Vistiendo túnicas de color lila y unas medallas con el sombrío rostro de Jesús, el patriarca ortodoxo ruso Kirill, uno de los pilares del régimen de Vladimir Putin, llamó el domingo pasado a la población a unirse en torno al poder para luchar contra los “enemigos externos e internos” de Rusia, en pleno conflicto en Ucrania.

“En este período difícil para nuestra patria, que el Señor nos ayude a cada uno de nosotros a apoyarnos mutuamente, incluso en torno al gobierno, y que ayude al poder a ser responsables ante el pueblo y a servirlo con humildad y buena voluntad, incluso hasta dar su propia vida”, dijo Kirill en una misa en Moscú.

Si durante semanas los líderes religiosos de todo el mundo le han suplicado al jefe de la Iglesia ortodoxa rusa -que cuenta con unos 150 millones de fieles en todo el mundo -que se manifestara en contra de la invasión rusa a Ucrania, los sermones semanales que se transmiten en vivo por la televisión rusa han dado cuenta de lo contrario. Es más, Kirill describe la guerra como una batalla apocalíptica contra las fuerzas del mal que han tratado de destruir la unidad divina de Rusia.

De hecho, un día antes de que el Presidente Putin comenzara la invasión a Ucrania, el 24 de febrero pasado, el patriarca Kirill se dirigió a los líderes militares y publicó un comunicado en honor al Día del Defensor de la Patria. En el texto felicitó a Putin por su “alto y responsable servicio al pueblo de Rusia”, declaró que la Iglesia Ortodoxa Rusa “siempre se ha esforzado por hacer una contribución significativa a la educación patriótica de sus compatriotas”, y elogió el servicio militar como “una manifestación activa de amor evangélico al prójimo”.

El patriarca Kirill en un servicio en Moscú. Foto: Reuters

En un país donde el 71% de la población se identifica como ortodoxa, al tiempo que el Presidente Putin se presenta como un defensor de los valores de la iglesia, las opiniones de Kirill ofrecen una poderosa legitimación a las ambiciones geopolíticas del mandatario. Es que al igual que Putin, Kirill defiende los valores conservadores frente a un Occidente que considera decadente.

En este sentido, la guerra en Ucrania ha provocado una suerte de “rebelión religiosa” que, según los expertos, no tiene precedentes y afecta directamente a la popular Iglesia Ortodoxa Rusa, que es altamente influyente en Kiev. Esto, porque desde que comenzó la guerra, diversos obispos y clérigos fieles a dicha iglesia han manifestado su rechazo hacia Kirill.

Incluso muchos creyentes ucranianos han dejado de orar por él durante los servicios, indicó la cadena BBC, lo que representa el signo más fuerte de desobediencia en el mundo ortodoxo. “La Iglesia Ortodoxa del Este se resquebraja por la guerra en Ucrania”, destacó The Huffington Post.

En Ucrania hay tres iglesias ortodoxas: la Iglesia Ortodoxa Ucraniana (UOC-MP), dependiente del patriarcado de Moscú; la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev (UOC), que es el producto de una escisión de la Iglesia Ortodoxa Rusa (ROC) ocurrida en 2018 luego de 300 años de estar unidas, y la Iglesia Autocéfala.

Según los últimos datos oficiales, la UOC-MP sigue siendo la más grande del país, con unas 12.000 parroquias. La UOC, en cambio, tiene unas 7.000. Hasta antes de la guerra, esto significaba que Rusia continuaba ejerciendo una influencia sustancial en el ámbito espiritual ucraniano.

Lo anterior es aún más importante si se considera que Ucrania tiene la tercera población ortodoxa más grande del mundo (por detrás de Rusia y Etiopía), según el Pew Research. En este país, 8 de cada 10 adultos (78%) se identifica como ortodoxo, indicó la BBC.

El patriarca Kirill y el Presidente ruso, Vladimir Putin. Foto: AFP

San Petersburgo y el KGB

Tanto el Presidente ruso como el patriarca comparten muchas cosas en común: ambos nacieron en San Petersburgo, entonces Leningrado, con seis años de diferencia -Kirill en 1946 y Putin en 1952-; además colaboraron de diferentes maneras con la agencia de inteligencia soviética, KGB.

En este sentido, los expertos dicen que Kirill es una figura compleja en la política rusa: inteligente, carismático y un operador ambicioso. Ascendió en las filas de la Iglesia Ortodoxa Rusa durante el período soviético, cuando el gobierno comunista consideraba la religión como una reliquia arcaica de la opresión, y fue el primer patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa en reunirse con un Papa católico en casi 1.000 años.

“Para ser justos, para convertirte en un líder de la iglesia en la URSS y hacer algo en ese momento, tenías que estar afiliado al KGB”, dijo el profesor de UC Riverside, Georg Michels, al diario Los Angeles Times.

