Al Maule sur los boletos. Ese será el destino de Ricardo Montero (PS) a partir del 4 de julio, cuando se dé por terminado el trabajo de los convencionales. “Sin lugar a dudas voy a participar del Apruebo y voy a estar esperando a los convencionales que piensen distinto a mí para que podamos hacer debate de ideas”, sostiene, al momento de hacer su balance íntimo del trabajo de los últimos meses.
Cuando se consulta a los convencionales por las críticas que genera el trabajo de la Convención suelen señalar que ha habido problemas de comunicación y no asumen que pudiera existir algún cuestionamiento a temas de fondo. ¿Comparte ese análisis?
Son varios factores. Desde el inicio ha sido un proceso complejo y eso tiene su origen en que viene a tratar de dar una respuesta institucional a una gravísima crisis social. Es evidente que el proceso tiene puntos altos y bajos, tiene cosas más complejas y tiene grandes aciertos. Buscar mayorías en un grupo tan diverso, que además es representativo de la sociedad, es evidente que va a ser complejo.
¿El trabajo de la Convención logró encauzar la crisis del estallido?
Sí, yo creo que lo logra. Es un texto que está centrado en las necesidades, los dolores y los requerimientos de las personas. Es un texto que todavía está en construcción y eso hay que ser bien claro, nos quedan casi seis semanas para poder seguir mejorándolo. Es un texto que creo que, por ser innovador en su forma de ejecución, se asemeja bastante más a un contrato social que a una Constitución formal a la antigua, hecha por hombres de avanzada edad y académicos. Creo que en ese sentido esta Constitución tiene un carácter único.
Sin embargo, hay grupos que han levantado alertas respecto de la exclusión de sectores de la Convención y del maximalismo de otros, y que eso genera una división, un pecado de origen, que no hace que el texto constitucional represente a todos...
La elección popular es lo que es. Con las reglas que estaban. La derecha concurrió al pacto de paz y nueva Constitución. El Congreso actual puso las reglas de los 2/3, puso los plazos, puso las listas de independientes y esos fueron parlamentarios de izquierda y de derecha. ¿Qué pasó después? La ciudadanía se manifestó y esa fue la conformación que le dio a la Convención. Por lo menos en la comisión que a mí me tocó coordinar el diálogo siempre estuvo abierto, lo que pasa es que había mayoría. La derecha está representada por seis personas de 25 y había 19 personas que no se sentían identificadas con ideas que tradicionalmente son de la derecha. Entonces, uno tiene que desenvolverse en los entornos y contornos democráticos que se establecen en ciertos momentos. Y esta es la composición de 154 personas que nos tocó para construir 2/3.
No es atendible ese alegato, dice usted.
Es que yo creo, desde la representación que les tocó, puede ser, pero no es atendible en términos democráticos, porque eso es lo que lograron.
Si hubiese habido una conversación distinta en la Convención, uno podría decir que las indicaciones pudieron aprobarse aún con mayores niveles de respaldo...
Hay varios niveles. El primero, nosotros como Colectivo Socialista, desde el inicio siempre estuvimos abiertos al diálogo con todos los sectores sin ningún tipo de veto. Fuimos los primeros en defender que la mesa directiva de la Convención tenía que representar a todos los sectores y hemos conversado permanentemente con todos. Ahora, las mayorías se tienen que conformar en 103 y hay que ver dónde uno puede articular esas mayorías. Ahí ha habido grupos de derecha que hay que ser justo y reconocer que han sido distintos, pero hay una derecha que estuvo por oposición al proceso desde el inicio. Sectores de izquierda también lo hicieron. Pero hay otras derechas que han estado abiertas al diálogo, que han estado abiertas a la participación y se ha dado. Pero hay un dato objetivo: la representación de la derecha en la Convención son 37 personas.
¿Es de los que se preocupan por las encuestas que marcan aumento del Rechazo?
Tenemos que hacer un llamado a la humildad y tratar de entender las causas de por qué está pasando esto. Acá hay una votación del texto constitucional que es cierto, pero lo que va a evaluar la ciudadanía en su gran mayoría va a ser la percepción del proceso. Ahí está el texto constitucional, el comportamiento de los convencionales, cómo ven a la Convención y cómo somos capaces de entregar la información que contiene ese texto. Todo eso está en evaluación.
¿Cuánto influye en la percepción negativa el clima que ha habido al interior de la Convención?
Este sigue siendo un país muy conservador y cualquier cosa que se salga de lo tradicional llama la atención. Un órgano paritario no es único en Chile, sino que es único en la historia de la humanidad. La composición de pueblos originarios tampoco estaba en la realidad de nuestro país. Los independientes con todas sus caras, con todas sus causas, también es algo distinto. Lo segundo fue el proceso de instalación. Cuando llegamos a este Congreso y no había ni siquiera internet, no teníamos silla, no teníamos dónde trabajar. Era un ambiente bastante adverso y cosas como el episodio del señor Vade o algunas transmisiones que han salido de la Convención también complican. Nosotros estamos en un nivel de exposición gigantesco. Es una especie de reality show. Hay margen ahí y, efectivamente, se han cometido errores. En eso tenemos que ser autocríticos.
