Fue el domingo pasado, en una entrevista televisiva, que el Presidente de Estados Unidos lo dijo: “La pandemia se acabó”. No ha sido el primero en decirlo, pero sí el más escuchado: “Todavía tenemos un problema con el Covid-19. Aún estamos trabajando mucho en ello... pero la pandemia ha terminado. Si te fijas, nadie lleva mascarillas. Todo el mundo parece estar en muy buena forma. Y por eso creo que está cambiando”, aseguró Joe Biden.
A pesar de tan optimista diagnóstico, la comunidad científica no coincide con el inquilino de la Casa Blanca, y mucho menos refiriéndose a un país donde aún, cada día, mueren en promedio 500 personas a causa del virus.
Desde hace meses, de todas maneras, que en muchos países el uso de la mascarilla no es obligatorio excepto en recintos hospitalarios, y Chile dio un paso en esa dirección esta semana, cuando el Ministerio de Salud anunció para octubre el fin del pase de movilidad y la mascarilla.
El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha sido más cauto que Biden al referirse al fin de la pandemia. “Nunca hemos estado en mejor posición para acabar con la pandemia”, indicó la semana pasada, comparando la actitud hacia la enfermedad con una carrera. “Alguien que corre un maratón no se detiene cuando ve la línea de meta. Corre más deprisa, con toda la energía que le queda. Y nosotros, también. Todos podemos ver la línea de meta, estamos a punto de ganar. Sería verdaderamente el peor momento para dejar de correr”, dijo en ese entonces.
Desde su surgimiento en diciembre de 2019 en China, se han registrado casi 620 millones de casos de Covid-19, totalizando 6,5 millones de muertes hasta el momento. Ahora bien, luego de que se desarrollaran vacunas efectivas y seguras que proveen alta protección contra las complicaciones de la enfermedad, tanto los contagios como los decesos relacionados al coronavirus han disminuido notoriamente.
Durante este mes, el informe epidemiológico de la OMS señaló un descenso del 28% de casos, en la semana del 5 al 11 de septiembre, respecto a la semana precedente. La cantidad de fallecidos, en tanto, retrocedió un 22%, llegando a su número más bajo desde marzo de 2020.
De todos modos, se espera que en Estados Unidos el Covid siga siendo una de las primeras 10 causas de muerte de 2022, luego de ser la tercera en 2020 y 2021. Si las tendencias se mantienen en lo que resta de año, los expertos estiman entre 113 mil y 118 mil muertes por Covid en el país: un número aún alto, comparándolo con las entre 12 mil y 52 mil muertes que se le atribuyen a la influenza.
Según el biólogo matemático de la Universidad de Edimburgo, Rowland Kao, aún hay una cantidad sustancial del virus circulando, y para peor, la evolución del virus aún no ha dado patrones reconocibles, a diferencia de la influenza estacional. “Aun cuando hay buenos signos de que el impacto general del virus disminuye, y que la prevención, control y mitigación de la circulación han mejorado bastante, todo sigue impredecible. En ese sentido, no podemos estar seguros de que la pandemia se haya acabado”, indica.
El epidemiólogo español Juan Martínez Hernández, portavoz de Salud Pública de la Organización Médica Colegial, considera prematuro hablar del fin de la emergencia sanitaria. “Posiblemente la OMS retirará este máximo nivel de alerta si la tendencia continúa así durante las próximas semanas o meses, pero no creo que en ningún caso antes del tercer aniversario y de haber superado el invierno boreal”, estima el experto.
El doctor Ben Kasstan, antropólogo médico experto en vacunación de la Universidad de Bristol, Inglaterra, diferencia entre distintos “fines” de la pandemia. “Un fin político de la pandemia es más fácil, porque pasa cuando los políticos deciden que la pandemia se acabó, a menudo para mantener a los votantes felices o incluso por motivos económicos. Hemos visto distintos gobiernos declarar el fin en distintos momentos, lo que rara vez se refleja en la realidad epidemiológica”, apunta Kasstan.
“Una definición económica del fin de la pandemia es más difícil, porque los países podrían estar pagando los costos de ella durante los próximos años. La definición, desde la salud pública, depende de la epidemiología, y las tasas de casos y mortalidad. Quizás el Covid-19 esté volviéndose o se vuelva endémico, lo que significa que el virus siempre tenga una presencia en cierto grado”, detalla el antropólogo médico inglés.
