Intensificando su desafío directo al Kremlin, el propietario del contratista militar Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, llamó ayer a una rebelión armada destinada a derrocar al ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, tras acusarlo de ordenar un ataque con cohetes contra los campamentos de sus mercenarios en Ucrania, donde sus soldados combaten por el bando ruso. Los servicios de seguridad reaccionaron inmediatamente abriendo una investigación penal contra Prigozhin.
Si bien el Ministerio de Defensa ruso negó que haya realizado tal ataque con cohetes, Prigozhin denunció que 2.000 de sus hombres habrían muerto en la operación. Por ello, afirmó que sus tropas se movilizarían ahora para castigar a Shoigu en una rebelión armada e instó al Ejército a no ofrecer resistencia. “Esto no es un golpe militar, sino una marcha de la justicia”, declaró.
En una grabación de audio publicada en Telegram, Prigozhin declaró que sus hombres habían cruzado la frontera de Ucrania a Rusia y estaban dispuestos a llegar “hasta el final” contra el Ejército ruso. Junto con asegurar que los combatientes de Wagner habrían entrado en la ciudad meridional rusa de Rostov sin enfrentar resistencia, señaló que él y sus hombres “destruirán a cualquiera que se interponga en nuestro camino”. “Estamos avanzando e iremos hasta el final”, advirtió.
Ante este escenario, anoche se reforzó la seguridad en edificios gubernamentales, instalaciones de transporte y otros lugares clave de Moscú, informó la agencia estatal de noticias TASS citando a una fuente de un servicio de seguridad. En redes sociales se podían ver fotografías de vehículos blindados en la capital rusa.
Prigozhin dijo que sus acciones no equivalían a un golpe militar, pero el servicio de seguridad ruso FSB abrió una causa penal en su contra por llamar a un motín armado, señaló TASS, que citó al Comité Nacional Antiterrorista.
“Los insto a que se detengan”, dijo el comandante adjunto de la campaña rusa en Ucrania, el general Sergey Surovikin, quien pidió a los mercenarios de Wagner obedecer al Presidente Vladimir Putin, aceptar a los comandantes de Moscú y regresar a sus bases.