Philippe Sands: “Quise entender la verdad que esconde una familia nazi”
En "Ruta de escape", el autor británico desentraña la vida de Otto Wächter, un oficial nazi que mandó a matar a miles de personas y que murió en Roma en 1949 en extrañas circunstancias, justo cuando se disponía a escapar a Sudamérica. Pero el libro aborda también la compleja historia de su esposa y de su hijo menor, que ha dedicado su vida a defender a su padre. Sands conversó con La Tercera sobre esta biografía cautivadora.
Primero fue un artículo publicado en el Financial Times en 2013 y cuyo título provocó más de una controversia: “Mi padre, el buen nazi”. Luego un documental, después un podcast de 10 capítulos en la BBC que tuvo una audiencia de siete millones de personas y finalmente un libro. Para todo eso el escritor inglés Philippe Sands (Londres, 1960) se tomó una década completa, con un objetivo claro: desentrañar la vida de Otto Wächter, un jerarca nazi que a pesar de sus crímenes e historial, nunca alcanzó la “notoriedad” de Joseph Goebbels o Heinrich Himmler. Pero la investigación de Sands fue mucho más allá, ya que también se introdujo en la pesada herencia que Wächter inyectó en su familia y en especial en Horst, su hijo menor, que en público se ha negado una y otra vez a reconocer los delitos cometidos por su padre.
El punto de partida de toda esta saga, contada en una biografía cautivadora que lleva por título Ruta de escape, de la editorial Anagrama y que ya está disponible en Chile, tuvo mucho que ver con Horst, a quien Sands conoció a comienzos de la década pasada. “No es verdad que mi padre muriera de una enfermedad”, le dijo el hijo del oficial nazi al autor británico, desde un castillo que convirtió en su hogar y donde ha vivido casi recluido. “¿Cuál es la verdad entonces?”, respondió el autor.
A partir de ahí, Philippe Sands desenredó una historia que comienza con Otto Wächter como un joven de 21 años que en 1923 se afilió al Partido Nacionalsocialista de Austria, para luego convertirse en uno de los primeros partidarios de Adolf Hitler en Viena. Al poco tiempo, Wächter, un abogado aficionado al remo, escaló hasta lo más alto del Partido Nazi en Alemania, para posteriormente transformarse en teniente de las temidas SS -la fuerza paramilitar incondicional a Hitler-, y durante la Segunda Guerra en gobernador de Cracovia (Polonia) y Galitzia (Ucrania). Su firma no sólo permitió la creación de guetos, sino que llevó a la muerte a miles de personas, en su mayoría judíos. Incluso en un momento destituyó de sus cargos a sus propios profesores universitarios.
¿Cómo es que tras el fin de la guerra Otto Wächter terminó en Roma, “protegido” por un obispo, para finalmente morir en 1949 en extrañas circunstancias justo cuando se proponía viajar a Sudamérica? ¿Quién fue realmente este jerarca nazi? Sands logró descifrarlo, pero no fue nada sencillo, ya que en la correspondencia que Wächter mantuvo con su esposa, ambos siempre evitaron mencionar nombres. “Quise entender la verdad que esconde una familia nazi”, apunta Sands en esta entrevista con La Tercera vía Zoom.
En su libro queda claro que Wächter fue un nazi puro y duro. Esto queda confirmado en su rol como gobernador en la Polonia ocupada ¿Él fue víctima de la Historia o pudo haber elegido otro destino?
Otto Wächter fue un alto jerarca nazi, no una víctima. Él eligió unirse a los nazis, con quienes estuvo hasta el final. Su padre era un nacionalista alemán, un militar. Él verdaderamente creía en el proyecto (de Hitler). El fue un antisemita y asesinó a personas, como queda en evidencia en fotografías que encontré. Y su esposa, Charlotte, también fue una nazi hasta el último día de su vida.
