En un mundo sin pandemia, el escenario era así: un plebiscito en abril de 2020, comicios en octubre de ese año para elegir constituyentes en caso de que ganara la opción “Sí” y una Convención Constitucional que ya llevaría cuatro meses de funcionamiento. Pero el Covid-19 trastocó los planes no una, sino dos veces: el referéndum finalmente se realizó en octubre, y la elección de los 155 representantes a la instancia que impulsará una nueva Carta Magna estaba fijada para el próximo fin de semana.
Es virtualmente un hecho que los comicios del 10 y 11 de abril se aplazarán, a falta de la confirmación final del Congreso. ¿Pero cómo llegaba la ciudadanía a esas elecciones? Un estudio hecho por la empresa Criteria da pistas: aunque había entusiasmo, también el factor del rebrote del virus estaba jugando un rol en la forma en cómo las personas veían la cita democrática.
Sobre lo primero, un dato: el 61,3% de los consultados expresaba bastante o mucho interés en los comicios de constituyentes, el 51,9% en los de alcaldes y el 33% en los de gobernadores regionales. De hecho, el 53,4% de los consultados consideraba que la elección de los miembros de la Convención era la más importante del año, más de 20 puntos sobre las próximas elecciones presidenciales (31,8%).
El análisis de Cristián Valdivieso, socio fundador y director de Criteria, es que “si hubiese sido la elección la próxima semana, el interés por la constituyente hubiese aumentado el voto por alcaldes y particularmente por gobernadores, que es por lejos la elección que menos motiva”.
El 26,7% de quienes respondieron señalaban que tenían más interés de ir a votar que para el plebiscito de octubre, el 21,5% decía tener menos y el 51,8% planteaba que tenía el mismo nivel de interés. Sin embargo, el 35,6% reconocía tener más temor de contagiarse al ir a votar que lo que había sentido en octubre, el 44,4% aseguraba tener el mismo temor y el 20% planteaba sentir menos temor. Y el 61,5% reconocía sentir un riesgo de que aumentaran significativamente los contagios en caso de que se realizaran los comicios en las fechas originalmente planeadas.
En una línea similar, el 33,5% señalaba que esperaba que participara una cantidad menor de personas que las que votó en el plebiscito de hace seis meses, el 27,9% creía que los números de votantes serían mayores y el 38,6% pensaba que las cifras serían aproximadamente iguales.
En cuanto a la decisión de dividir en dos días la elección, el 48,6% se declaraba de acuerdo y el 25,7% expresaba su rechazo. Sin embargo, esta decisión inédita despertaba algunos temores: el 41,3% decía que existía riesgo de que los resultados de las elecciones perdieran credibilidad, el 37,7% temía que las urnas fueran intervenidas, el 34,7% planteaba que podía haber disturbios en los locales de votación durante la noche y el 32,2% señalaba que había riesgo de robo de urnas o fraude electoral.
Según Valdivieso, éste es un factor que se debe tener en cuenta para la nueva fecha, fijada para el 15 y 16 de mayo por el gobierno, porque refleja un descreimiento en el sistema. “Es tanto el nivel de incertidumbre y desconfianza en el que estamos que, por mucho que las cosas no sean así, al menos un tercio de la población va a estar alerta a cualquier viso de duda para generar una discusión sobre la validez de los comicios. El riesgo es que los mismos candidatos terminen queriendo polarizar la elección en dos días a partir del contexto en el que estamos”, advierte.
Composición y resultados
La encuesta de Criteria también preguntó por tópicos como las expectativas sobre la composición de la instancia y sus eventuales resultados. En el primer caso, un tema que llama la atención es que más de la mitad de los consultados (57,4%) señalaba esperar que el resultado de los comicios fuera que la nueva Constitución terminara siendo redactada principalmente por ciudadanos independientes, con muy poca participación de políticos.
De hecho, al hacer derechamente la consulta sobre quiénes les gustaría que integraran la Convención, el 93,3% dijo preferir a independientes antes que a militantes; el 66,6% planteó su inclinación hacia expertos y académicos por sobre personas comunes y corrientes, y el 57,3% señaló su inclinación por personas jóvenes sobre representantes de mayor edad.
“La expectativa de que la convención tenga muchos independientes es masisa y transversal. Al mismo tiempo, la ciudadanía valora mayoritariamente la presencia de expertos y, en menor medida, la renovación mediante la participación de personas jóvenes”, apunta Valdivieso.
En cuanto a los efectos y las materias que se abordarán, el 50,2% plantea que la nueva Carta Magna ayudará mucho a mejorar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el 47,7% cree que lo hará en cuanto a la calidad de la educación pública y el 45,5% dice lo mismo sobre la calidad de la salud pública. En cambio, sólo el 31,6% dice creer que el cambio de Constitución ayude a la unidad de los chilenos, y el 29,5% plantea lo mismo sobre la igualdad de oportunidades entre ricos y pobres.