En Perú suelen decir, medio en broma y en serio, que muchos electores definen su voto mientras hacen la fila en su local de sufragio. Pasó en 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski (PPK) se impuso a Keiko Fujimori en segunda vuelta por apenas 41.057 votos. Lo mismo ocurrió en las elecciones de junio pasado, cuando Pedro Castillo -que un mes antes de los comicios apenas figuraba en las encuestas-, le ganó a Keiko por 44.263 sufragios. En Perú han lidiado durante décadas con la incerditumbre electoral, incluso hasta el mismo día de la votación. Sin embargo, en Chile esto no es tan frecuente. Dado que el escenario está abierto de cara a las presidenciales del 21 de noviembre: ¿Podrían “peruanizarse” las elecciones en el país?
La última vez que las dudas sobre quién obtendría el sillón presidencial de La Moneda se mantuvieron hasta el final fue en enero de 2000, en el balotaje entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín. En primera vuelta, ambos obtuvieron una votación de 47,9% y 47,5%, respectivamente, una diferencia de 30 mil votos. En Chile, no obstante, suele ser predecible el resultado de la primera vuelta, es decir, es común que se sepa con anterioridad quiénes son los candidatos que clasifican a la segunda vuelta. Esto es lo que no ocurre hoy, lo que abre un paralelo con los comicios peruanos.
En marzo pasado, cuando faltaba apenas un mes para la primera vuelta en Perú, un tercio del electorado peruano se mostraba indeciso o señalaba que podría votar nulo o blanco, de acuerdo con una encuesta de Ipsos. A un mes de los comicios en Chile, distintos sondeos y politólogos han dado cuenta que el porcentaje de indecisos es bastante similar respecto de lo registrado en Perú a un mes de las elecciones.
“Cuando las opciones son radicales, tanto de izquierda como de derecha, surgen muchos indecisos, y pasa que aunque haya gente con visiones más centradas, los candidatos de centro tampoco están cumpliendo ese rol. Entonces hay una gran parte del electorado que se encuentra frustrado y se decanta al final (de la campaña) por una opción”, sostiene Natalia Sobrevilla, historiadora peruana y docente de la cátedra de Historia Latinoamericana en la Universidad de Kent.
Al igual que en Chile -donde según las encuestas y analistas el escenario para la segunda vuelta está absolutamente abierto- en Perú ocurrió un fenómeno similar en la antesala de la primera vuelta de abril. Un mes antes de las elecciones peruanas ningún candidato superaba el 20% de intención de voto y cinco abanderados tenían posibilidad de pasar al balotaje: Yohnny Lescano, George Forsyth, Rafael López Aliaga, Keiko Fujimori y Verónica Mendoza, en ese orden. Sin embargo, terminó ocurriendo algo absolutamente inesperado: a segunda vuelta pasó Pedro Castillo, que en ese momento marcaba un 3,7% y Keiko, la candidata con el más alto nivel de rechazo (superior a 50%).
“Cuando las opciones son radicales, tanto de izquierda como de derecha, surgen muchos indecisos, y pasa que aunque haya gente con visiones más centradas, los candidatos de centro tampoco están cumpliendo ese rol”.
Natalia Sobrevilla, historiadora peruana
Aunque en Chile no se espera una sorpresa de tal nivel, es decir, que un candidato que ahora esté marcando 4% pase al balotaje de diciembre, son cuatro los abanderados presidenciales que tienen posibilidades de pasar a segunda vuelta, tal como ocurrió en Perú: Gabriel Boric, José Antonio Kast, Yasna Provoste y Sebastián Sichel. En ambos casos, esto da cuenta de la dispersión del voto.
“Lo que caracteriza a la elección peruana es la volatilidad en la intención de voto: los votantes expresan una preferencia que cambia de un mes a otro, por eso varios ‘favoritos’ se quedan en el camino y un candidato que no aparecía en las encuestas dos meses antes termina pasando a segunda vuelta, como ha sucedido más de una vez en el Perú”, comenta el analista político peruano Pedro Tenorio.
“Otro factor frecuente es que el peruano no toma una decisión con anticipación, sino que va optando y descartando sus opciones electorales hasta el día mismo de la elección. Según diversos centros de investigación, cerca del 20% de los votantes decide el mismo día, camino a su centro de votación e incluso en la cola”, agrega.
