La escritora y ensayista Rebecca Solnit enfoca su mirada donde otros pasan de largo. Sea encontrando las maravillas de caminar, o los paraísos que se esconden en las catástrofes, o una delicada biografía de George Orwell desde su pasión por el jardín. Es el caso de su último libro, en que parte de este hallazgo -y del hecho que ese jardín de rosas sigue en pie- para contar la vida de Orwell y reflexionar sobre el autoritarismo, los peligros sobre la libertad de expresión, las múltiples ataques a la verdad en que incurren los líderes totalitarios, ayer y hoy. Escribe habitualmente en el diario The Guardian y en Harper’s Magazine, donde es la primera mujer en redactar regularmente la columna Easy Chair fundada en 1851. Conversa vía zoom con La Tercera desde California, donde creció y ha residido en los últimos años.

Usted cuenta que escribió Las rosas de Orwell en un momento de varias crisis simultáneas en el mundo. ¿Cómo cree que puede arrojar algo de luz sobre las diferentes crisis?

Escribí este libro en parte por las rosas, las que conocí un Día de los Muertos, en 2017: fue un hermoso impacto para mí el recordar con tanta intensidad que Orwell dedicó su tiempo al placer, a la alegría, a la belleza, a cosas que no eran simplemente fabricar productos para obtener ganancias o ser un buen revolucionario. Y sentí que había tantas cosas que ofrecer: una es que Orwell sigue siendo uno de nuestros grandes críticos de la política de las verdades y mentiras y de la manipulación de la información. Y de cómo podría ser la resistencia ante el aumento del autoritarismo y la amenaza del fascismo. Y luego -no sé cómo es en Chile-, pero muchas veces los activistas en el mundo de habla inglesa creen que nadie debería tener ningún placer hasta después de la revolución: que debemos trabajar todo el día, todos los días, y la gente a menudo se pierde, se vuelve miserable, se vuelve dañina para las causas por las que comenzaron.

Orwell se daba tiempo para ser un jardinero extraordinario…

Me fascinó ver a Orwell dedicarse con seriedad y energía a la jardinería. Por supuesto, en una época de crisis climática, los jardines son políticos. Las plantas secuestran carbono, proteger los bosques es proteger el clima, estamos en una era en la que se habla de cuál debería ser nuestra relación con la naturaleza. Y permítanme encontrar en un Orwell que no hemos visto antes un gran argumento sobre cómo podría ser la vida de una persona comprometida con la naturaleza, no como activista -porque eso todavía no estaba en nuestra conciencia- sino con el mundo natural como placer, como sostén, como espacio imaginativo . Que no solo hay lugar para el placer y la belleza y la alegría y cosas que no parecen producción, pero tal vez sean absolutamente necesarios para ser un gran activista. Y sentí específicamente que debido a que él era este inglés blanco de clase media, el caso tendría una credibilidad distinta que si fuera una mujer o a una persona queer, una persona de color, la gente diría ‘las personas son así, realmente no cuentan, volvamos a la gente seria que son hombres blancos’. Y aquí está este hombre blanco que ama sus flores, y ama su tiempo haciendo estas otras cosas, y no solo escribe el mejor libro sobre el totalitarismo del siglo XX, sino que también pasa mucho tiempo pensando en la naturaleza, en el placer, en la belleza, sobre rimas infantiles y canciones populares, y comida. También hay una relación entre esas cosas. Su tiempo con las flores, resultó clave para darle metáforas e imágenes cruciales para esa novela sobre el totalitarismo; es otra forma en que podemos ver que están conectadas. Así que sentí que también era una invitación para que las personas entendieran cómo cuidarse a sí mismas, respetar las necesidades de los demás, respetar los poderes de la naturaleza para la imaginación, así como para la supervivencia física y espiritual, para poder hacer muchos trabajos diferentes.

También es un libro sobre aquellas transformaciones que perduran. Las rosas de Orwell, como usted descubrió, siguen ahí.

Creo que sí. Tengo que decir que justo cuando íbamos a entrar a imprenta, las personas que viven en su cabaña dijeron: ‘No estamos tan seguros de que estas fueran sus rosas’, por lo que puede ser que no lo sean.. Y es divertido, porque él escribió ese ensayo que decía: debemos buscar el árbol frutal y encontrar las rosas. Un árbol de hardwood puede sobrevivir a cualquier otra cosa que hagas. Eso es válido para la mayoría de las personas, pero creo que la reputación de Orwell sobrevivirá a la mayoría de los nogales, la mayoría de los manzanos, etc. Es sorprendente que su trabajo siga siendo tan relevante. Yo bromeo sobre mi propio trabajo: los hombres pueden hacer mi escritura feminista irrelevante si dejan de hacer algunas cosas. Si el autoritarismo ya no existiera, si ya no fuera una amenaza, 1984 podría parecer un artefacto histórico más que un libro contemporáneo relevante.

Al investigar su escritura y su vida, ¿qué reflexión aporta Orwell sobre el momento que vive en su país? Donald Trump, incluso después del asalto al Capitolio, podría volver a ser candidato...

