Ana María Stuven, doctora en Historia
“Es formar parte de la nación chilena, la cual tiene un doble significado. Primero, un poco esencialista, es decir, es algo que se descubre, que se reconoce o se preserva de una población determinada. También hay una dimensión política, pues es estar sometidos al mismo Estado con lazos comunes y con objetivos que se comparten. Estas dos visiones de la chilenidad están en tensión, porque no hay duda que no es lo mismo decir que una nación es una comunidad de personas que reconocen pertenecer a una cultura común que decir que son personas que se encuentran sometidas a un Estado que los unifica. A mí me parece que el concepto más valido para el mundo contemporáneo es el segundo, pues la chilenidad es una construcción, un deseo de pertenecer unidos a un mismo Estado que nos configura e institucionaliza”.
Juanita Parra, música
“Ser chilena para mí, hoy y siempre, significa ser consciente que salí de mi país a los dos años y medio, que me eduqué en otros países, conocí otras realidades y a los 26 años me sentí profundamente chilena. En ese momento comprendí que lo único que mi alma necesitaba era venir a mi país, vivir en mi país, inscribirme en el registro electoral para ser parte de la realidad y la sociedad. Eso es para mí ser chilena. ¿Cuál es nuestra identidad? Pido permiso para comentar que siento que estamos justo ahora en una profunda búsqueda”.
Rafael Gumucio, escritor
“Ser chileno es una historia. La historia básicamente de una frontera donde se termina un imperio. Es la historia de un límite que va cambiando de signos y significado. Un lugar donde todo se acabó y algo empieza. En cuanto a nuestra identidad, es el código civil escrito por un venezolano que se fue a vivir a Inglaterra, que es poeta y hace leyes”.
Francisca Crovetto, deportista olímpica
“Es ser resiliente, ser una persona que se levanta con fuerza frente a la adversidad, que sabe ser solidario, que sabe ayudar al otro y tenderle una mano en momentos difíciles. Los chilenos somos también cada vez más alegres y eso me hace muy feliz”.
Gabriel Cid, historiador
“Toda definición de identidad colectiva envuelve la paradoja de naturalidad y desconcierto. Cada septiembre el ser chileno parece obvio, pues desde la escuela se nos inculcan sus rasgos supuestamente invariables. Pero tomarse en serio la pregunta nos sitúa en otro escenario. Ciertamente, la historia incide como cambio y continuidad, aportando capas de significado a la noción de chilenidad, donde esta se revela como mito, aquella creencia que se resiste al escrutinio y que naturaliza sus rasgos, hasta volverlos autoevidentes. Este se compone históricamente de diferentes imaginarios superpuestos que configuran un mosaico de creencias. Unos han caído en declive -como la idea de superioridad racial- pero otros permanecen: la noción de estabilidad institucional, la autopercepción de excepcionalidad continental, la condición de aislamiento territorial, el habitar una geografía desafiante, la unidad frente a la adversidad. No hay nación sin mito y, en esta época, el mito renueva su fuerza”.
Joaquín Trujillo, abogado CEP
“Ser chileno es una forma de quedarse callado. A veces porque se tiene mucho, poco o nada que decir. El silencio para los chilenos es su fortaleza inexpugnable, en la que se sientan a esperar que pase la tormenta. Por eso, los chilenos encuentran obscenos a quienes hablan más de lo estrictamente necesario. Tienen para la prosa un enorme sentido del ridículo, quizás porque ofrecen mucho espacio al hablar poético, que tiende a decir verdades enmascaradas o descarnadas, pero siempre en síntesis. Es una forma de quedarse callado, también, porque las apuestas riesgosas son mal vistas. La precaución del silencio amenaza con enmudecer a los chilenos, dejarlos gritar nada más que improperios, monosílabos, onomatopeyas como si imitaran a pájaros o aves de corral, porque los que sí hablan tienden a ser muy reiterativos. En la gran hacienda latinoamericana, llena de hablantines, Chile es un largo corredor sombrío, de orientación sur, en el que nacieron, vivieron y murieron muchos mudos. Se los conoció como perros en las guerras, que no ladraban tanto y sí mordían. Y, cuando más ladran, es porque están pidiendo cariño. Después se callan, se emperran, despiertan y sufren muchas curas de sueño. En el fondo, los chilenos somos aves de corral y quiltros caseros, con una libertad hacia adentro. Y, cuando uno vuelve del extranjero, aprecia que los chilenos se parecen demasiado entre sí, que hace falta libertad por fuera, libertad de palabra. Si no, nada se anuncia, e impera el lautarazo, el asalto del silencioso. ¿Cómo es serlo hoy? El mudo ha engordado, y en vez de él, hablan sus tatuajes, su ropa, y siempre la risa”.