Fernando Atria planteaba que había convencionales que no habían estado a la altura del cargo...
No me corresponde a mí evaluar quién está o no está a la altura del cargo. Eso lo tendrá que ver la ciudadanía. Desde el Colectivo Socialista nos preocupamos de hacer un trabajo responsable, de una Constitución que logre el apoyo ciudadano y una Constitución que pueda ser implementada para lograr los cambios sociales que empujamos, partiendo por un Estado social y democrático de derecho.
¿Cuánto afectó a la Convención el escándalo que protagonizó Rodrigo Rojas Vade?
Fue un golpe muy potente, porque creo que fue algo que nos tomó a todos por sorpresa. La realidad de Chile con el cáncer es uno de los temas con los que no se puede jugar. Pegó fuerte en la credibilidad de la Convención, que se revirtió, pero fue un peso grande que tuvimos que cargar. Fue el momento más complejo que tuvo la Convención.
El Colectivo Socialista ha actuado como una especie de bisagra entre la derecha y sectores más de izquierda, y ha tenido que lidiar también con las presiones de afuera. ¿Cómo ha sido manejar y administrar eso?
A mí lo que me tiene muy contento es que, si uno revisa las declaraciones del Colectivo Socialista, el primer comunicado al inicio y hacia adelante, la línea editorial se ha mantenido. O sea, nadie podría alegar que no sabe dónde está parado el Colectivo Socialista. Estamos parados en la izquierda, desde un lugar que siempre buscó darle viabilidad política a este proceso y articulación lo más amplia posible. Algunas voces pretendían posicionar que la renovación en la izquierda estaba en el Frente Amplio y se demuestra que hay una generación, una generación sub-40 en el Partido Socialista, que ha demostrado que puede ser renovación, que puede dar conducción política y que puede dar renovación dentro del partido.
¿Qué costos pagaron por su rol?
Hay momentos que era fácil salir por las mayorías y tomamos otras opciones. Ahora nadie se acuerda de los 2/3, pero la primera discusión que dio esta Convención fue defender los 2/3 y nosotros llegamos el primer día defendiendo ese quórum , defendimos la inclusión de todos los grupos dentro de la Convención. Da lo mismo de qué tendencia política fueran. Defendimos que ciertas normas, por populares que parecieran, no nos parecían que mejoraban nuestra democracia y las votamos en contra. Ahí hay una consistencia que no fue fácil, pero que a la larga ha dado buenos frutos.
Han tenido desencuentros con dirigentes de su partido, particularmente parlamentarios... ¿Se sintieron tironeados?
Podemos tener diferencias en cosas específicas, pero no es de la esencia del Partido Socialista, si se llama Senado o no se llama Senado. Si hay una cámara o hay dos cámaras. La transformación social que queremos empujar es una sociedad con mayores grados de igualdad, en que el Estado se haga responsable, en que nos traten a todas y a todos como iguales. Esa línea se ha mantenido. Nos sentimos conformes con la representación que hemos hecho del partido en la Convención y con el apoyo que nos han entregado tanto la directiva del partido como las bases. En eso estamos muy contentos, nos sentimos muy apoyados por el Partido Socialista. Las opiniones particulares de algún senador, con defensas corporativas o personales, no son representativas de la bancada de senadores del Partido Socialista y nosotros hemos sentido el apoyo también de la mayoría de los senadores socialistas. Eso no significa que podamos tener distintos puntos de vista.
¿Cómo se ha desarrollado la convivencia dentro del oficialismo en la Convención? Fueron tema las diferencias con el PC y el FA...
Hemos articulado acuerdos con distintas fuerzas y hemos tenido diferencias con el Frente Amplio, con el Partido Comunista. Pero si uno revisa las votaciones, son muchísimas más las que coincidimos que las que estamos en desacuerdo. Si uno ve el proyecto de Constitución que se aprobó, la mayoría, sino todos los artículos que fueron aprobados fueron con participación de esas tres fuerzas.
¿Le ha faltado humildad a esta Convención para escuchar a las distintas partes?
Las expectativas, especialmente a través del reglamento de Participación Popular, se pusieron muy altas, porque hacer participación popular más el trámite de la Convención, más consulta, era un grado de intensidad muy alto. Es lógico que no pudimos cumplir todo lo que uno hubiese querido en materia de participación. Pero si esto significa un avance en esta materia, sin lugar a dudas, sí.
¿Y respecto de las instituciones o poderes? Se ha criticado el carácter refundacional del texto...
El pleno hizo su labor de moderar a través de los grandes consensos. Yo miro el texto y digo: ¿Qué es lo refundacional acá? No veo nada en el texto constitucional que sea una irresponsabilidad o sea refundacional. Refundacional de hacer todo de nuevo, eso no es lo que está presente en este texto. En este texto se termina con el Estado subsidiario, se genera una nueva forma de entender el Estado, que es un Estado social y democrático. Un nuevo trato con la naturaleza, paridad, pueblos originarios, derechos humanos, regionalización.