Keir Starmer llegó ayer hasta el 10 de Downing Street como nuevo primer ministro británico, después de ganar las elecciones generales del jueves con una victoria aplastante del Partido Laborista que consiguió 412 escaños. Tras recibir el nombramiento por parte del Rey Carlos III prometió en su primer discurso, un gobierno “libre de doctrina”, “una renovación nacional” y reconstruir el país “ladrillo por ladrillo”. En una señal de cambios nombró a Rachel Reeves como la primera mujer en más de 800 años como ministra del Tesoro.
Acompañado de sus partidarios que ondeaban banderas afuera de Downing Street, Starmer dijo que quería reconstruir la confianza entre el público y los políticos. “Esta herida, esta falta de confianza, sólo se puede curar con hechos, no con palabras”, afirmó, prometiendo priorizar el crecimiento económico. Se esperaban una serie de anuncios para liberalizar la planificación y fomentar la construcción de viviendas.
Mientras, Reeves indicó que planeaba dirigir “el Departamento del Tesoro más pro-crecimiento en la historia” del país y dijo a los funcionarios que quería que el ministerio brindara estabilidad y desempeñara un papel importante “en una nueva era de estrategia industrial”.
Además, Starmer nombró en su gabinete a Angela Rayner, como viceprimera ministra. Asimismo, David Lammy fue confirmado como secretario de Asuntos Exteriores; Yvette Cooper, como secretaria del Interior; Jonathan Reynolds, como secretario de Comercio; y John Healey, como secretario de Defensa. El gabinete de Starmer no tuvo mayores sorpresas, ya que la mayoría ejercía la misma función cuando eran oposición, es decir, eran los ministros en las sombras.
Existía el consenso que gran parte del mérito de la victoria electoral del Partido Laborista se debía justamente a Starmer, un exfiscal jefe que se convirtió en el líder de su partido en 2020 después de su peor derrota electoral desde la Segunda Guerra Mundial. Su victoria es similar en escala a la aplastante victoria del Partido Laborista en 1997 de Tony Blair, aunque sin la algarabía de entonces.
También su triunfo se produjo a expensas del mal desempeño de los conservadores de Rishi Sunak, que aun se encontraban ayer tambaleándose y asumiendo la peor derrota electoral de la historia del partido, al quedarse con solo 121 diputados.
A lo anterior se sumó el rápido ascenso del partido Reforma UK de Nigel Farage, que dividió el voto de derecha y castigó a los conservadores debido al sistema electoral mayoritario uninominal británico y obtuvo cinco escaños, aunque con más de cuatro millones de votos, convirtiéndose en la tercera fuerza política, después de los laboristas y los conservadores.
Una de las castigadas fue la exprimera ministra Liz Truss, entre muchos otros grandes nombres conservadores que perdieron sus escaños. Su mandato de 49 días y los estragos económicos que generó contribuyeron al colapso del Partido Conservador, indicó Financial Times. “Esto parece más una elección que han perdido los conservadores que una que han ganado los laboristas”, dijo el encuestador Sir John Curtice a la BBC.
“De la misma forma que Margaret Thatcher se benefició en los años 1980 de la división de la izquierda (entre un Partido Laborista en ruinas, el Partido Social Demócrata escindido y los liberales), la derecha está ahora dividida entre los conservadores y los reformistas. Afortunadamente para el Partido Laborista, esas divisiones parecen irreconciliables en esta década, ya que los conservadores moderados no quieren tener nada que ver con Nigel Farage y el líder reformista dedicado a destruir a los conservadores”, escribió el columnista del diario The Times, Ian Martin.
“El Partido Conservador se había acostumbrado a ser casi el Manchester City de la política. Una máquina azul (color con el que se identifican) ganadora durante tanto tiempo que algunos de sus jugadores clave no recordaban otra resultado. Pero su racha, que dio como resultado primeros ministros conservadores en cuatro elecciones consecutivas, ha tenido un final dramático. Muchos conservadores, tanto ganadores como perdedores, están casi sin palabras y todavía lo están procesando. Uno me dijo que simplemente ‘no eran coherentes’. Ahora se está iniciando una autopsia de lo que salió mal con sus tácticas y su liderazgo, y de hacia dónde ir a continuación”, escribió la corresponsal política de la BBC, Ione Wells.
“Algunos en el partido sostienen que la deriva de los conservadores hacia la derecha fue parte del problema y alejó a los votantes socialmente liberales, pero fiscalmente conservadores”, añadió.