Alberto Abarza, medallista paralímpico
“Lo primero que se me viene a la mente es que para mí ser chileno, en una palabra, es un honor y estoy agradecido de haber nacido aquí”.
Cristián Castro, historiador
“Ser chileno hoy es ser parte de una comunidad imaginada, adscrita al territorio que denominamos Chile, que tiene sus orígenes en el siglo XIX, pero que ha mantenido ciertos componentes coloniales en su estructura social hasta el día de hoy. Tenemos una identidad nacional que está ligada directamente a nuestro pasado colonial, en particular a nuestra antigua denominación de Capitanía General. En mi opinión, nuestra sociedad tiene un ethos fronterizo ligado a nuestra histórica relación con el pueblo mapuche. También es cierto que tenemos una identidad que está profundamente influenciada por el territorio ocupado por nuestra comunidad imaginada. Hablar de Chile en el mundo es hablar de cordillera, mar y terremotos. Indudablemente tenemos una identidad chilena que está y seguirá siendo informada por lo que Benjamín Subercaseaux llamó una loca geografía”.
Magdalena Ponce, documentalista
“Ser chilena es amar nuestra tierra natal... larga y angosta franja rodeada por altas montañas, y vasto océano con grandes riquezas mineras y su flora y fauna tan característica. Rodeada de gente sencilla producto de un mestizaje cultural, que desea tener más justicia e igualdad, en democracia. Y nuestra identidad se caracteriza por su diversidad cultural y el talento artístico de su gente, en la artesanía y la orfebrería. Destacan nuestros cuentos y leyendas que son parte del folclore popular, así como el canto, el guitarreo y sus payas, que son expresiones culturales construidas a lo largo de nuestra historia”.
Elisa Araya, rectora UMCE
“Chile cambió. Es un país que aceptó la inmigración y que tiene que convivir con la diversidad que nos desafía en términos de las discusiones que tienen lugar día a día. Nos desafía para reconocernos a nosotros mismos en nuestra pluralidad y, en ese sentido, avanza más allá de lo folclórico, junto con sus contextos heterogéneos, culturas multicolores y un mestizaje evidente que constituyen, finalmente, un paraguas que cubre y que debe proteger esa diversidad. Como chilenos y chilenas, no estamos ajenos a lo que sucede en el mundo entero, en donde la riqueza cultural se vive y se respira en un contexto desafiante de movimientos progresivos y dinámicos. Somos diversidad y diferencia. En cuanto a nuestra identidad, se construye desde los diversos atributos que tiene cada ciudadano y ciudadana: su proveniencia geográfica y social, sus particularidades emocionales y sus rasgos físicos más profundos y esenciales. Nuestra identidad es diversa y diferente, y se acrisola intensamente en virtud de las huellas que va dejando cada una y uno de nosotros. En este contexto, el desafío de educar una población diversa y diferente es tremendo y también prodigioso. Implica un alto bagaje cultural del que enseña y una apertura activa a lo nuevo de quien aprende. Si la escuela quiere ser un aporte a la educación chilena, esta tiene que estar centrada en un humanismo profundo, que conecte al individuo con sus raíces y que lo proyecte hacia el futuro. Es una educación basada en el respeto y reconocimiento del otro y el diferente y que es capaz de construir en esa diferencia comunidad y bien común”.
Álvaro Peralta, crítico gastronómico
“Es súper difícil. No ser chileno, necesariamente. Creo que el ser chileno hoy es ser protagonista de un cambio de ciclo que es mundial, pero que en Chile, por distintas razones, nos ha tocado de una manera más directa, más palpable, como que a todos nos ha pegado un poco más y en eso estamos. Ser chileno hoy es estar dándose cuenta de cómo somos, de cómo hemos cambiado, de cómo nos hemos construidos, de que no somos todos iguales; que lo urbano tiene que convivir con lo rural, que los pueblos originarios tienen que ser reconocidos pero al mismo tiempo los que vienen llegando ahora también. Habemos muchos chilenos distintos, pero somos todos chilenos y tenemos que encontrarnos de alguna manera. Creo que eso es lo que estamos buscando, lo que nos dimos cuenta o nos quisimos dar cuenta ahora y nos ha pegado un poco fuerte, pero creo que al menos ha sido una de las cosas que aclara hoy en nuestras diversidades y diferencias. Como chilenos o como habitantes de este territorio y de ahí en más tenemos que ver cómo vamos a vivir armónicamente. Creo que por ahí va el ser chileno hoy. Ser chileno hoy es ser consciente de nuestras diferencias, de que habemos un montón de gente aquí reunida y que tenemos que vivir de una manera armónica. Hay que encontrar ese cómo y creo que en eso estamos”.