En un documento interno del KGB del 15 de abril de 1989, recordó el diario La Nación, el entonces presidente de la agencia de inteligencia, Vladimir Kryuchkov, respondió a una pregunta de funcionarios del Partido Comunista sobre cómo se había producido la vinculación del entonces joven Kirill, que era arzobispo de Smolensk, con el servicio de seguridad. “Las primeras referencias datan de febrero de 1972, cuando era un joven sacerdote de 25 años (...) Su primera mención en los archivos del KGB surgen a partir de un viaje realizado a Oceanía”, dijo Kryuchkov. Agregó que la tarea del entonces sacerdote, conocido en el KGB como “agente Mikhailov”, era “participar en organizaciones religiosas internacionales, incluyendo el Consejo Mundial de Iglesias, y en la Conferencia de Iglesias Europeas, y proveer información a la Unión Soviética”.

En forma paralela, dice el periódico, Putin cursaba los últimos años de la carrera de Derecho en Leningrado. Luego ingresaría directamente al KGB en 1975, el mismo año de su graduación. Su carrera siguió en Alemania Oriental entre 1985 y 1990, desde donde regresó a su San Petersburgo natal para dedicarse a la política.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, entrega flores durante una ceremonia para otorgar la Orden de San Andrés Apóstol el Primer Llamado al Patriarca Cirilo de Moscú y de Toda Rusia en Moscú, Rusia, el 20 de noviembre de 2021. Foto: Reuters

La relación entre el mandatario y el patriarca escaló rápidamente. Kirill elogió el liderazgo del Presidente de la Federación Rusa como un “milagro de Dios”.

Putin ha dicho que el padre de Kirill, que trabajaba como sacerdote en Leningrado, lo bautizó en secreto en 1952. Los dos hombres suelen aparecer juntos en público: en los servicios de Pascua, visitando monasterios y viajando a lugares de peregrinación.

En los últimos años, Putin ha destacado cada vez más su propia religiosidad: lleva una cruz de plata alrededor del cuello, besa íconos y se sumerge en las heladas aguas de un lago frente a las cámaras de televisión. El baño helado es un ritual cristiano ortodoxo para conmemorar la Fiesta de la Epifanía.

Putin ha trabajado para enmarcar a Rusia como defensora de los valores cristianos conservadores, lo que generalmente significaba oponerse al aborto, el feminismo y los derechos LGBTQ.

Para 2017, el portal Politico ya describía a Rusia como “el líder de la derecha cristiana global”. El impacto de esta diplomacia religiosa fue aún mayor en las naciones de Europa del Este que alguna vez pertenecieron a la Unión Soviética, donde la Iglesia Ortodoxa Rusa y sus aliados todavía disfrutan de una influencia enorme.

Por ejemplo, cuando Moldavia buscó lazos más fuertes con Europa, los clérigos ortodoxos que operaban bajo el patriarcado de Moscú hicieron campaña en su contra, y un obispo le dijo a The New York Times en 2016: “Para mí, Rusia es el guardián de los valores cristianos”.

El patriarca Kirill de Moscú en un servicio conmemorativo para el difunto líder del Partido Liberal Democrático de Rusia (LDPR) Vladimir Zhirinovsky en la Catedral de Cristo Salvador en Moscú. Foto: Reuters

“Él (Putin) ve la religión como algo que ayuda a que los rusos se sientan orgullosos de su identidad”, dijo al diario Los Angeles Times, John P. Burgess, profesor de teología en el Seminario Teológico de Pittsburgh y autor de Santa Rus: El renacimiento de la ortodoxia en la Nueva Rusia. “Cuando Putin hace peregrinaciones a los principales sitios ortodoxos rusos y alienta a restaurarlos, dice: ‘Esto es algo de lo que podemos estar orgullosos; esto es hermoso e histórico’”.

La visión de mundo de Kirill

Existe el consenso de que Kirill ha perpetuado durante mucho tiempo una versión de la historia que insiste en que muchos países que componían la antigua Unión Soviética son un pueblo con un origen religioso común.

Según la revista The Rolling Stone, esto a menudo se combina con una visión geopolítica (y georreligiosa) que cientos de teólogos y académicos ortodoxos denunciaron recientemente como una herejía: una “esfera o civilización rusa transnacional, llamada Santa Rusia o Santa Rus, que incluye a Rusia, Ucrania y Bielorrusia (y, a veces, Moldavia y Kazajistán), así como personas de etnia rusa y de habla rusa en todo el mundo”.

Es un argumento, dijeron los académicos consultados por la revista, que sugiere un mundo ruso con Moscú como su centro político, Kiev como el corazón espiritual y Kirill como su líder religioso.

De hecho, en julio de 2013, ambos lideraron en Kiev una cruzada político-religiosa para anclar a Ucrania en el ámbito de influencia de Moscú en una suerte de campaña para evitar que Ucrania se inclinara hacia Occidente. Sin embargo, los argumentos religiosos y políticos chocaron con Kiev, donde las protestas -con la ayuda, en algunos casos, de clérigos ortodoxos- impulsaron el establecimiento de un gobierno prorruso en 2013 y 2014, lo que provocó la anexión de la península de Crimea por parte de Putin.

“Que Dios conceda que el Patriarcado de Moscú, que nos une no a nivel político, ni económico, sino espiritual, pueda ser preservado para cuidar pastoralmente de todas las etnias unidas en la gran Rus histórica”, dijo Kirill en 2018.b