ataque de Putin se extiende también al orden de seguridad europeo más amplio. Y entonces se están dando cuenta de que la paz y la seguridad no son baratas, incluso en Europa.
Rafael Loss, coordinador de los proyectos paneuropeos del think tank European Council for Foreign Relations.
En Rumania, por ejemplo, ahora se espera un contingente de tropas francesas cerca de una base de la OTAN, mientras que se han enviado 1.000 soldados para reforzar las fuerzas de disuasión en Polonia y los Países Bálticos. También se han desplegado aviones de combate para garantizar la seguridad aérea en los países vecinos de Ucrania y Rusia.
La respuesta firme y amplia de la OTAN a la crisis ha animado a Finlandia y Suecia, dos países que nunca han estado en la Alianza, a reconsiderar si quieren unirse. Una reciente encuesta mostró que, por primera vez, la mayoría (53%) de los finlandeses está a favor de unirse, mientras que el apoyo también aumenta en Suecia.
“El ataque de Rusia ha unido a los países de la OTAN y la Unión Europea. Muchos miembros de la OTAN también son miembros de la Unión Europea y viceversa. Por lo tanto, existe una gran coordinación entre las dos instituciones y cierta división del trabajo, con la OTAN liderando la respuesta militar a la crisis y la UE a cargo de las sanciones económicas contra Rusia y la solidaridad económica con Ucrania. Los europeos reconocen que la amenaza no es solo para Ucrania, que el ataque de Putin se extiende también al orden de seguridad europeo más amplio. Y entonces se están dando cuenta de que la paz y la seguridad no son baratas, incluso en Europa”, dijo a La Tercera Rafael Loss, coordinador de los proyectos paneuropeos del think tank European Council for Foreign Relations.
“Estoy convencido de que las decisiones de los europeos de aumentar sus capacidades de seguridad nacional serán permanentes, con despliegues en los países del Báltico, por ejemplo, con despliegues avanzados en Polonia, Bulgaria y Rumania, y también con la reducción de la enorme dependencia energética de Europa del carbón, el petróleo y, sobre todo, del gas de Rusia”, consideró días atrás el cientista político estadounidense Ian Bremmer en una charla TED.
“Al igual que con la OTAN, la Unión Europea en su conjunto se ha alineado, incluso cuando hablamos de países como Hungría y Polonia que han estado mucho menos alineados en términos de Estado de derecho, en términos de un Poder Judicial independiente, se ven mucho más alineados en términos de la importancia de los valores comunes de Europa en comparación con lo que estamos viendo en Moscú”, añadió.
La influencia china
Otra consecuencia palpable del conflicto es la marcada distancia -separación a estas alturas- de Rusia respecto de Europa y Estados Unidos, una situación que a ojos de los expertos será permanente, incluso si Moscú retira todas sus tropas de Ucrania y se declara la paz. “Es seguro decir que ha surgido una nueva división en Europa, entre Rusia y Occidente, que podría afectar las relaciones internacionales a nivel mundial”, indicó Loss.
La guerra en Ucrania provocó que Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido implementaran duras sanciones económicas contra Moscú y los oligarcas rusos.
“La desvinculación de la economía rusa de Occidente no importa tanto en términos del tamaño de la economía rusa, pero importa inmensamente en términos de productos básicos a nivel mundial y la cadena de suministro. Estas dos cosas van a frenar seriamente el crecimiento de esta clase media global, y van a presionar a los países en desarrollo en un grado mucho mayor. Provocarán crisis financieras en países como Turquía. Verás más Líbanos por ahí. Verás algunos en América Latina, en África subsahariana. Por eso estamos prestando mucha más atención a la crisis ucraniana, porque el impacto de este conflicto en las personas más pobres de todo el mundo es mucho mayor”, señaló Bremmer.
Por un lado, la posición histórica de China es apoyar la integridad territorial, por lo que la anexión de Crimea por parte de Rusia los desafió.
William Alberque, director de Estrategia y Control de Armas del centro de estudios IISS.
En todo caso, hay quienes advierten que todo lo anterior no va a convertir del todo a Rusia en un “paria global”, ya que aún cuenta con el respaldo de China. Porque pese a los esfuerzos de Beijing de presentarse como “neutral” en el actual conflicto, una declaración de ambos países tras un encuentro entre Xi Jinping y Putin a comienzos de febrero -antes de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno y en medio de los reportes de acumulación de tropas rusas en la frontera de Ucrania- reafirmó el apoyo mutuo a sus políticas exteriores. Además, criticaron la influencia negativa de Estados Unidos, tanto en Europa como en la región de Asia y el Pacífico. De esta manera, se opusieron a “una mayor expansión de la OTAN”, en lo que llamaron un enfoque de la “era de la Guerra Fría”.
“Ha habido informes sobre el liderazgo en Beijing sorprendido por el ataque de Rusia a Ucrania. Las acciones rusas pueden percibirse como inútiles para la estrategia a largo plazo de China. Pero, en general, hemos visto una alineación cada vez más profunda entre China y Rusia. China también podría sacar algunas lecciones sobre la respuesta de Occidente a la guerra en Ucrania para sus propios planes para Taiwán”, dijo Loss.
“China espera que el conflicto con Rusia debilite a Estados Unidos, al que China considera su principal adversario. Xi está tentado a apoyar a Rusia, pero también está nervioso por verse involucrado directamente. Creo que si China proporciona ayuda militar o de otro tipo a Rusia, será un gran error. El comercio de China con Estados Unidos y la Unión Europea juntos asciende a 10 veces su comercio con Rusia. Y la inestabilidad que Moscú está creando en la economía mundial ya es perjudicial para China”, explicó Treisman.
En ese sentido, Xi Jinping reconoció ayer ante su homólogo estadounidense, Joe Biden, que el conflicto en Ucrania no beneficia a ninguna de las partes y lanzó un llamado a la paz y seguridad en todo el mundo.
Para William Alberque, director de Estrategia y Control de Armas del centro de estudios IISS, China ha tenido que “enhebrar la aguja” en Rusia. “Por un lado, la posición histórica de China es apoyar la integridad territorial, por lo que la anexión de Crimea por parte de Rusia los desafió. Decidieron apoyar a Rusia a pesar de todo, pero esto les causó cierta incomodidad. También quieren estabilidad, especialmente en los precios y suministros de energía, y esta reanudación de la guerra ha dañado eso y les está costando dinero”.
“Vamos a ver a los rusos suplicando económicamente en términos de flujos de energía, financieramente, en términos de transacciones y tecnológicamente, quizás alineados con China. Esto tiene grandes implicancias geopolíticas a largo plazo”, concluyó Bremmer. Por eso, la guerra en Ucrania ha dado vuelta el tablero del actual orden mundial, que para muchos ha comenzado a modificarse sin vuelta atrás.