El oficial nazi Otto Wächter murió en Roma en 1949. Su esposa e hijo menor creen que fue envenenado. Pero la trama, en la que intervienen espías y el propio Vaticano, es mucho más compleja e inesperada.
¿Cómo fue posible ser un padre de familia, un relativamente buen esposo y al mismo tiempo ordenar la creación de un gueto y mandar a matar a ciudadanos judíos?
Otto Wächter no fue un monstruo. Por un lado, él era una persona decente, amable y respetuosa. Sin embargo, al mismo tiempo hizo cosas terribles. Estas personas tienen muchas personalidades y en este caso, él cruzó una línea tras otra. La gran pregunta es por qué.
Tras la derrota de Hitler y el fin de la Segunda Guerra, Otto Wächter pasó tres años en la clandestinidad, escondido en las montañas austríacas junto a otro nazi, Burkhardt Rathmann (“Buko”), de las SS, que era más joven. Fue Charlotte quien les llevaba provisiones ¿Recibió en ese momento ayuda del Vaticano?
Pasó algo increíble. Un día le pregunté a Horst por Buko: quién era, cómo lucía, qué hacía. Y Horst me dijo: ‘Te puedo contar sobre él o podemos llamarlo por teléfono’. ¡Entonces lo llamamos por teléfono, 71 años después de que estuvo con Wächter. Me invitó a su casa y me dio la única entrevista que dio en su vida. En su biblioteca no solo tenía libros nazi, sino que una fotografía enmarcada de Hitler ¡En 2017! Según Buko, en 1948 Wächter le dijo que quería ir a Sudamérica, a Argentina. Fue Walter Rauff (otro SS que se refugió en Chile y murió en Santiago en 1984) quien le recomendó en una carta que se fuera a Sudamérica o Sudáfrica. Por eso partió a Roma. El cruce de las montañas fue realmente impresionante, pero en eso no lo ayudó el Vaticano. Una vez en Roma, en 1949, un obispo, Alois Hudal, se acercó a él.
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Fue en la capital italiana donde la historia del jerarca nazi dio un giro inesperado. Otto “encontró” una habitación en el monasterio de Vigna Pia y pronto descubrió un pasatiempo: nadar en el río Tíber, pese a sus aguas inmundas. También fue contratado como extra en una película. En Roma no solo frecuentó al obispo Hudal, sino que también a un viejo camarada: Karl Hass, otro criminal nazi que terminó trabajando como espía para EE.UU., en el contexto de la lucha de Washington contra la URSS. Durante todo ese tiempo, Wächter vivió con miedo a ser descubierto, hasta que murió repentinamente en julio de 1949, posiblemente “envenenado” según Horst y Charlotte.
¿Quién era el obispo Hudal?
Descubrí que Hudal trabajaba como espía para los estadounidenses. El le reportó a los americanos la llegada de Wächter a Roma. Hass también era espía, al igual que el portavoz del Papa Pío XII. Esto, en un contexto de Guerra Fría.
¿Por qué entonces Hudal ayudó a Otto Wächter? ¿El obispo lo traicionó?
No me consta que Hudal lo haya traicionado. Lo que pasó fue que Hudal y Hass trabajaban juntos para los estadounidenses, pero Wächter no lo sabía. Creo que lo que pasó, pero no tengo pruebas, es que en julio de 1949 Hass intentó reclutar a Wächter para que trabajara para Estados Unidos. Después de un fin de semana con Hass en el lago Albano, le escribió a Charlotte para decirle que lo había pasado fantástico con un viejo camarada y luego de eso cayó enfermo. Pienso que Otto no fue envenenado, sino que contrajo una enfermedad por nadar en el Tíber, posiblemente leptospirosis.
¿Entonces Otto Wächter no fue víctima de una conspiración en su contra?