Por otro lado, según el Financial Times, Starmer se convirtió en premier “sabiendo que el apoyo público al laborismo es superficial”. Esto porque antes de las elecciones, las encuestas daban al Partido Laborista una ventaja de 20 puntos. El exlíder laborista de izquierda Jeremy Corbyn obtuvo el 40% de los votos en su derrota electoral de 2017.
Sin embargo, recordó el diario, la agenda abiertamente proempresarial de Starmer parece haber dado sus frutos, ya que las empresas constructoras lideraron ayer un repunte en el mercado de valores británico. El Partido Laborista se ha comprometido a construir 1,5 millones de viviendas en los próximos cinco años.
Antes de la llegada de Starmer, Sunak salió a la calle en Downing Street y anunció su renuncia como primer ministro y agregó que dimitiría como líder conservador una vez que los procedimientos para elegir a su sucesor estuvieran establecidos. “Ante todo, me gustaría decirle al país que lo siento”, afirmó. “He dado todo lo que tenía en este trabajo, pero ustedes han enviado una señal clara de que el gobierno de Reino Unido debe cambiar”. “He escuchado su enfado y su decepción y asumo la responsabilidad de esta pérdida”, añadió.
Los posibles candidatos al liderazgo del Partido Conservador ya se estaban preparando para una rápida contienda para nombrar al sucesor de Sunak para el otoño (boreal), en un esfuerzo por desafiar el ascenso del Reformismo. Los potenciales contendientes entre las diezmadas filas conservadoras ya han comenzado a organizar sus campañas,
Las figuras importantes del partido están preocupadas de que una prolongada contienda por el liderazgo beneficiaría al partido de derecha insurgente Reforma UK de Nigel Farage y permitiría al Partido Laborista establecer la narrativa sobre el historial conservador en el gobierno, dijeron dos fuentes conservadoras a The Guardian.
La participación en las elecciones iba camino de alcanzar alrededor del 60%, cerca de un mínimo histórico, lo que sugiere una insatisfacción generalizada del público con la política tradicional. Starmer admitió que se enfrentaba a la tarea inmediata de volver a conectar la política convencional con los votantes. “La lucha por la confianza es la batalla que define nuestra era”, dijo.
Sin embargo, el Partido Laborista perdió cinco escaños, incluido uno en manos del miembro del gabinete en la sombra Jonathan Ashworth, ante candidatos independientes propalestinos, una indicación de cómo la posición de Starmer sobre la guerra entre Israel y Hamas ha dañado a su partido entre muchos votantes musulmanes, escribió Financial Times.
El Partido Verde también ganó los cuatro escaños que pretendía conseguir en las elecciones generales, cuadruplicando el número de parlamentarios que enviará a Westminster. La victoria del Partido Laborista contradijo las tendencias políticas internacionales: los partidos de extrema derecha obtuvieron buenos resultados en las recientes elecciones europeas y francesas y Donald Trump lidera las encuestas para la carrera presidencial estadounidense.
Más novatos
El gabinete de Keir Starmer tendrá el mayor número de ministras con educación estatal y mujeres en la historia, aunque la representación étnica ha disminuido.
Un récord de 89 parlamentarios de minorías étnicas fueron elegidos para el Parlamento en total, según una investigación del grupo de expertos British Future, citada por el diario The Guardian. Aunque David Lammy, el ministro de Asuntos Exteriores, será el único ministro negro del gabinete de Starmer.
El primer gabinete laborista en 14 años también tendrá sólo dos ministros de ascendencia asiática: Shabana Mahmood, una de las primeras parlamentarias musulmanas de Reino Unido, y Lisa Nandy.
A nivel socio económico, sólo dos ministros del gabinete de Starmer fueron a escuelas privadas. Mientras que el gran número de parlamentarios conservadores que han sido reemplazados por candidatos laboristas significa que la proporción de miembros con educación estatal ha aumentado del 54% al 63%.
Esta cifra todavía está muy por debajo del 88% de la población general que asistió a escuelas integrales, pero representa la mayor proporción de miembros educados en escuelas estatales jamás registrada en el Parlamento.
Por otro lado, más del 40% de los escaños en la Cámara de los Comunes estarán ocupados por mujeres, un récord que incluye el 46% de los parlamentarios laboristas y el 24% de sus homólogos conservadores, indicó The Guardian.
La nueva camada de diputados implicará que entrarán en el Parlamento más novatos que en cualquier elección desde al menos 1979. Más de la mitad son nuevos, lo que supone 334 diputados, y el 76,1% de los que ocupan escaños del Partido Liberal Demócrata y el 56,4% de los que ocupan asientos del Partido Laborista no han sido elegidos antes. Poco más de una quinta parte de los diputados eran nuevos en 2019, añadió el periódico.