Roberto Izikson anda ocupado. Hace unos días llegó de España, donde fue a observar y aprender –como él mismo dice- del proceso electoral en ese país y del trabajo de las encuestas. Una experiencia que motivó más de una reflexión. “Toda la información que disponibiliza allí el Ministerio del Interior y el Instituto Electoral es increíble. Ellos tienen la capacidad de conocer los resultados por calle y el nivel de participación de cada una de las mesas, actualizada por género, edad o ingreso económico”, comenta. Pero no es eso lo que lo tiene ocupado hoy, sino la celebración de las 500 encuestas Cadem prevista para el 24 de agosto.

Son casi 10 años de mediciones que les permiten tener un track record único sobre la evolución de la opinión pública en Chile. Es una etapa, además, que coincidió con un periodo complejo de las encuestas a nivel mundial, donde 2016 se convirtió en su annus horribilis, por lo sucedido con el Brexit en Reino Unido, el plebiscito por la paz en Colombia y la elección de Donald Trump en Estados Unidos. Para Izikson, fundador y actual gerente general de Cadem, no hay una sola razón para explicar lo sucedido. “En EE.UU., por ejemplo, las encuestas anticiparon bien el voto nacional y el problema fue el sistema electoral”, dice.Pero pese a ello admite que ha sido una etapa compleja.

¿Cómo han vivido este periodo?

Han sido 10 años difíciles para el mundo y para Chile, y las encuestas como una expresión del reflejo de los cambios de la sociedad, los cambios políticos, económicos y electorales, son parte de esa complejidad. Pero si yo tuviera que evaluar el desempeño de las encuestas durante los últimos 10 años en Chile, yo le pongo una nota positiva, le pongo un 6, porque siempre se puede mejorar. Chile tiene una buena tradición en materia de encuestas. Somos un país con recursos escasos, a diferencia, por ejemplo, de España, que cuenta con un instituto con financiamiento público, que tiene un presupuesto de 13 millones de dólares y universidades que se vuelcan hacia la investigación de la opinión pública electoral. En Chile eso ha descansado en instituciones privadas.

¿Por qué dice que tenemos una buena tradición de encuestas electorales?

Porque independiente de que una encuesta pueda estar más cerca del resultado o que tenga una desviación, las encuestas han sido capaces de anticipar todos los fenómenos electorales en el último tiempo. En Chile no ha ocurrido lo que sí pasó en Estados Unidos. No pasó lo de Inglaterra, que daba ganando al Remain. No pasó lo que pasó en España ahora. Las encuestas siempre han anticipado de manera correcta quién va a ganar la elección, con un poquito de más o menos dispersión. En perspectiva, las encuestas han cumplido su rol, al menos ese rol específico.

El colegio José Toribio Medina se prepara para recibir a los sufragantes en las elecciones para el Consejo Constitucional, el 7 de mayo. Foto: AgenciaUno.

Pero están los casos de las primarias entre Boric y Jadue, y entre Sichel y Lavín, cuyos resultados sí sorprendieron.

Lo que pasa es que aquí hay una pequeña trampa que hace que la relación de las encuestas con la opinión pública sea más compleja. Existe una ley que prohíbe la publicación de encuestas electorales en los últimos 15 días. Eso es lo primero. Y esa ley lo que hace es generar una distorsión brutal de asimetrías de información. Yo te podría mostrar la encuesta y te podría decir que hables con 20 personas que te van a confirmar que la primaria de Boric con Jadue y la primaria de Sichel con Lavín se dio vuelta en las últimas tres semanas. Pero anda a explicarle eso a la opinión pública, que conoció otros datos tres semanas antes. Es muy difícil.

Uno de los cambios más relevantes en los últimos años y que tuvo un efecto en las encuestas fue el paso del voto obligatorio al voluntario en 2012. ¿Cuál fue la reflexión en ese momento?

Chile no nos ha hecho la vida fácil, porque efectivamente el cambio de voto obligatorio a voto voluntario es relevante y el cambio de la estructura de las mesas también tiene un efecto. Ahora, el regreso al voto obligatorio también tiene una complejidad adicional. En los últimos 10 años las encuestas han tenido que ir adaptándose a estos cambios. En el caso del voto voluntario lo decisivo era cómo tú lograbas detectar de mejor manera aquellas personas que tienen una mayor probabilidad de ir a votar. Tú encuestas al 100%, pero sabes que el 100% no va a ir a votar. Por lo tanto, obligaba a aumentar la cantidad de encuestas. Dado que tú te quedabas con un porcentaje más chico, necesitabas más encuestas para que ese porcentaje fuera lo más representativo posible. Ahora, con el regreso del voto obligatorio el desafío fue decir bueno, ¿cuántos de los que no han votado para atrás van a votar producto de la ley y hacia dónde se van a movilizar?

