La palabra “talibán” viene del pueblo pastún y significa “alumnos, buscadores o estudiantes”. El movimiento surgió a principios de la década de 1990 en el norte de Pakistán, tras la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán y, en general, los afganos les dieron la bienvenida, en gran parte gracias a su éxito en erradicar la corrupción, frenar la anarquía y hacer florecer el comercio en las áreas que estaban bajo su control, al hacerlas más seguras.
Según expertos, los talibanes estarían financiados por Arabia Saudita y su objetivo es una forma estricta de islamismo sunita, aplicando la sharia o ley islámica. Esto incluye ejecuciones públicas y la eliminación de prácticamente todos los derechos a las mujeres, quienes deben salir completamente cubiertas con una burka y no pueden trabajar fuera de sus casas ni salir sin la compañía de un pariente masculino.
La OTAN estima que los talibanes cuentan actualmente con una cifra récord de 85.000 combatientes.
En 1998, los talibanes controlaban casi el 90% del país. Bajo su mandato, los asesinos y los adúlteros eran condenados a muerte, sentencia que a menudo se ejecutaba de inmediato y frente al público, mientras que a los ladrones se les amputaban las manos. Los hombres debían dejarse la barba y las mujeres llevar la tradicional burka cubriendo todo su cuerpo, mientras que las niñas solo podían ir a la escuela hasta los 10 años. La televisión, la música y el cine estaban prohibidos para todos.
El 7 de octubre de 2001, una alianza de la OTAN liderada por EE.UU. inició los ataques contra las posiciones de los talibanes en Afganistán, luego de los atentados de Al Qaeda del 11 de septiembre a las Torres Gemelas y el Pentágono. Tras conquistar el territorio, Occidente instaló el gobierno de transición de Hamid Karzai en diciembre de ese año.
Los talibanes volvieron a atacar a las fuerzas de seguridad afganas y a los civiles en 2021, retomando el control del país. Actualmente, no son solo una alianza de tribus armadas, sino un paraguas bajo el cual se reúne el terrorismo internacional. En la región de Asia Central, los más peligrosos son el IMU uzbeko, el Kamarog y el Vahdat tayikos, el Almaty kazajo, el Bishkek kirguís y unos 30 grupos más.
Estructura de poder
Mohammad Omar, conocido como el mulá Omar, fue el jefe de los talibanes de Afganistán entre 1996 y 2001. En agosto de 2015, los fundamentalistas admitieron que habían encubierto la muerte del líder por más de dos años. El mes siguiente, el grupo anunció que su nuevo líder sería el mulá Akhtar Mansour, que murió en un ataque con aviones no tripulados estadounidenses en mayo de 2016. Fue reemplazado por su adjunto Hibatullah Akhundzada, quien sigue al mando del grupo. Su reputación es más la de un líder religioso que la de un comandante militar.
Abdul Ghani Baradar es el hombre al que deben escuchar. Fue nombrado jefe de su oficina política, ubicada en Qatar, y fue el encargado de dirigir las negociaciones con los estadounidenses y las infructuosas conversaciones de paz con el gobierno afgano.
Otra figura clave es la de Sirajuddin Haqqani, número dos de los talibanes y jefe del grupo guerrillero insurgente afgano que lleva su nombre. A esta red se le atribuyen algunos de los ataques más violentos de los últimos años, incluidos los atentados suicidas, los asesinatos selectivos y tomas de rehenes occidentales. A él se suma Mohammad Yaqoob, hijo del mulá Omar y actual jefe de la comisión militar.