Varias obras de Roberto Matta aparecen en la pantalla de Zoom. Desde su departamento de París, Philippe Aghion va mostrando las paredes donde reposan múltiples obras del destacado pintor chileno, mejor amigo de su padre, el destacado intelectual y galerista Raymond Aghion. Su madre, Gaby Aghion, fue también una gran figura del mundo intelectual y artístico parisino, fundadora de la casa de modas Chloé.
El camino de Philippe no estuvo en el arte ni la moda, sino en la economía, donde ocupa un prestigioso lugar. De hecho, es uno de los mayores estudiosos de la innovación y el crecimiento: en 2019 recibió el premio BBVA Fronteras del Conocimiento, en Economía, es miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias, y en 2016 fue designado por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para formar parte de un grupo de expertos que asesora a la Comisión de Alto Nivel sobre Empleo en Salud y Crecimiento Económico.
Autor de varios libros, el último lleva el título de El poder de la destrucción creativa, muy influyente en el debate sobre la materia. Fue profesor de Harvard y hoy enseña en el College de France, en INSEAD y en la London School of Economics.
Tiene también muchos vínculos de amistad y profesionales con Chile, sobre los que se explaya desde París, así como está al tanto del momento de cambio que vive nuestro país: “Estoy muy contento con el resultado de la elección en Chile. Es verdad que, hasta ahora, la izquierda no cambió realmente el sistema… La visión que hay desde afuera es que aún deben seguir pagando por la educación, por la salud, cosas que son gratis en Francia, por ejemplo. Tengo la sensación que las cosas básicas, que son educación y salud privada, y el poder monopólico de los grandes conglomerados, no fueron muy afectados…Y entonces necesitan reformar, y acercarse a modelos europeos. O encontrar su camino, el modelo chileno, pero no seguir exactamente como antes. Y espero que sean capaces de hacer esto de un modo razonable, sin demagogia. Que hagan lo que deben hacer sin caer en indulgencia con visiones de extrema izquierda. ¡Gran desafío! Espero que lo puedan manejar”.
¿Cómo ve la situación chilena?
No me atrevería a decir que Chile debe hacer esto, Chile debe hacer aquello. Eso sería muy imprudente. Pero mis sentimientos desde afuera van en la línea de que las lecciones del Covid son que el capitalismo tiene algunas cosas buenas, porque es el mejor sistema para generar prosperidad. Cuando yo era joven creía mucho en el sistema socialista, pero la verdad es que en ninguna parte el socialismo ha traído prosperidad (China es un capitalismo de Estado, no se puede decir que sea un sistema socialista). Entonces, necesitas el capitalismo para generar prosperidad, pero el punto es: ¿Puedes tener un sistema que genere prosperidad y que ella venga de la innovación y de la destrucción creativa, y que, al mismo tiempo, sea inclusivo y verde? Eso es lo que debes perseguir: ser innovador, inclusivo y verde.
¿Por qué pareciera difícil tener todo eso?
El problema es que EE.UU. tiene un modelo muy innovador, pero no muy inclusivo y no muy verde. Jeff Sachs u otros le dirán cuánto ha aumentado la división entre ricos y pobres en EE.UU, y Trump es el resultado de eso. De tratar de distraer a los que no tienen, levantando la xenofobia y el nacionalismo, para simplemente distraerlos del hecho de que la movilidad social ha disminuido mucho en EE.UU. y la pobreza ha aumentado… El Covid demostró que muchas personas no estaban bien protegidas. Y lo explicamos en el libro: muchas personas cayeron en la pobreza por el Covid, que mostró que el modelo estadounidense no es bueno socialmente, no es bueno protegiendo, y no es bueno generando innovación verde, eso lo sabemos.
¿Qué sucede en Europa, por el otro lado?
El modelo europeo protege mejor, pero no genera tanta innovación como el estadounidense. Sabemos que las vacunas vinieron de EE.UU. Tienen un fantástico ecosistema de innovación. Entonces, hay algunas personas que creen que se debe elegir: o se decide ser innovador a expensas de ser inclusivo y verde, o eliges ser inclusivo y ecológico y protegido, a expensas de ser innovador. Creo que eso no es correcto y no está bien y no es cierto. Hay políticas que te hacen más innovador y más inclusivo.
¿Cómo?