En cierto modo, veo todo lo que rodea a Trump como un backlash, una reacción violenta, porque las mujeres, las personas de color, las personas trans y queer han ganado mucho en las últimas décadas. Esto está haciendo retroceder esos éxitos. Y el slogan ‘hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande’ -que yo solía denominar ‘hacer que Estados Unidos vuelva a ser 1958′- realmente fue un intento de devolvernos a su país de fantasía, cuando ‘el padre sabía más’ y no se cuestionaba la autoridad masculina, los blancos controlaban todo, solo los hombres realmente ostentaban el poder, las personas queer eran reprimidas y criminalizadas. Estados Unidos será un país de mayoría no blanca en unos 20 años más. Lo que es aterrador para mí sobre el Partido Republicano estadounidense es que tenían dos opciones, una de las cuales era decir: ‘Este será un país de mayoría no blanca, tenemos que tener un mensaje popular que atraiga a una amplia franja de la población”. Pero eligieron el otro camino, la opción número dos: ‘Cada vez más nos convertiremos en el partido del resentimiento blanco y el racismo, solo intentaremos reprimir a los votantes’. Cosa que han estado haciendo durante mucho tiempo.

¿Cómo ve a los seguidores de Donald Trump?

Pienso en ellos como una sopa que se ha cocinado hasta convertirse en algo cada vez más intenso. Hay menos gente comprometida, pero están más obsesivamente comprometidas, por lo que forman un muy buen culto o un muy buen ejército. No hacen un gran partido político porque no son una mayoría nacional (aunque lo sean en algunos estados). Y entonces eligieron este camino muy extraño, que en última instancia será un suicidio y su única esperanza es tratar de retrasarlo, y la toma del poder por parte de la antidemocracia, ya sea un golpe de estado directo o un intento de robar elecciones y suprimir votos. Y, por supuesto, se debe en parte a la propaganda, el papel del magnate australiano de los medios Rupert Murdoch y todo esto no se puede subestimar, y es algo contra lo que tenemos que luchar... Pero, por otra parte, siento como si hubiera tenido tres maestros simultáneamente en los últimos años.

¿Qué maestros ha tenido en estos años?

Estos son: George Orwell, la derecha estadounidense y el feminismo. Y a través de todos ellos aprendí que los autoritarios ante todo buscan el control de los hechos y la verdad y la narrativa. Ya sea el padre y el esposo acosador en el hogar o el líder de un país, este intento de controlar la historia es hacer valer su derecho a determinar lo sucedido. Y parte del shock de muchos hombres respecto del feminismo es que han sido capaces de determinar la realidad, de decir ‘yo nunca hice eso’, ‘nunca dije eso’, ‘nunca he sido eso’. El libro que escribí antes de este, Recollection of my non existence, trataba sobre esa falta de voz, sobre esa impotencia que teníamos las mujeres cuando no nos creían o nos decían que éramos poco confiables e incompetentes para decir la verdad y, por lo tanto, no deberíamos ocupar puestos de responsabilidad, poder o tener la misma posición en un tribunal de justicia. Todavía vemos esos sesgos, estoy segura de que deben existir en Chile, en que las mujeres son consideradas menos confiables y objetivas, menos veraces, y que cuando las mujeres dicen algo que los hombres no quieren escuchar, son manipuladoras, viciosas, deshonestas. Esa expectativa de que las mujeres deberían ser espejos que solo reflejen versiones halagadoras de la realidad. Y así, aunque Orwell no era feminista, habla de los autoritarios haciendo esa misma versión de control de la verdad. Y lo impactante de Donald Trump es que es espectacularmente deshonesto, se contradice todo el día, todos los días... Tienes que perder la cabeza para creer todas esas cosas, es una especie de engaño y locura en que algunas personas controlan y otras obedecen. Y por lo que siempre estamos luchando es por la democracia de la verdad. Esas dos cosas van juntas.

Hablemos de lo que se llama la “cultura de la cancelación”. En Harper’s Magazine, donde escribe habitualmente, no firmó un “manifiesto contra la intolerancia”, redactado por varios intelectuales. ¿Por qué?

No me pidieron que lo firmara. Y fue escrito por conservadores que defendían este status quo. Tenemos algo muy gracioso en mi país ahora mismo -no sé qué tan parecido será en el tuyo-, donde la gente que está acostumbrada a decir lo que quiere sin ser criticada, considera que la más mínima cantidad de crítica es una especie de opresión a la que no debieran estar sometidos. Alguien cuenta un chiste racista y yo digo: ‘Oh, esto es racista’, y eso se considera como si lo cancelara. Mientras que lo que en realidad tenemos son enormes cantidades de amenazas de muerte, hostigamiento, aterrorización de otras personas, sabes, bibliotecarios y maestros de escuela, por enseñar la verdad sobre la historia estadounidense o sobre la raza y la esclavitud, la censura de libros, esta tremenda cosa de derecha. A la gente que habla de la cultura de la cancelación no le importa mucho que las feministas reciban amenazas de muerte, que los bibliotecarios sean expulsados de sus trabajos… Entonces es algo profundamente hipócrita, de doble moral, sobre todo por parte de la gente que siempre ha estado acostumbrada a ser la que manda, molestos porque estamos en una sociedad más igualitaria, donde otras personas también tienen derecho a tener opiniones. Entonces, ha habido esta idea de los blancos de que todo el mundo debería poder decirlo todo, (pero) que no reconoce que algunos discursos son en realidad una amenaza, que las palabras tienen poder, que puedo instigar ataques contra ti. Siento que el término ‘cancelado’ ha sido utilizado por personas que, en realidad, son muy buenas con algunos tipos de supresión de la libertad de expresión, algunos tipos de amenazas, algunos tipos de intimidación y terrorismo, pero no con otros.

