Durante sus vacaciones, la senadora y timonel del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, no ha dejado de recibir llamados para abordar las críticas que han surgido desde el PC y sectores del FA en contra del Presidente Gabriel Boric y su mea culpa en el funeral de Estado de Sebastián Piñera.
A horas de viajar a España, para asumir una de las vicepresidencias de la Internacional Socialista, Vodanovic intenta cerrar la discusión y se alinea con el Ejecutivo: “Hay que tomar conciencia cuando se está en el gobierno”.
Esta semana planteó que el PC superó un límite al tildar de negacionista al Presidente. ¿Se desbordó el partido?
Nunca me refiero a los demás partidos, porque tampoco me gusta que se hagan juicios del mío. Sí creo que en circunstancias en que han ocurrido hechos tan trágicos e imprevistos, como los terribles incendios y la inesperada muerte del Presidente Piñera, a veces las reacciones o las conductas no se ajustan a lo normal.
¿Pero se desbordó la situación?
El tema ya lo tocaron la ministra Vallejo, la ministra Tohá. Con eso doy por cerrado el tema.
¿A qué se puede atribuir la postura del PC?
No me gusta hacer análisis respecto de situaciones que están a la vista y les competen a otros. Hay que ver cómo llegamos a consensos dentro de diez fuerzas disímiles, pero en esa diferencia también está nuestra fortaleza: podemos representar distintos sectores de la sociedad. Esa es la forma, no buscando ser todos iguales, porque no lo somos.
¿Se puede comprender la molestia del PC y otros partidos al ver que se ha hecho recurrente que el Presidente tenga cambios de opinión?
Hemos visto opiniones de algunos parlamentarios por distintos temas, pero institucionalmente el PC ha dado declaraciones de apoyo a la gestión del Presidente. Me parece que puede ser legítima la crítica o la molestia. Lo que ocurre es que, y ahí creo que es a lo que apuntó la ministra Tohá, hay que tomar conciencia cuando se está en el gobierno, del rol institucional que tenemos los partidos. La crítica me parece legítima, necesaria, y que hay que hacerla en los espacios que correspondan.
¿No cree que puede haber algún grado de incomodidad por creer que las convicciones del gobierno son maleables?
No soy comentarista, yo soy presidenta de partido. Nuestra principal responsabilidad es saber reaccionar y si es necesario cambiar en algunos casos. No tengo ningún problema con eso, hay que distinguir lo coyuntural de lo que son las convicciones, que no siento que las hayamos abandonado ni como PS ni el Presidente.
Mencionaba que en el PC se distingue la postura de la dirección y la de los parlamentarios. Ellos justifican que no son los únicos díscolos y apuntan a su partido.
Hice una constatación: aquí las críticas no han venido de las direcciones de los partidos, eso ocurre en todos los partidos. La línea política de los partidos se fija desde las direcciones, y nosotros como presidentes de partidos tenemos una responsabilidad, tenemos la posibilidad de dar cierta conducción a nuestros parlamentarios. Hay que tener mayor diálogo al interior de los partidos y tener convicción de que solo a través de una línea conductora común vamos a lograr superar los problemas graves que tiene nuestra ciudadanía.
¿El oficialismo está alineado en estos desafíos o algunos se han quedado en la pelea chica?
Ese es el desafío que tenemos hoy día: avanzar y entender, tal como lo señaló la ministra Tohá, que lo colectivo es lo más importante. Cuando se está en una coalición de gobierno todos podemos opinar, incluso criticar, pero finalmente se adopta la decisión de quien conduce. Él no es solo jefe del gobierno, sino que también de sus coaliciones..
En el gobierno hay una preocupación por dejar un legado. ¿Cómo lo ve?
El legado de los gobiernos creo que es algo que se construye después. Se ha visto con el Presidente Piñera: ahora se está hablando de su legado, una vez que ha fallecido. Los gobiernos tienen la obligación de dejar un sello, de marcar algo. La lucha frontal de este gobierno contra la delincuencia y el narcotráfico puede ser su gran sello. Uno no puede hablar de un legado cuando estamos en la mitad de un gobierno.
Esta semana planteó que “el 30%” es el que peor trata al gobierno, apuntando a que se le habla solo al electorado duro del Presidente. ¿Deben dejar de hablarle solo a ese segmento para poder llegar a acuerdos?
La experiencia del PS y de los partidos que formaron los gobiernos anteriores siempre fue de buscar hablarles a las mayorías, tener una mayor base de sustentación. Evidentemente, además en el escenario del voto obligatorio que se abre ahora, es necesario ampliar la base de apoyo del gobierno.
El año pasado Piergentili criticó que se les hable a “los monos peludos”, “al 30%”. Más allá de la forma, usted planteó algo similar. ¿Este es un diagnóstico compartido en SD?
Que tengamos voto obligatorio y ampliar nuestra base de sustentación como gobierno hacen necesaria una redefinición de cómo nos vamos a conducir los dos años finales del gobierno. La preocupación está en ampliar la base y también es una preocupación que en el PS tenemos: cómo somos capaces de representar a más chilenos, porque los partidos políticos estamos cuestionados. Aquí hay definiciones tanto de los partidos como del propio gobierno de cómo somos capaces de ampliar esta base de sustentación.
El Presidente designó como ministra enlace a Vallejo y manifestó que ella es de su confianza, sin mencionar a la ministra Maya Fernández. ¿Eso molestó al PS?
Yo me comuniqué con el Presidente Boric y quedé conforme con lo que me señaló. Yo ya dije todo lo que tenía que expresar en esto y lamento que parte de una conversación que comenté en el marco de la confianza haya salido. Lo que yo sí he insistido es que, más allá de que estén las ministras Vallejo y Toro en la región, se requiere con urgencia que haya un gerente técnico de la reconstrucción, así como estuvo Paulina Saball el año pasado. Ojalá ella misma pueda tomar este desafío, porque se requiere alguien que esté dedicado 24/7 a estar en la región. No dudo de las capacidades de las ministras a cargo, pero la tarea de la reconstrucción tiene que ser en terreno y no de una ministra.