Déjame darte como ejemplo tres políticas que tienen todas esas características. Una de ellas es la educación. Sabemos muy bien que la educación es un insumo clave para la innovación, mucho más importante que las subvenciones a la I+D. Sabemos que las personas que tienen padres que ganan más, tienen muchas más posibilidades de ser innovadores, no solo porque los padres pueden pagar buenas escuelas, sino también porque lograron saber más y transmitir conocimiento y aspiraciones. Si tienes un sistema educativo que es mucho más igualitario, donde todos pueden acceder al conocimiento y a las aspiraciones a través del sistema educativo durante varias generaciones seguidas, eso haría que muchas más personas pudieran volverse innovadoras. Entonces, la educación, una educación accesible, es una política que los hará más innovadores y más inclusivos. Por eso es tan importante democratizar la educación en Chile, por ejemplo. Esa es la política número uno...
¿La prioridad número dos?
El segundo tipo de política es la competencia. Sabemos que en EE.UU. existe lo que llamamos estancamiento secular. El crecimiento de la productividad se ha reducido desde 2005, debido al surgimiento de empresas superestrellas, que se han vuelto muy grandes con la revolución de TI: Google, Amazon, Facebook, Walmart y todo eso. Al principio eso fue bueno para el crecimiento. Pero luego se convirtieron en un impedimento para el crecimiento. Y el lobby allí se está convirtiendo cada vez más en un problema… Renovar la competencia, como lo que intentó hacer Biden con la política de competencia, adaptar la política de competencia a la era digital, tener mejores políticas, hará que más empresas puedan entrar, pues sino se inhibe a los nuevos entrantes. Entonces, si se tiene una buena política de competencia, esta debilita el poder de los grandes conglomerados y eso hará posible que entren nuevas personas, nuevos innovadores. Eso impulsará la innovación, y también hará que el crecimiento sea más inclusivo. Lo explicamos en el capítulo cinco del libro: La innovación (de nuevos entrantes) es una fuente de movilidad social porque crea una disrupción, lo nuevo reemplaza a lo viejo, y eso es un motor de movilidad social. Necesitas desbloquear la competencia.
¿Y qué otra política ayuda a la innovación verde e inclusiva?
Lo tercero es tener una buena política de mercado laboral. Dinamarca introdujo el sistema de flexiguridad, es decir, cuando pierdes tu empleo, recibes el 90 % de tu salario durante dos años y vuelves a capacitarte y el Estado te ayuda a encontrar un nuevo trabajo. Hizo que la destrucción creativa fuera mucho más eficiente, y aquello hizo que Dinamarca fuera más innovadora y el sistema más protector.
El triángulo esencial
Una economista muy influyente en el nuevo equipo económico del Presidente Boric es Mariana Mazzucato. ¿Cree que un Estado emprendedor, como el que ella propone en sus libros, puede tener éxito en un país de ingreso medio como Chile?
No sé lo que ella propone en particular, pero creo que el mejor camino para hacer política industrial es hacer una que sea pro competencia, no contra ella. No elijan “champions”. No creo en la política industrial en la que solo ayudas a una empresa. Una forma muy inteligente de hacer política industrial fue BARDA (por sus siglas en inglés, Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado). El dinero viene del Ministerio, tienen líderes de equipo, los que eligen proyectos de manera competitiva para cumplir una misión. Pero es solo en áreas donde necesitas cumplir una misión. Por ejemplo, las vacunas. Existía la tecnología ARN mensajero y necesitabas convertirla en un año en producción masiva de vacunas. Entonces, el dinero provino del gobierno de EE.UU. Luego tenían líderes de equipo y el líder del equipo tomó a un laboratorio de los que estaban compitiendo. Tenías Moderna, Pfizer y muchos otros laboratorios que estaban compitiendo... El problema con la política industrial es que el Estado no es bueno para elegir ganadores. Hace competencias sesgadas. Barda es un buen ejemplo. Es el modo moderno de hacer política industrial.
Hablemos de la “destrucción creativa”. Se supone que es mejor para los consumidores y también para los trabajadores y para todas las partes interesadas. Pero a menudo en esos emprendimientos disruptivos los trabajadores están en peores condiciones que antes, porque ahora se les considera “socios”, por ejemplo, en Uber.
Por eso es muy importante tener reglas. Y ahí es donde el Estado es importante Las empresas innovan, pero el peligro es que pueden no innovar en la dirección correcta, pueden innovar en tecnologías sucias, pueden innovar en cosas que empeoran la vida de las personas. Entonces se necesita que el Estado regule, que dirija la innovación. Por ejemplo, en innovación verde. Sabemos que la innovación no es espontáneamente verde. Entonces, se necesita que el Estado redirija el cambio técnico. Pero también se necesita la sociedad civil, porque si no hay sociedad civil, el Estado puede ser fácilmente capturado por las grandes firmas. Y es por eso que necesitas un triángulo: se necesitan empresas, Estado y sociedad civil. Los tres son muy importantes para estar seguros de innovar, pero también para que el poder de la destrucción creativa sea aprovechada para conseguir crecimiento económico más inclusivo y verde.