“El feminismo va ganando”

En su ensayo ‘Los hombres me explican las cosas’ describió el concepto de mansplaining. ¿Los hombres todavía le explican cosas a usted, después de 17 libros?

Sucede todo el tiempo en las redes sociales, cuando trato con personas relativamente extrañas, creo que no pasa tanto en mi vida personal. Pero incluso cuando estoy de excursión, algunos hombres me dan instrucciones que no necesito o me brindan este tipo de supervisión paternalista sobre lo que estoy haciendo... Y veo que muchas veces cuando hablamos de feminismo, el hombre aparece para decir algo que ya se ha dicho y mejor, o para explicar algo básico que todas las mujeres allí ya saben, y simplemente no sabe que es bueno que esté de acuerdo con nosotras, pero tal vez este no sea el momento en el que tenga algo que aportar. Así que no lo veo de una manera tan terrible como cuando era joven, cuando realmente estaba lidiando con hombres que asumían que podían desacreditarme, que nadie me escucharía o que nadie me creería. Pero a esta altura es solo una molestia, aunque todavía está lo suficientemente presente, y sé que todavía les está pasando a otras mujeres y a otras personas marginadas de maneras mucho más terribles.

¿Cree que durante su vida alcanzará a ver la igualdad entre hombres y mujeres?

Pienso en eso todo el tiempo, como cuando hablamos de capitalismo. Si alguien dice que vivimos en un país capitalista, porque esa es nuestra economía oficial, no lo son las relaciones entre amigos, entre padres, madres e hijos, entre parejas, entre personas que se ofrecen como voluntarias para causas sociales y ambientales. La única razón por la que el capitalismo no colapsa es por todo ese anticapitalismo. No creo que tengamos un mundo donde la igualdad de género esté en todas partes todo el tiempo, en las formas más pequeñas y grandes, pero sí creo que vemos cada vez más igualdad de género... También creo que la misoginia y el patriarcado tienen miles de años y el hecho de que no podamos deshacerlos durante mi tiempo de vida no significa que el feminismo no sea muy poderoso y transformador, no significa que no esté ganando. La cantidad de transformaciones en el tiempo en que yo he vivido…

George Orwell.

¿Cuáles?

Nací hace 61 años en un mundo donde la profundidad de la desigualdad de las mujeres es algo que pocas personas hoy vivas han visto y recuerdan. Por ejemplo, cómo el matrimonio era una relación tan autoritaria o una esposa (era) sumisa a un esposo autoritario, cómo la discriminación en todos los niveles de la vida personal y pública era cultural y legalmente normal, qué tan ausentes estaban las mujeres de todas las instancias de poder, qué tanto legitimábamos la violencia doméstica y el abuso, cuánto silenciamos a las mujeres, cuánto negamos la realidad del abuso sexual, cuán estrechos eran los roles tanto para hombres como para mujeres. Así que siento que estamos en medio de una revolución contra algo muy antiguo, que ha logrado avances increíbles en los últimos sesenta años. Espero que continúe, no imagino que terminará en las próximas generaciones, pero creo que estamos ganando.

¿Y cree que la anulación de Roe vs Wade (reconocimiento constitucional al derecho al aborto en Estados Unidos) es parte de una reacción a todo este progreso del movimiento feminista?

Con el aborto pareciera que puede haber una gran reacción violenta, un backlash. Durante medio siglo, todo el mundo simplemente asumió que tenemos este derecho, y perderlo ha asustado y enfadado a la gente. Vimos en Kansas, donde la gente esperaba que la votación para proteger el derecho al aborto perdiera y ganó por un 60% en un estado que se supone que es muy conservador. Hubo grandes cantidades de mujeres jóvenes registrándose para votar y produjeron una victoria aplastante para los demócratas... Para las elecciones de noviembre de 2022 (midterms) ya veremos... Algo que pienso es que se puede quitar un derecho por ley, pero no se puede quitar la creencia en ese derecho tan fácilmente... Si logramos una mayoría demócrata tanto en la Cámara como en el Senado, probablemente podamos aprobar una ley, creando ese derecho nacional de una manera más segura. Roe vs Wade fue una decisión judicial basada en un argumento que incluso muchos de sus partidarios vieron que no era el mejor para ello. Aprobar una ley nacional que lo garantice sería mucho más fuerte.