En lo que todos coinciden es que no debería ser el presidente de Estados Unidos quien dé por finalizada la pandemia. El doctor Paul Goepfert, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama, comenta: “No es su decisión, y es más apropiado que venga de la Organización Mundial de la Salud. Probablemente no quiso decir literalmente que la pandemia terminó, y probablemente no entienda las definiciones completas, pero de todos modos tiene razón al decir que la mayoría de los estadounidenses se están comportando como si no hubiera 400 muertes al día por Covid”.
“En muchos sentidos y para los países desarrollados, la pandemia ya no tiene nada que ver con lo que fue a lo largo de 2020 y 2021. Sin embargo y aunque es tentador dar esa buena noticia, no le corresponde a ningún presidente de ningún Estado, sino al máximo responsable de la OMS, y eso aún no ha llegado. Recordemos que la pandemia como tal no fue declarada por la OMS, sino la Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII), y esa declaración se desactivará esperemos que, dentro de poco tiempo, aunque en mi opinión aun debemos esperar un poco”, considera Martínez.
Al otro lado del Atlántico, Kasstan recuerda lo que sucedió el año pasado con Boris Johnson. “El 19 de julio de 2021, muchos hablaron del ‘día de la libertad’ en Reino Unido, incluido el primer ministro, cuando los controles de salud pública se levantaron. Sin embargo, Johnson pasó todo ese día en aislamiento. Solo porque los líderes quieran que el Covid-19 se acabe, no quiere decir que se acabó”, señala. Seis meses después del ‘día de la libertad’, a causa de la variante Ómicron, los británicos vivieron la mayor cantidad de casos y muertes por coronavirus que han tenido hasta el momento: más de 170 mil casos diarios para enero de 2022.
En lo que respecta a las mascarillas, tanto en Estados Unidos como en Reino Unido y España, están en retirada. “El uso de mascarilla en Reino Unido es muy bajo. Mientras sabemos que tienen cierto impacto, también es probable que ellas solas no sean capaces de prevenir una propagación en avance lo suficiente como para mantener el virus en control, incluso cuando los niveles de vacunación son altos. De todos modos, es probable que sean situacionalmente útiles, cuando se llevan de manera adecuada, y sobre todo si se usan las más efectivas”, comenta Kao.
“En España son obligatorias en los transportes públicos y para el acceso a instalaciones sanitarias. Actualmente existe el debate sobre suprimirlas en los medios de transporte. En mi opinión, dado que ya su uso es muy limitado, debería mantenerse hasta superar la epidemia gripal y esperar al fin de la declaración de Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional por la OMS, es decir, algunos meses más”, señala por su parte Martínez.
Aun así, recuerda que las cifras en la península no son para celebrarlas: “El número de fallecimientos también se reduce en España, pero la semana pasada se notificaron aun 55 defunciones, para un país que tiene aproximadamente el 14% de habitantes que EE.UU., así que están en situación comparable”.
Goepfert comenta la situación en Estados Unidos: “El uso de mascarilla es muy bajo en este país, y no creo que podamos cambiar eso desde acá a un futuro visible. Debemos enfatizar que las personas severamente comprometidas en su sistema inmune debería usarlas.
Respecto a lo que vendría después de un potencial “fin de la pandemia”, el hecho más aceptado es que el virus no desaparecerá. En el mejor escenario, señala Goepfert, habría que vacunarse periódicamente con una dosis que proteja de la influenza y el Covid a la vez.
Kasstan opina de manera similar: “Nuevas vacunas bivalentes se están recomendando para proteger del virus, y también de sus variantes. Los sistemas de salud pública van a continuar recomendando a las personas, o al menos a particulares grupos de riesgo, para que continúen recibiendo dosis de refuerzo”.
Según Martínez, en el futuro se producirán brotes epidémicos más o menos localizados, “que tendrán altas tasas de ataque y relativa baja mortalidad, pero que serán muy sorpresivos y dolorosos, frecuentemente relacionados con hospitales y centros residenciales”. “En principio esos brotes se irán espaciando en el tiempo y si el virus alcanzara un equilibrio y sus mutantes fueran todas de baja letalidad -cosa que no podemos saber-, la enfermedad pasaría a ser endémica y la sufriría periódicamente un porcentaje variable de ciudadanos, en cierto sentido como la gripe, aunque probablemente sin una clara asociación estacional”, estima el epidemiólogo.