Al menos en Chile, algunos empresarios le dirían que muchas reglas y regulaciones estatales hacen más difícil innovar.
Sí, demasiadas reglas son malas, pero ninguna regla es malo también. Es exactamente como el tráfico. Si tienes demasiadas luces rojas, tendrás tráfico, ¿de acuerdo? Pero si no tienes luces rojas, también será un desastre. Es cierto que regular en exceso es malo. Pero la falta de regulación también es mala también porque, espontáneamente, las empresas no irán en la dirección correcta y, espontáneamente, los incumbentes intentarán inclinar el juego (a su favor). Se necesita la cantidad correcta de regulaciones y es verdad que es bueno tener simplicidad en la regulación.
¿Cuál es la relación entre la desigualdad, que es una de las mayores preocupaciones en el mundo y en Chile también, y la destrucción creativa?
Es una relación compleja porque, por un lado, la innovación genera desigualdad. Por ejemplo, el Sr. Skype o el Sr. Zoom se hicieron muy ricos porque inventaron Zoom o Skype, ¿no? Quieres ese tipo de desigualdad… Pero, por otro lado, porque contiene esta destrucción creativa, la innovación crea movilidad social. Y así, la innovación en sí misma no es una mala fuente de desigualdad. A diferencia del lobbying (cabildeo), por ejemplo. Este aumenta la desigualdad superior, debido a que impide la entrada de nuevos jugadores, reduce la movilidad social y, por lo tanto, aumenta la desigualdad global, no solo la desigualdad de ingresos superior… Steve Jobs no es lo mismo que Carlos Slim, hay que distinguir bien eso. No es un problema para mí que haya gente rica. Pero quiero prevenir o minimizar la posibilidad de que usen su riqueza para evitar la innovación posterior. Y eso lo haces, en parte, a través del sistema impositivo, pero principalmente a través de políticas (pro) competencia y también a través de las reglas de financiación de campañas electorales.
Estamos viviendo en la cuarta revolución industrial el impacto de la automatización y la inteligencia artificial. ¿Puede convivir con la inclusión y la protección social?
Si. Y al principio existía la idea de que la automatización necesariamente destruiría puestos de trabajo. He hecho un estudio sobre Francia, y las empresas que automatizan crean puestos de trabajo. Porque es cierto que pueden sustituir alguna mano de obra por máquinas. Pero, al mismo tiempo, las empresas que se automatizan se vuelven más competitivas, por lo que aumentan su mercado a nivel mundial. Y, por lo tanto, hay más demanda de sus productos y por lo tanto emplean más. Entonces, este efecto de productividad parece contrarrestar el efecto de sustitución. Eso es interesante. Y claro, una vez más, la educación es muy importante, cuanto más educada sea tu fuerza laboral, mejor... Y educada también significa adaptable, porque en la escuela no solo aprendes un trabajo, aprendes a aprender. Entonces aprendes a ser adaptable. Entonces, cuanto mejor sea su sistema educativo, por supuesto, mejor preparado estarás para la automatización.
Usted fue asesor del expresidente Hollande (socialista), y también es cercano al Presidente Macron. ¿Cuáles son las banderas actuales de los socialdemócratas en Europa? Los partidos de izquierda están muy abajo en las encuestas de las elecciones de su país…
No son socialdemócratas, ese es el problema. Son radicales… La izquierda socialdemócrata apoyó a Macron. Algunas de las cosas, tal vez no todas, pero digamos que la izquierda moderada, lo que yo llamaría realmente los socialdemócratas, o los social liberales, apoyaron a Macron en su mayoría. Y el problema es que la izquierda en Francia se equivocó. Deberían haber tenido un apoyo crítico a Macron. Macron viene de la izquierda y deberían haberlo apoyado, con un apoyo no incondicional, pero en aquello en que están de acuerdo. Esa habría sido una actitud muy inteligente. Pero, en cambio, decidieron oponerse a todo lo que hizo y adoptar una posición muy radical. Y creo que eso fue muy malo. Mientras que en Alemania y en Suecia, o en Noruega o en Dinamarca, los socialdemócratas son verdaderos socialdemócratas, en Francia no tienes el equivalente de ellos, que aceptan el sistema capitalista y aceptan decir que necesitamos las empresas, el Estado y la sociedad civil, ese triángulo del que te hablaba. Y que necesitamos innovación.