Osvaldo Salgado asumió como subsecretario de Redes Asistenciales el 13 de junio del año pasado, en plena campaña de invierno. Al cargo llegó luego de la polémica salida de Fernando Araos, cuestionado por la gestión en el manejo de camas críticas pediátricas y la consiguiente muerte de una menor en San Antonio en medio del aumento de enfermedades respiratorias, que lo forzó a renunciar.
Desde que el otorrinolaringólogo dejó el Hospital Barros Luco para asumir en el Minsal han pasado casi 11 meses, y el especialista está ad portas de dirigir la tercera campaña de invierno de esta administración, la primera que él planifica desde cero. La tarea no asoma fácil, porque las dos anteriores fueron blanco de críticas transversales: primero por el improvisado adelantamiento de las vacaciones escolares y, luego, por el fallecimiento de la bebé.
Pero la autoridad advierte que más allá de esos hechos “dolorosos, pero puntuales”, la red está preparada para enfrentar el invierno, que por primera vez se le hace frente con un proceso de inmunización contra el virus sincicial, uno de los que más provocan carga asistencial.
¿Qué falló en las campañas anteriores?
Hay situaciones que son, por supuesto, muy relevantes y específicas, que pueden ser tan dramáticas como el fallecimiento de un menor, pero que son evidentemente puntuales. No es que uno pueda decir que hubo una falla persistente. De hecho, el año pasado enfrentamos la campaña de invierno más intensa de los últimos 20 años y el sistema respondió, tanto el público como el privado. Cuando uno hace la evaluación más global se da cuenta que rompimos récords en reconversión de cama, en pacientes tratados. Las campañas anteriores no han tenido impacto negativo como son esos hechos puntuales que, reconocemos, nos duelen y esperamos que no se repitan.
¿Hay un análisis de esos hechos para preparar este año?
Básicamente son las mismas medidas. Hemos puesto el énfasis en informar con mucha más preocupación e intención. Empezamos a trabajar en diciembre y dentro del plan hay algunos elementos que nos han parecido necesarios producto de las auditorías que se hicieron en los puntos controversiales del año pasado. Incorporamos puntos que tienen que ver con fortalecimiento del manejo clínico y traslado del paciente.
Hubo críticas al manejo de la crisis de invierno anterior, ¿este año será distinto?
Hemos puesto muchas horas de trabajo con bastante participación de muchos actores en esta campaña. No quiero que quede la sensación de que no se haya hecho los años anteriores. Hay algunas diferencias, como el informar antes. Además, este año incorporamos el Nirsevimab, el medicamento contra sincicial.
¿Cuál es el impacto proyectado con este medicamento?
Es lo que se ha visto en Europa y Estados Unidos. En este último país hay estudios más precisos e indican que se logró una disminución del requerimiento de hospitalizaciones del 80 o 90%. Las simulaciones establecen que si alcanzamos una cobertura sobre 90% el impacto que se debe esperar es muy importante. Por eso me parece muy importante difundir esta necesidad de que los niños menores de seis meses vayan al vacunatorio y se inmunicen.
¿Cómo va la cobertura?
Tenemos 51% de los niños objetivo inmunizados, pero más del 90% de los niños que han ido naciendo. Los padres que se han negado son muy pocos.
Se han criticado las campañas de inmunización, ¿hay un atraso en la de la influenza?
Las estadísticas que tenemos no apoyan eso. La vacuna que usamos se fabrica de acuerdo a los virus que infectan el hemisferio norte, y la fabricación tiene un tiempo, es decir, la vacuna no puede estar antes por razones tecnológicas. Nosotros empezamos a inmunizar cuando las dosis estaban recién en el mercado. Además, el avance varía según los grupos. Por ejemplo, tenemos una buena cobertura en los funcionarios de la salud. Tenemos un rendimiento global que es mejor que lo que ocurrió el año pasado y esperamos cumplir la meta. Este año ampliamos el grupo de adultos mayores, pasando de los 65 a los 60 años. Por lo tanto, cuando se compara ese grupo hay que tener en cuenta que es más grande que periodos anteriores.
También hay críticas por la falta de comunicación de riesgo, que la agenda está muy concentrada en la crisis de las isapres. ¿Se podrían mejorar los mensajes para incentivar la vacunación?
Hemos hecho un esfuerzo enorme por difundir en medios de comunicación el mensaje de lo que significa no vacunarse y advertido que no hacerlo es un daño grave, incluso mortal, porque efectivamente es así. Sin embargo, hay un grupo creciente de personas que piensa que la vacuna es dañina y eso ha causado un daño enorme en los procesos de vacunación a nivel mundial. Y eso también hay que incluirlo dentro del análisis cuando se compara con los programas de vacunación anteriores, cuando no nos costaba mucho alcanzar las metas. Últimamente nos ha costado más, y creo que mucho tiene que ver con esa mirada de incredulidad.
Cuando asumió, el Presidente reconoció su experiencia. ¿Cómo se ha reflejado eso?
Las cosas nunca son por una persona, son por equipos. Lo que sin duda uno puede aportar es la experiencia de muchas campañas de invierno vividas, y hemos ido incorporando un equipo que también tiene mucha experiencia en estos temas.