Para Luis Benavente, cientista político limeño y director de Vox Populi Consultoría, “ahora hay una ciudadanía más empoderada que exige más y los Estados no han logrado satisfacer las demandas. Esto ha provocado desazón política, lo que genera ciudadanos confundidos y desorientados, y a un mes de las elecciones no saben por quién votar. Y por otro lado las experiencias políticas recientes, que pudieron dar ilusión, a muchos han desilusionado. Ahí hay un punto en común entre Chile y Perú”.
“En la campaña chilena también hay varios candidatos que generan más detractores que adhesiones. “El voto en contra, de rechazo, es perjudicial para cualquier candidato, pero el ‘voto duro’ que lo acompaña puede bastar para asegurar su paso a segunda vuelta. Fue lo que sucedió con Keiko Fujimori, quien contaba con una intención de voto que nunca superó el 15%, pero que fue muy consistente a lo largo de los meses”.
Pedro Tenorio, analista político peruano
¿Otra similitud? En el caso peruano, aunque ya de cara a la segunda vuelta del 6 de junio, tanto Castillo como Keiko concitaban los más altos niveles de rechazo, por lo que muchos optaron por el “mal menor” o el “antivoto”. En la campaña chilena también hay varios candidatos que generan más detractores que adhesiones. “El voto en contra, de rechazo, es perjudicial para cualquier candidato, pero el ‘voto duro’ que lo acompaña puede bastar para asegurar su paso a segunda vuelta. Fue lo que sucedió con Keiko Fujimori, quien contaba con una intención de voto que nunca superó el 15%, pero que fue muy consistente a lo largo de los meses”, dice Tenorio.
En la misma línea se manifiesta Fernando Tuesta, analista de la Pontificia Universidad Católica del Perú y ex jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE): “Hay que tener cuidado porque Keiko era la más rechazada, sin embargo, pasó a la segunda vuelta. Kast puede ser el más rechazado, pero de repente la dispersión del voto es de tal naturaleza que podría llegar a segunda vuelta”.
“En Perú el rechazo no significa la imposibilidad de ganar una elección, porque el ciudadano vota de manera estratégica. En Perú somos expertos en eso: rechazamos a un candidato con 40% o 50%, pero si después ese candidato se enfrenta en segunda vuelta a otro candidato que tiene un rechazo mayor, entonces votas por el mal menor”, dice Benavente. “En Perú los dos candidatos que tienen más rechazo pasan a segunda vuelta. Es un sin sentido, pero pasa”, agrega.
“En Perú el rechazo no significa la imposibilidad de ganar una elección, porque el ciudadano vota de manera estratégica. En Perú somos expertos en eso: rechazamos a un candidato con 40% o 50%, pero si después ese candidato se enfrenta en segunda vuelta a otro candidato que tiene un rechazo mayor, entonces votas por el mal menor”.
Luis Benavente, analista político peruano
“Hay similitudes entre los procesos electorales de Chile y Perú. En el caso chileno, hay cuatro candidatos que han estado en algún momento con posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Hay una volatilidad similar a Perú, aunque en Chile hay menos fragmentación”, sostiene Cristián Valdivieso, de Criteria. “Otra cosa parecida es que en Perú, frente a los candidatos con alto rechazo, su adhesión es al mismo tiempo fuerte, y eso ayuda a pasar a segunda vuelta”, agrega.
“Las bajas votaciones significan el enojo con la clase política y esa tendencia no va a cambiar, tal y como pasó en la elección presidencial en Peru”, dice Paola Ugaz, periodista y analista peruana. “El que gane también tendrá que ver en Perú el ejemplo que no se debe seguir: exacerbar de modo innecesario los conflictos con el Legislativo a fin de acabar con buen pie el gobierno. Perú es el peor ejemplo de lo que hablo: en cinco años tuvo cuatro Presidentes y todo en medio de la pandemia que nos situó entre los países que peor la combatieron”, agrega.
“Las más inciertas”
En su momento, los medios en Perú se refirieron a las elecciones de 2021 como “las más inciertas” del último tiempo, las más disputadas desde la contienda entre Alberto Fujimori y Mario Vargas Llosa en la segunda vuelta de 1990, y las más reñidas desde la primera vuelta de 2001, cuando Alan García consiguió sorpresivamente el paso al balotaje -junto a Alejandro Toledo- dejando atrás por apenas un punto a Lourdes Flores.