¿Es más fácil medir con voto obligatorio?

Aquí hay opiniones diferentes. Si uno hiciera una detección de todas las variables y dijera, bueno, ¿es más fácil o más difícil medir con voto obligatorio? Es más fácil medir con voto obligatorio. Pero, ¿es más fácil encuestar hoy con voto obligatorio que hace 10 años? No, es mucho más difícil. Es mucho más difícil, porque Chile es un país mucho más complejo. Porque la gente sobredeclara o sub-declara su nivel de participación y hay ciertos bolsones de voto más ocultos. Me acuerdo del plebiscito anterior. Había gente que tenía miedo a decir que votaba Rechazo por temor a lo que podía pasar en su barrio. Entonces encuestar a Chile hoy es más difícil, porque las personas están más difíciles, porque las personas están más complejas.

El hecho de que la decisión del voto se tome hacia el final de la campaña, ¿es un fenómeno nuevo o sólo se ha agudizado en el último tiempo?

Te lo reflejo de la siguiente manera: los encuestadores o quienes nos dedicamos al mundo de las encuestas teníamos claro, en todos los procesos electorales, con un año de anticipación, quién iba a ser el próximo Presidente de Chile. El único Presidente que no partió ganando en las encuestas, que no partió ganando la elección, es Boric, y eso da cuenta, efectivamente, de que hay cambios estructurales en la manera en cómo los chilenos toman sus decisiones políticas.

¿Es una tendencia global?

Es una tendencia global, pero que en Chile se ha agudizado. Miremos la cantidad de candidatos. Gabriel Boric es el primer Presidente de la República que no gana la primera vuelta, no es solo el primer Presidente que no aparece ganando en las encuestas con un año de anticipación, sino que es el primer Presidente que no gana la primera vuelta. Hoy hay una relación mucho más compleja de la ciudadanía con la política, hay una relación mucho menos leal del chileno con los partidos, con los liderazgos, con las instituciones. Si uno mira cómo ha evolucionado Chile en materia de encuestas, en los 90 había una encuesta, la del CEP, que se hacía dos veces al año y tú podías medir en julio y no pasaba nada hasta diciembre. La gente se informaba por dos diarios El Mercurio y La Tercera, tomaba decisiones de acuerdo a lo que dijera su cura o a la opinión del Ejército. Eso va del 90 hasta, yo diría, el 2006. Era un Chile estable. Desde el 2006 hasta el 2014 hay un periodo que uno podría decir transitorio. Aparece la encuesta Adimark. Ya no es suficiente ver esto dos veces al año, sino que hay que hacerlo en forma mensual. Pero era una encuesta estática, que medía la aprobación del gobierno, pero nunca te preguntaba por qué aprobabas o desaprobabas o el efecto de una coyuntura específica. En 2006, éramos un Chile sin redes sociales. Plaza Pública nace en 2014 como parte de un proceso de reflexión de que el ciclo de formación de opinión se venía acortando cada vez más, producto de la irrupción de las redes sociales. Ya no son sólo El Mercurio y La Tercera los agentes únicos de influencia, sino que son múltiples actores. Es el mismo ciudadano que se transforma en un agente de influencia.

¿Qué opina de que las encuestas se hayan convertido en una suerte de oráculo que define muchas veces la toma de decisiones en el mundo político?

Una encuesta es una herramienta de las ciencias sociales creada para ayudar a tomar mejores decisiones. ¿Por qué queremos conocer la aprobación del Presidente esta semana? Porque entre elección y elección, cada cuatro años, no hay otra herramienta que te permita medir el capital político que tiene un gobierno, si lo está haciendo bien o mal y si corregir o no el rumbo en relación a la opinión pública. Si tuviéramos que esperar cada cuatro años estaríamos ciegos. Si el Presidente gana y después decide irse hacia otro camino, no tendríamos idea cómo es la relación del gobierno con la opinión pública. La conocemos a través de las encuestas, no hay otra herramienta. Esto ayuda al gobierno y a los otros agentes de influencia a tomar mejores decisiones. Ahora, que tú tengas una herramienta para tomar mejores decisiones ¿reemplaza la toma de decisión? No, no la reemplaza. Un Presidente, cuando toma una decisión compleja, ¿debería tener las encuestas a la vista? Debería tenerlas a la vista, si no las tuviera creo que estaría cometiendo un error. Pero así como están las encuestas a la vista, están otras cosas. Un Presidente toma una decisión con un abanico de herramientas y las encuestas deberían ser una.