Hace un mes recibí una carta desde Jerusalén, de parte de un hombre que me contó que su suegro, que falleció en 2019, era un judío italiano que fue enviado a Roma en 1948, para seguir a Hudal y para capturar nazis en esa ciudad. Este hombre volvió a Israel en agosto de 1949, un mes después de la muerte de Otto Wächter... Parece que esto no tiene final…
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Pero Ruta de escape no solo es la historia de Wächter, sino que la investigación de Sands está cruzada por el rol que jugó su esposa Charlotte y también por los fantasmas que han orbitado por décadas en la vida de Horst Wächter. En el libro hay una escena particularmente tensa en la que el autor británico le muestra al hijo de Otto una serie de fotografías que encontró en un archivo en Varsovia, en las que se ve a su padre durante una ejecución de polacos en Bochnia.
“(Horst) quería verlas. Le enseñé tres. La primera mostraba una fila de hombres jóvenes en un campo, con el miedo grabado en el rostro. Escogidos por el mero hecho de ser polacos y encontrarse en Bochnia, estaban de pie con las manos en la cabeza o delante de la cara, o detrás de la espalda. Algunos lloraban; uno de ellos se había desplomado y estaba tendido en la nieve. Una segunda foto captaba el momento de la muerte (…). Al fondo una hilera de oficiales contemplaban la escena envueltos en abrigos (…). Creo que ese es Otto, le dije a Horst”, narra Sands. Horst guardó silencio.
Charlotte, la esposa de Otto, exhibió un amor incondicional por su marido ¿Cree que ella pudo haber alterado la correspondencia para esconder los crímenes de Wächter?
Para mí, Charlotte es el personaje más interesante del libro. Quise entender cómo ella lo empujó, lo apoyó, lo amó. Hay dos años importantes que se omiten en la correspondencia. No sé por qué no están, pero sospecho que alguien alteró las partes más incriminatorias de las cartas. Por ejemplo, la misiva de noviembre/diciembre de 1939, cuando Otto le cuenta a Charlotte que al día siguiente tendrá que fusilar a 50 polacos. Eso no está en la correspondencia original, sino que se mantuvo en secreto. Posiblemente ella alteró parte de las cartas.
¿Cómo la esposa de Otto, que vivió hasta 1985, pudo amarlo, pese a estar enterada de las matanzas?
Porque ella también era nazi. Eso no fue difícil para ella. Su vida la dedicó a él. Cuando las tropas estadounidenses capturaron Austria en 1945, encontraron a Charlotte y le preguntaron si era nazi. Ella respondió que sí. ‘Naturalmente, por qué no’, les dijo. Entonces, los soldados le confesaron que llevaban cuatro semanas marchando por Alemania y que era ‘la primera nazi que conocemos’. Durante una de mis visitas al castillo del hijo de Otto, la esposa de Horst, Jacqueline, me susurró que Charlotte fue nazi hasta el día en que murió.
Imagino que la relación suya con Horst no fue fácil ¿Cómo es que pese a la evidencia él sigue negando los crímenes de su padre?
Él acepta que su padre fue un nazi, que estuvo involucrado, pero no acepta que haya cometido crímenes. Horst ha construido su propia narrativa y ha vivido con eso. Es una construcción artificial que le permite sobrevivir. Nada lo convencerá y yo de alguna manera fallé en convencerlo. Sin embargo, cuando te sientas con él, cuando lo miras a los ojos, él sabe (lo que hizo su padre) en el fondo de su corazón. Su hija Magdalena cree que yo tengo la razón y que su padre no. Esta es una gran historia familiar.
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En febrero de 2022, Sands acudirá al Vaticano en el marco de una invitación para hablar sobre su libro, junto a los descendientes de Otto Wächter. El jerarca nazi tuvo seis hijos y 23 nietos, muchos de los cuales son católicos. “El propio Papa Francisco está interesado en todo esto”, dice el autor británico, que cuenta que Horst sigue con vida, pero que ya no se habla con su hija Magdalena, quien se convirtió al islam y no recibirá ninguna herencia de su padre.
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