En Chile, tras el retorno a la democracia, la primera vuelta más sorpresiva fue la de 2017, cuando Sebastián Piñera (36,6%) y Alejandro Guillier (22,7%) pasaron al balotaje, con Beatriz Sánchez (20,2%) en el tercer lugar y a escasos dos puntos del senador, para sorpresa de muchos. En el resto de las carreras de primera vuelta el resultado fue previsible y anticipado por las encuestas: Michelle Bachelet y Sebastián Piñera en 2005, Piñera y Eduardo Frei en 2009, y Bachelet y Evelyn Matthei en 2013.
“Por lo menos en las elecciones organizadas bajo el voto voluntario, que en las presidenciales son del 2013 en adelante, esta es la elección que genera los mayores niveles de incertidumbre, porque no tenemos claro quién llega primero, segundo, tercero ni cuarto”, comenta Mauricio Morales, cientista político de la Universidad de Talca. “En 2013 y 2017 compitieron ex presidentes de la República, y su presencia ayudó a ordenar el mapa de candidatos y a reducir los niveles de incertidumbre. Pasó en 2013 con Bachelet y con Piñera en 2017. En ambos casos no había dudas del lugar en que rematarían en la primera vuelta”, agrega.
“Evidentemente la pandemia y la crisis económica y política son ingredientes contextuales que explican también la incertidumbre. Esto no es comparable entre ambos países porque nuestra elección fue en plena pandemia; ustedes han podido tener una campaña más presencial. Por otro lado, el realineamiento entre ambos países es distinto: acá no hay esa diferencia izquierda-derecha, los partidos son mucho más personalistas y los institucionalizados, como el APRA y el Partido Popular Cristiano, perdieron la inscripción porque no llegaron al 5%”, acota Tuesta.
“Por lo menos en las elecciones organizadas bajo el voto voluntario, que en las presidenciales son del 2013 en adelante, esta es la elección que genera los mayores niveles de incertidumbre, porque no tenemos claro quién llega primero, segundo, tercero ni cuarto”.
Mauricio Morales, analista de la U. de Talca
Diferencias estructurales
Pero también los analistas advierten de importantes diferencias entre los procesos electorales de Chile y Perú, uno con voto voluntario; el otro con sufragio obligatorio. “En los números entre ambos países parecen haber similitudes interesantes, pero creo que la principal diferencia es que en el caso chileno estamos hablando, en general, de políticos de carrera; no son personas improvisadas o sin experiencia en la política”, señala Sobrevilla.
“En realidad hay muchas diferencias en las estructuras partidarias entre Perú y Chile”, complementa Tuesta. “En Chile los partidos han sido altamente institucionalizados, pero justamente en el quiebre que ustedes están experimentando suelen ocurrir situaciones como de una alta incertidumbre, por lo tanto, la gente todavía trata de mirar con mayor detenimiento las candidaturas, no necesariamente en el esquema derecha-izquierda. Creo que también ha crecido el rechazo a la política”, agrega.
Eso sí, Valdivieso apunta a que el eje izquierda-derecha “cada vez dice menos en Chile”. “Como en Perú, en Chile ahora el piso y el techo de cada candidato es más líquido, porque el eje derecha-izquierda es mucho más blando, no desaparece, pero se superponen otros temas”.
En cuanto a las elecciones al Congreso -que en el caso peruano dieron como primera minoría a Perú Libre de Castillo, con 37 congresistas de 130-, los analistas limeños sostienen que las diferencias entre ambos países están a la vista. “En el Perú impera una ‘guerra política’ en la que ningún poder quiere ceder”, dice Tenorio.
“En el Perú, en todos los casos donde ha habido mayoría absoluta opositora, se quiebra el sistema democrático: 1948, 1968 y 1992. Y 2018, con un quinquenio desastroso, con un Presidente renunciado, otro vacado, un Parlamento disuelto y hoy día un Presidente amenazado desde el primer día. El Congreso chileno tiene mayor capacidad de negociación de acuerdo, tanto en derecha como en la izquierda; en el Perú no”, concluye Tuesta.