Referendo constitucional, el 4 de septiembre de 2022. Foto: Reuters

Pero el liderazgo también implica cambiar esas encuestas.

Por supuesto, y eso es interesante. ¿Dónde está el huevo o la gallina? ¿Es culpa de las encuestas la crisis de liderazgo? ¿O es que hay una crisis de liderazgo y, por lo tanto, no se percibe esta capacidad de modificar? A mí me parece que es evidente dónde está el huevo y dónde la gallina. Es la crisis de liderazgo, no es la encuesta.

Pero, ¿cree que el mundo político se ha vuelto encuesta-dependiente?

Yo creo que depende, quizás a veces sí, a veces no. Además, hay una cuestión que es importante de entender y que creo quizás por desconocimiento, la política –y no sólo la política- no lo ve. La encuesta es una fotografía de un momento, que cambia de manera permanente con los estímulos asociados a la construcción de la opinión.

¿No se puede crear un ciclo vicioso que influya en la opinión que recogen las encuestas?

¿Cuánto influye una encuesta sobre el circuito del clima de opinión? ¿Influye? ¿Cuánto? Veamos por un segundo a las personas, a la opinión pública, alrededor de ellas hay un circuito. Aquí están las encuestas que están influyendo. Imaginemos una elección. ¿Cuánta influencia tienen los candidatos? ¿Cuánta influencia tienen los medios tradicionales? ¿Cuánta influencia tienen las radios? ¿Cuánta influencia tienen los analistas? ¿Cuánta influencia tienen tus compañeros de trabajo? ¿Cuánta influencia tiene tu familia? ¿Cuánta influencia tienen las redes sociales? ¿Cuánta influencia tienen el Congreso y otras instituciones? ¿Cuánto pesa la opinión del dueño? La respuesta es no tengo idea. ¿La encuesta Cadem tiene más influencia que la columna dominical de Matamala? ¿La encuesta Cadem tiene más influencia que el Presidente, que el candidato Boric? No creo. ¿Y que El Mercurio y La Tercera? Tampoco, pero las encuestas sí las regulo, les prohíbo publicar 15 días antes. Pero puede haber debates, Matamala puede escribir sus columnas, Carlos Peña puede escribir la suya, ustedes pueden titular todos los días. ¿Las encuestas son un agente de influencia? Sí. ¿Cuánta influencia tenemos en la conformación de la opinión pública en relación a todos y cada uno de los actores? No tengo la más mínima idea.

¿Por qué focalizarse en las encuestas?

Porque creo que las encuestas tienen una cuestión que es bien simple, te resumen la complejidad en una tortita o en unas barritas. Los principales enemigos de las encuestas hoy son los populismos, aquellos que sin método científico se arrogan a sí mismos la voz del pueblo. O las redes sociales, porque la lógica de las redes sociales es que si yo digo una opinión y recibo 100 likes y no tengo ni un comentario negativo, esa es la verdad, esa ES la verdad. Entonces, cuando viene la encuesta y dice que los chilenos dijeron otra cosa, entonces eso es mentira.

¿Cómo han vivido esos cuestionamientos?

O trabajo para el imperialismo yanqui o trabajo para la internacional socialista, dependiendo efectivamente del resultado. Eso tiene que ver un poquito con la lógica de las redes sociales, que no nos tomamos muy en serio. No hacemos Plaza Pública para las redes sociales, sino para ayudar a quienes están en una posición de influencia o de poder a tomar mejores decisiones. Que ha sido duro, sí, ha sido duro.

¿Cuáles son los cambios más marcados que ha visto en la sociedad chilena en estos 10 años?

Yo diría que hay uno que lo resume todo, yo creo que cuando nosotros partimos en Chile había futuro, había sueño, había esperanza, y yo diría que hoy Chile es un país de coyuntura, es un país de presente, que no tiene brújula... En el Chile que nosotros partimos haciendo encuestas era un Chile que tenía un futuro común, que era el ser un país desarrollado, pero no entendido el desarrollo sólo como progreso económico, sino como mejor calidad de vida, un país más justo, un país más igual, de mejor trato. Esa brújula, eso que nos unía, hoy no existe. Hay un quiebre muy significativo, hay una polarización izquierda-derecha, hay una polarización generacional.